En estos momentos el pueblo autóctono, originario desde hace más de 8.000 años y armenio de Artsaj (conocido en occidente como Nagorno Karabaj), es obligado a marcharse a pie de sus tierras, de sus casas, de sus barrios, de sus instituciones, hasta de su vida para intentar salvarse de morir en el genocidio desatado por Azerbaiyán y busca desesperadamente exiliarse en la República de Armenia o vaya a saberse dónde, ante la atenta mirada del mundo “civilizado” que observa, como un plateísta frente a un espectáculo, cómo un pueblo soberano e indígena es doblegado ante la fuerza bruta con la complicidad de las grandes potencias geopolíticas que por intereses mezquinos de
dinero y poder, se quedan inmóviles traicionando los principios y valores permanentes que nos diferencian como seres humanos.
Por dinero y posicionamiento geopolítico, estos países importantes que se consideran virtuosos y poderosos, que dirigen al mundo enarbolando banderas de confraternidad, que generan discursos llenos de palabras altisonantes o grandilocuentes y que rápidamente se autocolocan del lado del bien, ya han traicionado a la Nación Armenia en los primeros años de la década del veinte del siglo pasado, apoyando a un enemigo bélico, derrotado y bárbaro como Turquía en nuestro desmedro, a pesar de que Armenia colaboró con más de 500.000 caídos luchando a la par en la Primera Guerra Mundial. Lo han vuelto a hacer en la década del noventa cuando ignoraron adrede al Estado Armenia que ellos mismos reconocieron en 1920, para propiciar un nuevo Estado armenio llamado República de Armenia, dividiendo al pueblo armenio en dos Estados. De nuevo, cuando colocaron los justos reclamos del pueblo armenio de Artsaj en una congeladora durante 30 años, a pesar que ese valeroso pueblo resistió y venció en una guerra que le impuso Azerbaiyán para apropiarse ilegalmente de su territorio. En 2020 permitieron que Azerbaiyán y Turquía cometieran todo tipo de crímenes de guerra contra la población civil de Artsaj durante 44 días para que Azerbaiyán se apropiara del 85 por ciento de territorio soberano armenio. A fines del año pasado, se hicieron los distraídos con el bloqueo al corredor de Lachín que estuvo cerrado por 10 meses, aún cuando pudieron liberarlo en minutos, llevando a los 120.000 pobladores de Artsaj al borde de la inanición, y ahora que el dictador que preside Azerbaiyán ordenó bombardear con artillería pesada y de última tecnología a las ciudades armenias para apropiarse del 15 por ciento restante, prefieren observar la catástrofe de nuestro pueblo sin mover un dedo mientras cuentan dinero y especulan a costa de la dignidad de hombres, mujeres, ancianos y niños que los interpelan como cómplices de esta barbarie.
Hasta estuvieron a punto de permitir que este nuevo genocidio extermine físicamente a todos los habitantes (como ocurrió en 1915) si el pueblo de Artsaj no hubiera decidido replegarse para sobrevivir, exterminio que todavía puede ocurrir perfectamente mientras el mundo “civilizado” siga jugando al “yo no fui” y siga permitiendo a Aliev hacer lo que quiera.
¿Qué diferencia hay entre el que usurpa una Tierra y exige a los pobladores originarios de ella a practicar un éxodo masivo indigno, injusto y horroroso, con los que pudiendo detener este episodio y hacer justicia al respecto, miran callados por televisión y por el celular esta increíble limpieza étnica en pleno siglo XXI?
Ninguna.
Ustedes, grandes potencias del mundo, son corresponsables por omisión de lo que le permiten hacer a Azerbaiyán ahora, como siempre se lo han permitido a Turquía.
Les pido encarecidamente a todos los que hablan o escriben sobre el valeroso pueblo de Artsaj que dejen de mencionar una mentira histórica que se pretende instalar y que consiste en sostener que Artsaj pertenece a la integridad territorial de Azerbaiyán.
Artsaj nunca formó parte de Azerbaiyán. Jamás. Existen innumerables pruebas históricas, documentales y jurídicas, desde documentos elaborados en la Sociedad de Las Naciones en diciembre de 1920, pasando por las consideraciones documentadas por el presidente estadounidense Woodrow Wilson al dictar el fallo de arbitraje internacional que delimitó las fronteras legales entre Armenia y Turquía, como documentos emitidos por las
autoridades de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán que reconocen expresamente su ajenidad a Artsaj y que ésta siempre perteneció a Armenia.
La mentira histórica se apoya únicamente en un decreto firmado por Josef Stalin en el año 1921 que con el fin de conseguir una pseudo domesticación a los fuertes nacionalismos como el armenio y en pos de imponer una doctrina económica, política y social que le permita arbitrar a su antojo, cedió la administración de dos provincias históricas armenias a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Estas provincias son Najicheván y Artsaj.
Esa administración impuesta desde el buró central de la URSS logró que los azeríes realizaran una limpieza étnica en Najicheván, asesinando en masa a sus habitantes originarios, autóctonos y milenarios armenios, obligando a huir a los que lograron sobrevivir y además, cuidadosamente, eliminaron todos los vestigios culturales milenarios armenios de nuestra querida provincia.
En Artsaj no pudieron hacerlo porque el pueblo, más aguerrido, combatió a la administración y ella nunca hizo pie ya que el pueblo armenio de Artsaj no pudo ser sometido nunca, tampoco ahora después de que bombardearan nuevamente a la población civil, a pesar del repliegue obligado para asegurar la sobrevivencia.
