Por Jorge Pardes
Con estupor y dolor recibimos las noticias del atroz e imperdonable crimen cometido por Hamás contra Israel en el contexto de la ilegal y opresora ocupación israelí de Palestina. Una nueva llamarada de violencia prendida por el inaceptable, bárbaro, ataque, del sábado 7 de octubre pasado.
Un profundo repudio surge, los ojos ven y el corazón se niega a creer que los seres humanos puedan ser capaces de semejante crueldad.
Debe ser puesto en palabras, deben describirse las imágenes, necesitamos tomar conciencia de la violencia, conectar con la emoción que describa el registro interno, reflexionar acerca de la violencia y registrarla. Rechazar y condenar la violencia.
Una masacre inimaginable de cientos de ciudadanos en sus casas y en el lugar de una fiesta, secuestros de ciudadanos, de niños de ancianos. Sádicos malos tratos psicológicos a familias cuyos seres queridos habían desaparecido.
La verdad es que esto es un crimen contra la humanidad, un crimen contra todo lo humano.
El horror es insondable y las imágenes que llegan desde los poblados colindantes con Gaza expresan poderosamente la pérdida de toda humanidad.
Un crimen de guerra, entendiendo las leyes de la guerra como una renuncia de la humanidad a la idea de una prohibición absoluta del uso de la fuerza, una renuncia al concepto de no violencia, a cambio de la adopción de un enfoque que establece reglas humanas básicas y restricciones al daño a los civiles.
Pero en los días transcurridos desde la masacre, se acumulan los anuncios del gobierno israelí que muestran que Israel está adoptando oficialmente una política de guerra, cuya principal característica es la violación de las leyes de la guerra en gran escala contra los millones de residentes en Gaza.
El Estado de Israel tiene el derecho y el deber de defenderse a sí mismo y a sus ciudadanos. Fue brutalmente atacado y está obligado a hacer lo necesario para restablecer la seguridad, pero dentro de los límites del derecho internacional.
El actual ministro de defensa, ha afirmado que están: “imponiendo un asedio completo a la ciudad de Gaza. No hay electricidad. No hay alimentos. No hay agua. No hay combustible. Todo está cerrado».
Sus palabras y el tono en que fueron pronunciadas indican que está ordenando a las fuerzas de defensa de Israel que adopten un método de guerra que incluya el hambre y la sed de los ciudadanos de la Franja de Gaza.
No existe ningún contexto en el que tal medida pueda ser legal o moral. Incluso un asedio, que es una estrategia militar que puede ser legal bajo ciertas condiciones, no incluye la privación de medios de supervivencia a los ciudadanos que se encuentran en la zona sitiada, debiendo permitirles salir de ella.
No existe ningún contexto en el que la adopción de un método de guerra que incluya el hambre y la sed de los ciudadanos de la Franja de Gaza pueda ser legal o moral.
Luego de cientos de toneladas de bombas lanzadas sobre Gaza afirman que «el énfasis está en el daño y no en la precisión».
Los combates, especialmente en una zona civil, requieren, según el derecho internacional, tomar precauciones que eviten en la medida de lo posible daños a civiles y a objetos civiles.
Si el énfasis, está en causar el mayor daño posible incluso a expensas de la precisión, está claro que las órdenes dadas no cumplen con la obligación de tomar precauciones. La diferencia se reflejará en los cientos de civiles asesinados en la Franja -mujeres, niños y ancianos- que no participan en combates y viven bajo el régimen dictatorial de Hamás.
La Agencia de Coordinación Humanitaria de las Naciones Unidas informó a la semana de iniciado este proceso, que 130.000 habitantes de Gaza han sido desplazados de sus hogares y alrededor de 400.000 permanecen en zonas donde no hay agua corriente debido a los daños a la infraestructura.
En uno pocos días, un millón de personas pueden encontrarse en una situación similar.
Es doloroso imaginar lo que sucederá en Gaza, si los dirigentes israelíes persisten en su decisión de ignorar las prohibiciones establecidas en las leyes de la guerra.
No es fácil para los israelíes pensar en los derechos de los residentes de Gaza en una semana en la que Hamas cometió crímenes que aún son insondables y en la que la sociedad está de luto y llora.
Pero el desastre en Gaza no espera a que termine el duelo.
El Estado de Israel mantiene a millones de personas bajo un brutal asedio desde hace más de 15 años, con el apoyo de todo el mundo occidental. Es incomprensible e inhumano, y no hay solución para el sangriento conflicto que no incluya, en última instancia, el respeto del derecho de todos los seres humanos, en Gaza y Sderot, a vivir una vida con seguridad y dignidad humana.
Como en la guerra de Yom Kipur, la derrota ya se determinó en el primer golpe. El éxito de Hamás es un acontecimiento estratégico para Israel. El concepto de seguridad se ha derrumbado. La sociedad israelí no volverá a ser lo que era después del 7 de octubre.
