“Cuando la gente rechaza a los que mandan, deposita su confianza en cualquiera. Y, a menudo su búsqueda se centra en charlatanes, mafiosos, fanáticos o una mezcla letal de las tres cosas” (Martín Wolf, en La Crisis del Capitalismo Democrático)
Hugo Colaone ingresó a mi celda en Villa Devoto, cárcel de Buenos Aires, unos días después del golpe militar. Yo había sido detenido a fines de noviembre de 1975, en el marco de la Operación Cóndor. Hugo, a quien llamábamos Pajarito, tenía sólo 18 años y era militante de Unión de Estudiantes Secundarios (UES), de tendencia peronista. Había sido torturado hasta el cansancio por los esbirros de Videla. Su delito: ser dirigente estudiantil.
A Gonzalo Carranza también lo conocí en Villa Devoto. Tenía 27 años. Me encontré con él en una celda de castigo que compartimos durante dos semanas. Al tiempo, lo trasladaron a la cárcel de la Plata, donde le dieron la libertad para matarlo. Le dijeron estaba libre y le abrieron las puertas de la cárcel. Está desaparecido. Con toda seguridad le aplicaron la ley de fuga.
Eran tiempos de genocidas, Videla en Argentina y Pinochet en Chile. Los dictadores se propusieron eliminar a los opositores, mediante una coordinación represiva que asesinaba, torturaba y robaba niños. Yo me salvé. A Gonzalo lo asesinaron.
La teoría de los dos demonios
La recién electa vicepresidenta de la Argentina, Victoria Villarruel, hija y nieta de militares no renuncia a sus raíces, y prometió durante su campaña electoral que revisaría la actual política de “memoria, verdad y derechos humanos”, que indemnizó a miles de víctimas de la represión durante la dictadura de Videla. Defiende la teoría de “los dos demonios”, la que sostiene que hubo “una guerra” en un mismo plano entre militares de un lado y del otro a las guerrillas de izquierda. Defiende una amnistía para los militares torturadores, asesinos y raptores de niños. Pajarito y su familia, así como la familia de Gonzalo deben estar muy afectados.
La defensa de los genocidas también aparece en los discursos del presidente electo. En uno de sus debates presidenciales, Javier Milei, cuestionó el número de víctimas desaparecidas por la dictadura porque sería “una versión torcida de la historia”. “En nuestra opinión, hubo una guerra en los años 70 y en esa guerra no desaparecieron 30 mil. Fueron 8.753”.
Las declaraciones de las nuevas autoridades anuncian, en el ámbito de los derechos humanos, un panorama oscuro. Futuro doloroso para los miles de familias que vivieron la dictadura más atroz de nuestro continente, con gran preocupación para las abuelas de la plaza de mayo. Su presidenta, Estela de Carlotto, lo señala con claridad y con la firmeza que la caracteriza: “Lo que pensamos no lo vamos a cambiar porque esté en el gobierno alguien que nos detesta. Sabremos convertir el acongojamiento en fortaleza y constancia, pero nunca en claudicación.”
Futuro económico, con resultados inciertos
Milei ha declarado, con entusiasmo desbordante, su adicción a las políticas más radicales de libre mercado. Se dice “liberal libertario” y declara desregulará la economía, impulsará una apertura comercial y financiera, devaluación y dolarización, flexibilización laboral para beneficio del empleador, reducción de impuestos y eliminación de las retenciones a las exportaciones. A ello se agregan la eliminación de tarifas para los servicios públicos; privatización de las empresas estatales; reducción del gasto público; eliminación de subsidios.
Señaló que “todo lo que pueda estar en manos del sector privado pasará a manos del sector privado” y, adelantó, que privatizará la petrolera YPF y los medios comunicación de propiedad pública. Reconfirmó además que cerrará el Banco Central.
Aunque la propuesta de Milei es reducir la inflación, con estas medidas y, en particular, con la liberalización cambiaria el resultado inmediato será un aumento de los precios.
En segundo lugar, el fuerte ajuste fiscal y monetario, que se propone radical, podrá bajar la inflación a mediano plazo, pero será a un costo inmenso para la actividad económica y el empleo.
En tercer lugar, y quizás lo más grave, será el inicio de un nuevo ciclo destructivo del tejido socio-productivo, con el saldo conocido: menos industrias y pérdida constante de empleos formales de calidad, con aumento de la informalidad. Parecido a lo sucedido en Chile con una desindustrialización acelerada.
No hay nada muy original en estas medidas económicas. En realidad, son las mismas políticas que impulsaran en su época la dictadura de Videla con Martínez de Hoz, Menem-Cavallo y luego Macri. Cada una de estas experiencias terminaron en costos elevadísimos para la mayoría de la población. Y éstas explican, en gran medida, el deterioro económico junto a al desempleo y la pobreza que se ha acumulado en Argentina. A lo que por cierto hay que agregar la incapacidad de los gobiernos peronistas para enfrentar los desequilibrios macroeconómicos.
Lo que sí resulta sorprendente es que se impulse una propuesta económica liberal en un momento histórico de término del neoliberalismo en todo el mundo, lo que ha dado origen a un nuevo ciclo proteccionista y antiglobalizador. El mejor ejemplo es el propio Trump, admirado por Milei, quien renunció a la globalización por el impacto que tuvo la liberación comercial en la desindustrialización de los Estados Unidos y a partir de ello aplicó políticas proteccionistas contra todos sus socios comerciales, en particular contra China. Por su parte, el presidente Biden ha continuado con esas mismas políticas ante el resto del mundo aplicando generosos subsidios para mejorar su competitividad en tecnologías de punta.
