Claude AnShin Thomas es un antiguo veterano convertido en monje budista dedicado a la causa de la no violencia y a poner fin a todas las guerras, tanto internas como externas, que asolan a la humanidad.
¿Qué nos puedes contar de tu viaje humano y espiritual?
El viaje humano y espiritual se aborda con mayor profundidad en el libro “At Hell’s Gate, A Soldier Journey From War To Peace”.
Una breve sinopsis de mi viaje humano y espiritual es que crecí en una familia abusiva, mi madre era la principal abusadora. Mis padres se separaron y se divorciaron cuando yo era bastante joven. Crecí con mi padre. Me alisté en el ejército muy joven, a los 17 años. Me ofrecí de voluntario para ir a la guerra, en Vietnam, al cumplir los 18 años. Participé en combates bastante duros y continuos. Me hirieron y pasé un tiempo en un hospital militar. Salí del hospital y del ejército adicto a los narcóticos que me daban para el dolor. Viví sin hogar durante unos dos años.
Después de la guerra, fui incapaz de mantener un trabajo durante mucho tiempo. No podía mantener ningún tipo de relación íntima. Los recuerdos de la guerra no me dejaban en paz y era incapaz de dejar las drogas, incluido el alcohol. El 28 de mayo de 1983 ingresé a una clínica para dejar las drogas (incluido el alcohol). Desde entonces no he vuelto a consumir ninguna sustancia tóxica.
Tras 7 años de abstinencia, me encontré en un retiro budista con otros veteranos de combate de la guerra de Vietnam. Allí me introdujeron en la práctica de la meditación. La práctica que se enfatizaba era que la meditación y la vida diaria no eran dos cosas. Lo que se me presentó en este retiro fue una práctica espiritual disciplinada que desde entonces me ha ayudado a descubrir cómo lo que una vez percibí como mi mayor pasivo se convirtió en mi mayor activo.
¿Cuál es tu misión y prioridad actuales?
Se puede encontrar información acerca de lo que está ocurriendo alrededor de mis ideas en www.zaltho.org o www.zaltho.de or www.zaltho.it. En realidad no tengo una misión en el sentido puro de la palabra. Cuando me ordené, hice los votos de un monje mendicante. Parte de esos votos consiste en aceptar todas las invitaciones que me llegan. Así que organizo retiros en los que transmito lo que se me transmitió: que la meditación y la vida cotidiana no son dos cosas. La base es una práctica sentada comprometida, sostenida y disciplinada. Así que recomiendo a todos los que se reúnen que empiecen una práctica disciplinada sentándose cada mañana y cada noche durante un mínimo de 5 minutos.
Mi prioridad es despertar a las raíces de la guerra, la violencia y el sufrimiento que hay en mí. Comunicar a todos aquellos con los que tengo el privilegio de reunirme, ya sea a través de charlas públicas o retiros, que si quiero que el mundo sea diferente tengo que vivir de otra manera. El proceso no consiste en intentar cambiar el mundo, sino en darse cuenta de que, a medida que yo cambio, el mundo cambia también.
En este momento aparentemente oscuro de los acontecimientos humanos, ¿qué mensaje crees que es prioritario dar a la humanidad?
Que si quiero que el mundo sea diferente entonces tengo que vivir de otra manera. Que el mundo y yo no somos dos cosas distintas.
«Sólo podemos convertirnos en paz»: ¿Es en la comprensión del sufrimiento donde la humanidad puede progresar radicalmente?
No comparto la idea de que el progreso deba ser radical. La clave está en comprender la naturaleza del sufrimiento. Esto, la naturaleza del sufrimiento, descansa en todas nuestras ideas de las cosas. Por ejemplo: mucha gente me dirá que no quiere sufrir, que quiere ser feliz. Pero al intentar que el mundo se ajuste a nuestras ideas de felicidad, de seguridad y de comodidad, estamos creando sufrimiento.
Thich Nath Han subrayó la importancia de la resolución no violenta de los conflictos internos y externos: ¿qué podría decir hoy ante conflictos terribles como el de la actual Palestina?
No tengo la menor idea..
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen