Los libros sagrados contienen los principios teológicos y juegan un papel crucial en la transmisión de la fe. La Biblia en el cristianismo, el Corán en el islam, la Torá en el judaísmo son textos que se enseñan desde la cuna, pasando a constituir verdades absolutas, irrebatibles y excluyentes.
Ha habido guerras por motivaciones estrictamente religiosas en el pasado, pero la historia nos demuestra que, en su mayoría, las guerras han estado motivadas por una combinación de factores en que predominan los económicos, territoriales, étnicos y políticos. Cualquiera sea la motivación, las consecuencias de la guerra son siempre devastadoras.
Las tres religiones mencionadas más arriba, y que predominan en la cultura occidental y de oriente medio, consagran el principio del “ojo por ojo” que implica igual o peor castigo al crimen cometido satisfaciendo así la venganza anhelada por la víctima y la sociedad. Su origen religioso puede explicar el por qué este principio está tan arraigado en las relaciones humanas y en las relaciones entre Estados, y se hace tan difícil dar el primer paso en la construcción de una convivencia pacífica.
Siempre será más fácil aplicar el “ojo por ojo” porque no requiere del coraje de dialogar y buscar una sana convivencia. Como dice la canción “Dale una oportunidad a la paz” de John Lennon, “La paz no es algo que se desea, es algo que se crea y que se puede lograr si hay voluntad”. En muchas partes del mundo no existe dicha voluntad.
Es lo que estamos viendo en oriente medio. Un conflicto de larga data en el cual los líderes exhiben justificaciones religiosas, que se repiten incansablemente porque así es más fácil identificar un enemigo y alinear a su propia gente. Y en la búsqueda de una justicia bíblica, “ojo por ojo”, se están cometiendo atrocidades y barbaries inimaginables, que deben ser condenadas sin ambigüedades ni titubeos.
La fuerza de la política y de los medios de comunicación, que también responden a intereses políticos, promueven la polarización, de tal manera que quien condene la violencia de ambos lados se le hace ver como un traidor. Condenar la violencia perpetrada por quienes uno siente simpatía, no es traición, es colaborar en los primeros pasos para lograr la paz.
Niñas y niños nacen libres de mal y de prejuicios. Son una hoja en blanco que comienza a ser escrita por el mundo adulto, y por ello es importante distinguir siempre entre las organizaciones y las personas. En la situación de oriente medio, ser israelí o sionista no es lo mismo que ser judío, y ser de Hamas o la Jihad Islámica no es lo mismo que ser palestino. Chile, con una numerosa comunidad palestina y judía, han sido ejemplo de buena convivencia y colaboración, y nuestro país puede ser una aporte siendo muy claro y directo como lo ha sido hasta ahora.
Toda guerra, por terrible que sea, puede servir de ejemplo en el aula para sacar lecciones y educar. Buscar el “ojo por ojo” es ir en contra de los avances civilizatorios que buscan contar con un Estado de Derecho, reconocido y legítimo, que solucione los conflictos entre las partes evitando la violencia y las barbaries.