Volverán las relaciones carnales con los Estados Unidos
Milei ha señalado que sus dos principales aliados serán Estados Unidos e Israel y que no quiere saber nada con gobierno comunistas como China, Brasil (SIC) y otros. Volverán entonces para Argentina las relaciones carnales que impulsó Menem en los años noventa.
Pero el asunto no es fácil ya que Milei tendrá que encontrar manera de vincularse con Brasil y China, países que son los dos principales socios comerciales de Argentina. Y con los cuales, además, existen importantes proyectos de inversión.
Con cierta ingenuidad en política internacional, Milei parece convencido que basta con el mercado y el empresariado privado para vincularse económicamente con el mundo.
A ello se agrega, en momentos de una inmensa deuda que debe ser renegociada y requerimientos urgentes de dólares (sobre todo si quiere terminar con el Banco Central), que Argentina tendrá que hacer uso del aparato del Estado, para solicitar a otros Estados que avalen los programas que tiene el país con el FMI, el BID, la CAF, el Banco Mundial y otros organismos.
Su otro desafío en política internacional será restablecer su vínculo con la Iglesia Católica, a cuyo máximo líder, el papa Francisco, el libertario llamó maligno y amigo de dictadores. Un país tan católico como Argentina lo requiere.
Así las cosas, no se ve nada bien el futuro de la política internacional del gobierno de Milei. No sólo afectará su gestión, sino pondrá seriamente en cuestión el Mercosur y el interés de avanzar en la siempre retrasada integración regional en Sudamérica.
Con nuestro país también se ven oscuras las relaciones. Sus dichos exigen disculpas, al referirse al presidente Boric, cuando triunfó en las elecciones:
“Entre izquierdosos se juntan, o sea entre empobrecedores se juntan, y así como esperamos sacar la plaga kirchnerista, en realidad toda la plaga socialista que azota a Argentina por más de cien años”. “Espero que ustedes tengan la dicha y la altura como para poder sacarse también a este empobrecedor de Boric”
Gobierno con minoría en el Congreso
El extremismo del presidente Milei se verá enfrentado con un Congreso adverso. Chocará con la institución responsable al menos de aprobar eventuales reformas para bajar impuestos o cambios en el sistema de pensiones que propone su programa de gobierno.
Libertad Avanza contará con solo 38 diputados en una cámara de 257 miembros, mientras que sus senadores serán 7 sobre un total de 72. El economista ultraliberal no cuenta tampoco con gobernadores de su partido.
En consecuencia, la alianza para el balotaje con Mauricio Macri y la excandidata Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, resulta clave para garantizar la gobernabilidad. Sin embargo, esta coalición política se encuentra en proceso de disolución por discrepancias en el apoyo a la candidatura de Milei.
Por otra parte, en un país federal como Argentina el presidente requiere el apoyo de los gobernadores en las provincias, la mayoría peronistas. Libertad Avanza tiene sólo tres intendentes (alcaldes), de pueblos con menos de 2.000 habitantes. Es todo un desafío. Por ahora apuesta a capitalizar el triunfo electoral en la mayoría de las provincias, pero aquel éxito obedece a razones muy diversas asociadas al desgaste del peronismo más que a los contenidos de sus propuestas económico – sociales.
Entonces, Milei será un presidente extremadamente débil, lo que llevará a extremos la confrontación entre oficialistas y opositores, factor que ha aumentará la inestabilidad y el deterioro de la economía.
Recortar derechos sociales: un horizonte de violencia
Milei se propone reducir el número de ministerios de los 18 actuales a ocho y recortar los subsidios a las tarifas de servicios públicos y programas sociales, lo cual prevé un escenario de conflictividad social con sindicatos y organizaciones sociales peronistas y de izquierda.
Plantea un “sistema de cheque educativo” (vouchers a la demanda) para que los padres elijan a qué colegio quieren enviar a sus hijos y terminará con los subsidios a los hospitales públicos.
En suma, habrá un gran recorte del gasto en políticas sociales y, en adelante, se licitarán al sector las que sean necesarias.
Neoliberalismo ligado al conservadurismo, ya que Milei se propone derogar la ley que legalizó el aborto, llamando a un plebiscito.
El panorama es oscuro. Difícilmente los sindicatos, las pymes, los estudiantes y las mujeres se dejarán arrancar derechos de larga data.
En su discurso, tras proclamarse ganador en las elecciones, Milei reconoció que «hay gente que se va a resistir, que quiere mantener privilegios. A ellos les digo: ‘dentro de la ley todo; fuera de ella, nada’”.
Y amenazó: «Cuando hay un delito, se lo reprime. Ya estamos trabajando para justamente mantener el orden en las calles». «Dentro de la ley, todo, fuera de la ley, nada. El que las hace, las paga«.
Las “callecitas de Buenos Aires” no son los mismo que antes y el interior de Argentina sufre un serio deterioro social. El país tiene hoy el 40% de su población viviendo en la pobreza, así como una inflación anual de 143% en los últimos 12 meses. Este ha sido factor principal para el rechazo de los políticos tradicionales – la “casta política”- que dio el triunfo electoral a un político recién llegado, con un discurso muy reaccionario.
El triunfo de Milei es la protesta contra un régimen político que por décadas ha sido incapaz de resolver las demandas ciudadanas, con un manejo extravagante de la política macroeconómica y que, además, se consumió en una corrupción vergonzante.
Los que queremos Argentina esperamos algo bueno para sus ciudadanos; pero, el discurso estrafalario de Milei y sus políticas anuncian incertidumbre.