Al finalizar la sovietización, el egoísmo y la defección de los dirigentes armenios soviéticos, como buenos hijos del régimen, pragmáticamente y para continuar en el poder decidieron una independencia sólo para ellos y los 29.000 km2 que les quedaban para gobernar. Con ello, dieron la espalda a todos sus hermanos armenios que estábamos diseminados en los cuatro puntos cardinales, merced al genocidio al que fueron sometidos nuestros antepasados, y también ignoraron reivindicar los derechos del Estado Armenia reconocido en 1920 y del que ellos formaban parte, aunque se encontraran sovietizados.
El reconocimiento internacional realizado en 1991 a un nuevo Estado armenio que no incluía a Artsaj dentro de su territorio, ni a las poblaciones de Armenia Occidental que formaban y forman parte del Estado Armenia reconocido en 1920 (ya que está plenamente vigente), selló la suerte política y jurídica de Artsaj (como también de Najicheván, por supuesto) cuyo pueblo no tuvo más remedio que intentar que el mundo los reconozca como una República independiente y allí comenzó a circular y a tomar forma la mentira histórica de Azerbaiyán de intentar apropiarse de un suelo que nunca le perteneció.
Allí y mediante los petrodólares de Azerbaiyán, historiadores y periodistas empezaron a llamar “separatistas” a los pobladores originarios, milenarios armenios de un suelo que pertenece al Estado Armenia reconocido en 1920, y con ese término dieron y dan legitimidad a los intentos de Azerbaiyán de apropiarse ilegalmente de un territorio que siempre le fue ajeno.
Como geopolíticamente el mundo le sonríe a Azerbaiyán por gas, petróleo y por ser aliado occidental en contra de Irán y de otros objetivos en la zona, el clan Aliev descansa en la tranquilidad que ningún país del mundo reconocerá a la República de Artsaj y sabe que tiene vía libre para actuar a placer y hacer y decir cualquier cosa, y así lo hace, enterado que no será desmentido por el mundo, con las aisladas excepciones de las personas honorables que tienen respeto por los principios y valores permanentes e inmateriales y que esporádicamente tienen el valor para refutar estas falsedades, sufriendo las vituperaciones de las diplomacias turcas y azeríes que actúan en tándem.
Azerbaiyán es un país sin historia, con registro impreciso recién en el año 1918, pero le dicen al mundo que son originarios de las zonas que gobiernan, cuando son tártaros que descienden del Asia central, mintiendo con total impunidad.
Artsaj era la décima provincia del antiguo Reino de Armenia en la era de Dikrán Tigrán el Grande, rey de reyes, armenio que dominó toda la Mesopotamia y aliado de la Roma Imperial, entre los años 95 y 55 aC.. Toda la zona del Alto Karabaj siempre ha sido parte de la Nación Armenia y jurídicamente Artsaj es una provincia del Estado Armenia reconocido internacionalmente en 1920, Estado con completa y plena vigencia en la actualidad y que hoy tiene una continuidad jurídica mediante la constitución de la República de Armenia Occidental, que se pergeñó en 2004 para terminar de constituirse en 2011.
La República de Armenia Occidental, como Estado continuador de un Estado reconocido como Sujeto de Derecho Internacional, se opone en las Naciones Unidas a estas falsedades que invocan Azerbaiyán y Turquía, haciendo escuchar la voz de los habitantes armenios originarios, defendiendo su derecho a la autodeterminación y solicitando la restitución de Nuestras Tierras usurpadas por estos Estados desde el Consejo de Derechos Humanos en las Naciones Unidas, con sede en Ginebra. Pero el mundo “civilizado” que tendría que imponer a Turquía la imputación de haber cometido el primer genocidio del siglo XX contra el pueblo armenio y que tendría que estar del lado
de la Nación Armenia para reinstaurar a la República de Armenia Occidental en sus tierras milenarias y ancestrales de más de 8000 años de historia, hoy es cómplice tristemente de las dictaduras de Aliev y Erdogan, a costa de personas humildes y valientes que son devastadas por esta complicidad.
Nosotros, los armenios no cesaremos nunca de reclamar justicia y de ir por lo que nos corresponde, por cada una de nuestras provincias milenarias que han sido reconocidas armenias por el derecho internacional y que se encuentran usurpadas por Turquía y Azerbaiyán.
Hoy todos parecen festejar el éxodo masivo, triste y lamentable de un pueblo soberano y valiente al que obligan a mancillarse para sobrevivir.
Pero advertimos a Azerbaiyán, a Turquía y al poder geopolítico, que a lo largo de la historia estas victorias efímeras no son la regla sino la excepción. Los armenios seguimos siendo un pueblo humillado y ofendido al decir de Dostoyevski, pero ya no jugamos el papel de víctimas. En cualquier momento pueden surgir del seno del pueblo, patriotas que pongan las cosas en su lugar, como históricamente ya ha sucedido, y cito a la acción justiciera de la operación Némesis como un antecedente histórico que recientemente mereció un monumento en Ereván.
Artsaj, Najicheván junto a todas nuestras tierras de Armenia Occidental deben ser liberadas y recuperadas para la armenidad.
Dejen de mentir.
Artsaj no formó ni forma parte de la integridad territorial de Azerbaiyán.
Artsaj es Armenia.
Si bien jurídicamente ha quedado fuera de la República de Armenia como todos los armenios que estamos en la llamada Diáspora Armenia como consecuencia del genocidio turco contra nuestro pueblo, Artsaj hoy pertenece jurídicamente a la República de Armenia Occidental y su pueblo volverá a sus Tierras junto a todos los armenios del mundo que exigimos justicia.
Dr. Guillermo A. Karamanian
Cónsul General de la República de Armenia Occidental en la República Argentina
Արևմտեան Հայաստան