A menudo oímos que los medios de comunicación oficiales nos proporcionan información objetiva, mientras que las redes sociales independientes están llenas de todo tipo de materiales, pero gran parte de ellos son desinformación, teorías conspirativas y discursos de odio.

Esto a veces es cierto, pero hay otra cara de la moneda. Aunque a menudo son críticos con los gobiernos en cuestiones de política interior, los principales medios de comunicación los siguen fielmente, incluso ciegamente, cuando se trata de política internacional. Hay mucho periodismo de investigación sobre cuestiones políticas, sociales y administrativas, pero muy poco sobre geopolítica. En el conflicto entre Estados Unidos y Rusia en Ucrania, por ejemplo, no conocemos demasiados periodistas occidentales en activo (reporteros, editorialistas, columnistas) de los principales medios de comunicación que hayan puesto una nota muy diferente a la del discurso oficial de los Estados miembros de la OTAN y sus temas de conversación acordados: la agresión rusa no provocada, la megalomanía de Putin, las diversas enfermedades que se dice que padece (múltiples cánceres, neumonía, Alzheimer y otras), la debilidad e incompetencia de Rusia, Zelensky el héroe intrépido e intachable, Ucrania libre de nazis, las victorias ininterrumpidas de Ucrania («Ucrania está ganando»), el silencio sobre la triste situación de los rusoparlantes en Ucrania, etc.

No oímos a menudo que podría tratarse de una guerra de poder contra Rusia dirigida por Estados Unidos, o incluso de una guerra hecha inevitable y deseada por Estados Unidos. Leyendo estos medios, uno nunca sabría que Estados Unidos se había asociado con una camarilla de líderes de extrema derecha y a veces neonazis (responsables del golpe de Maidan, de leyes rusófobas y de una guerra civil contra el Donbass) que comprometieron a todo el pueblo ucraniano contra su voluntad (los ucranianos votaron por la paz en las elecciones presidenciales de mayo de 2019) en una operación de la OTAN para amenazar a Rusia. Estos medios pasan rápidamente por alto el hecho de que el colapso prometido de Rusia se disipó a principios de 2022 en las brumas de la infosfera, que la proclamada escasez de Rusia se ha traducido en realidad en un arsenal ilimitado, que las cacareadas victorias de las fuerzas de Kiev han dejado un ejército desangrado y aplastado en la «picadora de carne» rusa, que Rusia ha destruido todas las armas milagrosas entregadas a Kiev por Occidente, que las economías de los «aliados» europeos van en picado debido a las «sanciones» antirrusas, etcétera. Sin embargo, esto es lo que muchos intelectuales y periodistas independientes saben y explican, mientras que los medios de comunicación occidentales, que viven en un «universo paralelo», mascullan las historias fabricadas por sus gobiernos.

En el contexto actual de un genocidio en curso en Gaza, la reserva parece ser la consigna entre nuestra prensa, así como entre los líderes políticos occidentales. Repiten el mantra utilizado durante décadas cuando Israel ataca a sus vecinos («Israel tiene derecho a defenderse»), mientras se avergüenzan de soportar lo odioso de una masacre de civiles a gran escala en tiempo real. Así que hay menos unanimidad en los medios de comunicación oficiales, e incluso una aparente neutralidad que permite cierta pluralidad de opiniones. Manteniendo un perfil bajo sobre el martirio de Gaza, estos medios hablan abiertamente sobre el vandalismo, la incitación al odio y los actos violentos en las comunidades locales, especialmente contra la judía. Se trata, sin duda, de actos censurables, pero la denuncia de estas ofensas individuales contrasta con la contención acerca de los crímenes masivos cometidos en Gaza. El efecto general es reforzar la política genocida de Netanyahu. Puede continuar su limpieza étnica con impunidad; los medios de comunicación mirarán hacia otro lado.

Una perspectiva diferente

Desde el punto de vista de muchos investigadores, periodistas y columnistas independientes, el aire de los medios de comunicación oficiales está contaminado y el público aturdido por la incesante propaganda proestadounidense, que excluye todo pensamiento discrepante. No se escatiman esfuerzos para conseguir que la opinión pública renuncie a sus facultades mentales y funcione únicamente con la emoción y los estímulos aplicados por los medios de comunicación de derechas. Desde el punto de vista de estos intelectuales y periodistas independientes, se vierten sobre el público montones de tonterías durante todo el día en una campaña mediática para tratarlo como a un niño y transformarlo en materia maleable a voluntad. Condicionamiento, formateo, lavado de cerebro (o más bien envenenamiento): la operación ni siquiera se disimula. El objetivo es claro: hacer que la opinión pública acepte el conflicto bélico, y ponerla en pie de guerra.

