por Isabella Arria y Aram Aharonian

Al reiterar su apoyo a Israel ante la ofensiva de Hamás, la treintena de miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) instaron a Israel a “defenderse proporcionalmente contra estos actos de terrorismo injustificables”. Junto a su socio mandatario, Estados Unidos, tendrá que enfrentar las consecuencias de su complicidad con lo que su aliado será capaz de hacer ahora.

El compromiso es firme, pero las consecuencias de este respaldo sobre la estrategia estadounidense en Oriente Medio podrían ser desastrosas para Washington en Oriente Medio y resquebrajar el frente unido contra Irán que busca entre sus aliados árabes, especialmente Arabia Saudí. La Franja de Gaza puede convertirse en el Armagedón del que tantas veces habló Biden en relación con la invasión de Ucrania por Rusia.

Las inteligencias israelí y estadounidense quedaron mal paradas, tanto como lo hiciera ésta última en 2001 al no tener ni idea de los atentados del 11-S. Israel no sólo es considerada como una potencia militar, sino también tecnológica, pero ninguna de las dos le sirvió para prever, conocer e impedir lo acontecido, pese a que su Unidad 8200 dentro de las Fuerzas de Defensa de Israel ha invertido miles de millones de dólares en Inteligencia Artificial (IA), con la que espiar cualquier comunicación en Gaza.

La primera víctima de la guerra siempre es la verdad (ya lo había dicho Esquilo 2.500 años antes nuestra era). Los medios de todo el mundo tan occidental y cristiano difundieron -en la campaña paralela de terrorismo mediático-, la fake (mentira) que había lanzado un diario afín al gobierno ultraderechista israelí: “40 bebés israelíes decapitados”en el atentado cometido por Hamás en Kfar Aza.

Con la sospecha de que pudiera tratarse de otra maniobra propagandística israelí, la periodista que firma la “exclusiva” de los 40 bebés decapitados explica que su fuente fue un soldado israelí que dice que cree que pasó, pero que no está seguro. Una maniobra de distracción que pretende convertir a los palestinos en los animales y bestias que describe el ministro de Defensa israelí. Y el inefable Biden promociona la fake: «Nunca pensé que vería y confirmaría imágenes de terroristas decapitando niños”.

Varios socios de la OTAN indicaron que ya están brindando apoyo práctico a Israel. La guerra desencadenada entre Israel y Hamás, si continúa, más allá del riesgo de desencadenar una conflagración regional de consecuencias devastadoras, puede tener consecuencias nefastas también en Europa, como las desencadenadas por la guerra en Ucrania: aumento de los precios del petróleo y de gas, crisis de inmigrantes, nueva ola de racismo.

Si bien son conocidos los lazos entre Biden y Netanyahu desde hace décadas,  el radicalismo de extrema derecha   -fundamentalismo judío, político y religioso- del gobierno israelí, pone las cosas muy difíciles a la diplomacia estadounidense, sobre todo con la presión de la calle responsabilizando al primer ministro israelí de lo ocurrido con Hamás. Hoy es más fácil respaldar la opción bélica que la mediación.

Para atajar la deserción entre los países árabes que tienen buenas relaciones con Washington, en caso de un ataque a gran escala israelí sobre Gaza, Blinken anunció en Tel Aviv que se reunirá con los líderes de Arabia Saudí, Catar, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. Para los analistas, el mensaje de EEUU es claro y está dirigido a Hizbulá y al propio Irán. «Se lo estamos diciendo claro a los iraníes. Tengan cuidado», dijo Biden, montado sobre su aspiración de globalizar la guerra.

Los halcones de Washington y la OTAN sueñan con globalizar la guerra, llevarla a todo el mundo. La de Ucrania se recordaría -si quedara alguien con vida en una conflagración que amenaza con ser la última para la humanidad- como un mero conflicto ex soviético.

Mientras, la UE no aclaró sobre el supuesto bloqueo de las ayudas económicas que la UE tenía previstas para Palestina, unos 691 millones de euros en total, con la excusa de crear “instituciones responsables para un futuro estado palestino y el apoyo para el nacimiento de una economía autosuficiente”.

De cara a las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo año, donde los republicanos  lo acusan de ser blando con Irán, supuesto patrocinador de Hamas, el presidente Joe Biden, dijo  que está dispuesto a desplegar fuerzas militares adicionales en Medio Oriente. No sería descabellado pensar que algún país europeo, con el uniforme de la OTAN, se sume a este intento de guerra generalizada.

¿La guerra tiene reglas?

Las tropas de Israel utilizaron fósforo blanco en los ataques lanzados contra Gaza y el Líbano, denunció Human Rights Watch (HRW), y alertó sobre los riesgos de «lesiones graves y de larga duración». La organización de derechos humanos verificó una serie videos tomados los días 10 y 11 de octubre y que «muestran múltiples ráfagas de fósforo blanco disparadas con artillería sobre el puerto de Gaza y dos localidades rurales a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano».

Muchos hablan de la reglas de la guerra. El jefe del Pentágono, Lloyd Austin, destacó que su país no impuso condición alguna a Israel para el uso de su ayuda militar, y ante una pregunta de la prensa respondió: no voy a definir la proporcionalidad. O sea, todo vale.

