Con vastos recursos y credenciales sólidas en energía limpia, América Latina y el Caribe tiene un gran potencial para impulsar un sistema energético mundial más seguro y sostenible, afirma un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) divulgado este miércoles 8.
El experto turco Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, dijo al presentar el estudio que “con increíbles recursos naturales y un compromiso de larga data con las energías renovables, los países de la región ya tienen una ventaja en las transiciones seguras y sostenibles hacia la energía limpia”.
Para empezar, cuenta con uno de los sectores eléctricos más limpios del mundo, “lo que ofrece brillantes perspectivas para futuras industrias de energías limpias”, y las energías renovables, encabezadas por la hidroeléctrica, generan 60 % de la electricidad de la región, el doble de la media mundial, dice el informe.
Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Paraguay, Uruguay y Venezuela obtienen de fuentes renovables entre 80 y 100 % de la electricidad que consumen.
Países como Argentina, Brasil, Chile y México tienen algunos de los mejores recursos eólicos y solares del mundo, y la región posee cerca de 15 % de los recursos mundiales de petróleo y gas natural.
Además, la región es muy importante para la producción de minerales que son componentes esenciales en muchas de las tecnologías de energía limpia de rápido crecimiento de hoy en día, con alrededor de la mitad de las reservas mundiales de litio, y más de un tercio de las de cobre y plata.
El suministro de electricidad limpia de la región asienta las bases para la extracción y el procesamiento sostenible de estos materiales, indica el informe, “Perspectivas energéticas de América Latina 2023”, el primero de su tipo de la AIE para la región.
La AIE, creada a raíz del embargo petrolero árabe de 1973, está integrada por 30 países industrializados, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), y en su mayoría consumidores netos de hidrocarburos. México es el único socio latinoamericano.
Tras elogiar el potencial regional, el informe constata una “brecha sustancial” en la aplicación de políticas necesarias para la transición energética, con avances limitados y uso continuado de combustibles fósiles para satisfacer gran parte de sus necesidades de energía, especialmente para el transporte terrestre.
Eso a pesar de que 16 de los 33 países de la región se han comprometido a alcanzar las emisiones netas cero (de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, CO2) a mediados de siglo o antes, como ha propuesto la serie de conferencias sobre el cambio climático de las Naciones Unidas.
Si la región lograse cumplir los compromisos anunciados por sus países, vería que las energías renovables satisfacen toda la nueva demanda energética de esta década.
Además aumentaría sus exportaciones de petróleo en casi dos millones de barriles (de 159 litros) al día para 2030 (50 % más que en la actualidad), diversificando el suministro mundial y aumentando sus ingresos.
Recursos renovables competitivos también impulsarían la producción de hidrógeno de bajo costo y bajas emisiones, que puede contribuir a descarbonizar la industria pesada y el transporte de mercancías a escala nacional e internacional.
La producción de biocombustibles aumentaría, y los ingresos a largo plazo procedentes de minerales críticos se duplicarían hasta llegar a casi 200 000 millones de dólares, superando a los de los combustibles fósiles.
El informe identifica cuatro acciones clave para reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la energía: acelerar la adopción de las renovables, avanzar en la electrificación de la industria y el transporte, e impulsar la eficiencia energética para moderar el crecimiento de la demanda y el acceso a soluciones limpias para cocinar.
La aceleración de las energías renovables representa 40 % de la brecha de emisiones, al comparar las previstas basadas en las políticas actuales con un escenario en el que se cumplan los compromisos anunciados.
La inversión también debe aumentar sustancialmente. Para cumplir los compromisos, la financiación de proyectos de energías limpias debe duplicarse de aquí a 2030 hasta alcanzar 150 000 millones de dólares, y quintuplicarse de aquí a 2050.
El informe sostiene que las transiciones centradas en las personas también deben enfocarse en proporcionar acceso universal a la energía moderna a precios accesibles, ya que 17 millones de personas en la región carecen de acceso a la electricidad, y 74 millones no tienen acceso a fuentes limpias para cocinar.
Además de abordar las emisiones de CO2, los principales productores de la región pueden reducir las emisiones de metano (otro gas de efecto invernadero) de las operaciones de petróleo y gas en casi un 80 % a bajo costo o sin costos netos.
También sobre la base de los compromisos anunciados, las emisiones procedentes del uso de suelo y la agricultura, que representan actualmente la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de toda la economía de la región, se reducen a finales de la década y llegan a cero neto.
El documento recuerda además que 85 % de los bosques de la región se encuentran en países que forman parte del Compromiso de Glasgow de 2021 (adoptado por países con grandes superficies boscosas) cuyo objetivo es detener la deforestación para 2030.
Birol comentó que el informe “muestra que la formulación de políticas de apoyo y la cooperación internacional son esenciales para garantizar que la región pueda aprovechar al máximo su notable potencial energético”.
“Es un hito en nuestro trabajo con los países de América Latina y el Caribe, y esperamos poder expandir la colaboración regional y bilateral inspirada en su análisis, estableciendo un camino claro para que los países alcancen sus objetivos energéticos”, concluyó el responsable de la AIE.