El conflicto en Ucrania ha demostrado ser un campo de pruebas sin precedentes para los métodos de imposición del pensamiento único, estimulando reflejos pavlovianos y creando reacciones de masas. Se trata de un hecho grave, que probablemente se repetirá a medida que se intensifique la lucha global a favor o en contra de la hegemonía estadounidense, a favor o en contra de un mundo unipolar y centrado en Estados Unidos. De ahí la importancia de contar con fuentes de información creíbles.

Formulada en Washington, la línea oficial es retransmitida por los gobiernos «aliados» y repetida hasta la saciedad por los medios de comunicación institucionales (o comerciales), ayudados por «expertos» y «analistas» ideológicamente ortodoxos y elegidos a dedo. Solo en tiempos de guerra presenciamos tal unanimidad mediática y política, y tal regimentación general. La alineación de los principales medios de comunicación con la «narrativa» urdida por quienes detentan el poder es total. Cómo personas capaces de pensar pueden renunciar a hacerlo cuando se trata de la lealtad a la supremacía estadounidense es una aberración que debería interesar a la ciencia. Uno no puede sino sonreír al escuchar virtuosas defensas de la libertad de prensa, cuando esta misma prensa es partidista, permitiendo sólo opiniones convencionales y descartando su capacidad de cuestionamiento.

Plataformas, sitios web e intelectuales independientes

En este contexto deplorable, es útil, incluso necesario, informarse a través de medios de comunicación alternativos e intelectuales de alto calibre. Existen. Y afortunadamente, porque salvan nuestro honor, al tiempo que libran al público en general de la esclerosis mental en la que lo atrapa la propaganda oficial. Se puede obtener información de las siguientes fuentes (lista no exhaustiva y sin clasificar, adaptada a los lectores en español y en inglés):

Estar atentos a las contribuciones de periodistas, intelectuales, políticos y otros colaboradores independientes, como Noam Chomsky, ex profesor del MIT; Jeffrey Sachs, economista de la Universidad de Columbia; Yanis Varoufakis, ex ministro de finanzas de Grecia; Judith Butler, filósofa del género y las diversidades; José Mujica, ex Presidente del Uruguay; Naomi Klein, destacada periodista de investigación; Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía o el músico Roger Waters, entre muchísimos otros.

En cuanto a medios y plataformas, recomendamos los siguientes:

  • www.surysur.net, plataforma especializada en noticias del Sur Global
  • www.elciudadano.com/cl/
  • www.pressenza.com, agencia noticiosa internacional en 8 idiomas por la paz y la no violencia
  • www.democracynow.org/es/, noticias y análisis internacionales en español
  • prensaopal.cl, agencia chilena con un enfoque opuesto al de los medios tradicionales
  • www.resumenlatinoamericano.org, plataforma latinoamericana de amplio espectro informativo
  • prensarural.org/spip/, desde Colombia con las comunidades campesinas en resistencia

 

Conclusión

En un contexto de apabullante pobreza informativa de los grandes medios de comunicación y de peligro de ignorancia generalizada, estas fuentes de información desempeñan un papel social indispensable. Incentivan la reflexión, la ponderación de los hechos y no dejarse llevar por la propaganda rimbombante y de gran presupuesto. La apertura de espíritu y la actitud crítica deben prevalecer en todo momento.

Contrariamente a lo que nos dicen los creadores de las narrativas oficiales, en estas plataformas, sitios e intervenciones independientes no hay «teorías de la conspiración», desinformación ni «odio». Tales calumnias se lanzan libremente contra todo lo que se sale del pensamiento dominante. Por el contrario, la información que se puede recabar en ellos conduce muy a menudo a una visión mucho más completa de las situaciones, a veces totalmente opuesta a la línea oficial en la que insisten los medios de comunicación dominantes.

 

Traducido y adaptado del inglés ‘Genuine information on major international issues: Ukraine and Palestine’ by Samir Saul and Michel Seymour, por  David Meléndez Tormen