Para los palestinos, ni medicinas, ni agua, ni electricidad, ni combustible. El hambre y la desesperación como arma política. “Estamos combatiendo contra animales y actuamos en consecuencia”, dijo el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.

Esas reglas de guerra no incidieron durante años en las políticas bélicas de Israel contra la población palestina, sobre todo en Gaza, y han sido denunciadas reiteradamente como crímenes de guerra por Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos.

Israel y sus aliados de Occidente vienen justificando esta estrategia bélica con el argumento de que se encuentra ante una amenaza terrorista donde las reglas de guerra no son fácilmente aplicables. La respuesta de Israel ante los que llama crímenes de guerra cometidos por Hamás ha sido un sitio total a Gaza, lo cual es técnicamente un crimen de guerra por ser un castigo colectivo a una población civil.

La Franja de Gaza, sometida a ataques y un bloqueo total desde 2007, está controlada por las milicias de Hamás, el grupo que el pasado 7 de octubre realizó un ataque armado masivo en territorio israelí. Esos hechos desencadenaron el actual asedio israelí de Gaza, bajo las bombas desde ese día y con 300.000 soldados y centenares de tanques dispuestos a entrar en ese territorio palestino, sin miramiento alguno con sus 2,2 millones de habitantes.

El primer ministro israelí, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, dijo que «cada miembro de Hamás es hombre muerto». Esto significa que no habrá prisioneros y nadie pedirá clemencia. Las fuerzas ultraconservadoras israelíes reclaman que el Ejército arrase los territorios palestinos para después repoblarlos con sus propios colonos, con quienes tienen que lidiar Biden y sus enviados en Tel Aviv.

El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, viajó a Tel Aviv para reiterar la fórmula de que Estados Unidos apoya a Israel, pero evitó reconocer que su gobierno, como todos los anteriores desde 1948, es cómplice de la estrategia bélica israelí, financiando en parte la ocupación militar de Gaza, facilitando la ampliación de colonias en Cisjordania y permitiendo el desarrollo de armas nucleares de su aliado.

Los sucesivos gobiernos de Estados Unidos otorgaron más de 158 mil millones de dólares a Israel desde 1948, con dos tercios de esa suma en asistencia militar, según el informe del Congressional Research Service (agencia oficial de investigaciones del Congreso). Ningún otro país en el mundo recibió monto ni siquiera cercano. Los sucesivos gobiernos de Washington miraron hacia otro lado mientras los israelíes desarrollaban sus armas nucleares.

Desde mediados del siglo pasado Estados Unidos apoyó con todas sus fuerzas (políticas, bélicas, comunicacionales) para obstruir cualquier posibilidad de paz en Medio Oriente, que siempre pasó por la creación de dos estados separados, Israel y Palestina. Y la guinda del postre fue el reconocimiento de Donald Trump de la anexión del este de Jersusalén en Cisjordania.

La periodista británica Helena Cobban, observadora veterana de la región de Medio Oriente, señala en su blog Globalities, que ésta es la política actual, ya que Joe Biden nunca ha revertido eso, ni tampoco el reconocimiento de Trump a la anexión del Golán sirio por Israel.

Fue Estados Unidos el que facilitó ese proceso de expansión de colonias israelíes. En 2010, el rotativo israelí Haaretz encabezó un reportaje así: Los contribuyentes de impuestos estadounidenses están pagando por la ocupación de Cisjordania por Israel.

Washington otorgó una exención fiscal a varias organizaciones en Estados Unidos que construyen colonias israelíes que, en efecto, toman sus subsidios de los contribuyentes de impuestos para usar en la construcción de nuevas colonias.

China aseveró que el quid del conflicto es que se ha negado justicia al pueblo palestino y el presidente francés, Emmanuel Macron, defendió la solución de dos estados, una garantía indispensable para lograr la paz en Medio Oriente y dejó en claro que la lucha contra el terrorismo no puede sustituir este propósito.

El presidente iraní, Ebrahim Raisi, pidió a los países de población musulmana atajar los crímenes del régimen sionista contra la nación palestina oprimida durante una llamada a su homólogo sirio, Bashar al Assad. Raisi manifestó que Irán se coordinará con los países islámicos lo antes posible para frenar el genocidio de los palestinos por parte de los sionistas.

Hoy el mundo asiste a un gobierno israelí más violento y radical que nunca, con la implementación de un plan genocida de aniquilación del enemigo y de control total del territorio, lo que es internacionalmente ilegal, declarado un crimen de guerra por el Derecho Internacional, y que asfixia a la población palestina.

Y ve cómo Occidente sigue mirando para otro lado y carece de la capacidad para contribuir a la construcción de una solución pacífica, que quizá no sea tan rentable para sus empresas de armamentos, ejércitos contratistas, como el genocidio de los palestinos y la reconstrucción de su territorio anexado a Israel, y el negocio de la guerra ¿total, final?, que pareciera que Washington y la OTAN vienen preparando.

 

*Arria es periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada a CLAE. Aharonian es periodista y comunicólogo uruguayo, magíster en Integración, creador y fundador de Telesur, y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 

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