Así como la Guerra de Yom Kippur cambió a Israel, ésta también lo cambió. Israel se encuentra en una encrucijada.
No se puede encarcelar a dos millones de personas sin que ello suponga un precio cruel.
Detrás de todo esto está la arrogancia israelí; es como si se permitieran hacer cualquier cosa.
Se están borrando barrios enteros de Gaza. Se está hablando de ocupar la Franja de Gaza y de castigar a Gaza «como nunca antes se había castigado». Pero el pueblo de Gaza hace años que está siendo castigado, ya sea por guerras civiles, por su propio gobierno o por ataques aéreos en represalia desde Israel. Y lo peor aún le espera.
Ahora se deben llorar amargamente por las víctimas israelíes; pero también se debe llorar por Gaza.
Gaza, la mayoría de cuyos residentes son refugiados creados por Israel; Gaza, que nunca ha conocido un solo día de libertad.
La política del gobierno de Israel hacia el pueblo palestino ha sido un desastre, pero nada justifica lo que ha hecho Hamás, matar y secuestrar cientos de civiles, niñas, niños, ancianas y ancianos.
No puede comprenderse ni aceptarse que lo ocurrido pueda ser validado. Nada justifica semejante monstruosidad.
En el kibutz Kfar Aza, uno de los epicentros del ataque terrorista masivo de Hamás del sábado pasado, el general Itai Veruv, jefe del comando de profundidad de las Fuerzas de la Defensa Israelí dijo. «No es una guerra, no es un campo de batalla. Ves a los bebés, las madres, los padres en sus habitaciones, en sus salas de protección y cómo los mataron los terroristas. No es una guerra … es una masacre. Es algo que nunca vi en mi vida. Es algo que solía imaginar de lo vivido por mi abuela y mi abuelo en Europa y otros lugares”.
Ese mismo día, las FDI dijeron que finalmente había recuperado el control sobre la frontera con la Franja de Gaza, unas 72 horas después de que los terroristas de Hamas volaron a través de secciones de la barrera y lanzaron una invasión, matando a más de 1000 israelíes y secuestrando a más de 100 a Gaza.
Mientras Israel continuaba lidiando con la enormidad emergente de las masacres del sábado y el ejército notificaba formalmente a las familias de los rehenes que sus seres queridos estaban detenidos en Gaza, los aviones de la Fuerza Aérea bombardeaban amplias franjas de la Franja.
Mientras tanto, unos 300,000 reservistas fueron convocados para una posible incursión terrestre. Las FDI estiman que hay un pequeño número de terroristas que aún se esconden en el territorio israelí.
Ahora, después de la terrible masacre de civiles israelíes por parte de Hamás y la Jihad Islámica, y del bárbaro ataque a Israel dentro de sus fronteras, hay casi unanimidad en que se debe eliminar a Hamás, ocupar Gaza.
Todo indica que la escalada de violencia recién empieza, siguen apareciendo muertos israelíes en el ataque de Hamás y el ejército israelí, continúa produciendo muertos palestinos.
Para cerrar este mensaje, qué mejor que recordar estas palabras de Silo en 1964.
“Decimos que el hombre piensa en una dirección, siente en otra y actúa en otra diferente. Así, en cada momento vive sin armonía y obra con violencia en el mundo de los otros hombres.
El caos de la humanidad, es el simple reflejo de la desarmonía interna.
De este modo aunque no quiera, el hombre actúa en contra de lo que siente, siente en contra de lo que piensa y piensa en contra de lo que actúa.
No es pues responsable de sus errores porque no sabe lo que hace. Duerme profundamente y su ilusión mayor es creer que está despierto.
Propagamos entre los pueblos la doctrina del despertar, de la no-violencia y de la hermandad.
Accionamos por la liberación interior y exterior del hombre.
Decimos:
Que jamás se responda a la violencia con violencia.
Que las razas se hermanen definitivamente integrando una sola humanidad.
Que ese Dios y esa otra vida más allá de la muerte se busquen en el fondo dormido de uno mismo. En aquel fondo lleno de fuerzas desconocidas y poderes inmensos.
Que todo accionar sea pacífico: No-violencia física; no-violencia económica; no-violencia racial y no-violencia religiosa.
Que nuestros deberes permanentes sean: despertar cada día más armonizado el pensamiento, el sentimiento y la acción y al mismo tiempo, despertar a los demás por la enseñanza y la práctica de ésta, la más humilde y sencilla de las doctrinas.
Salvemos al hombre de la venganza, preparando el camino de la nueva humanidad que ya se acerca.”
Las imágenes son del vídeo oficial del movimiento Women Wage Peace, en 2016 en que la cantante israelí Yael Deckelbaum canta la canción “Oración de las madres (Prayer of the Mothers)» junto a mujeres y madres de todas las religiones. Miles de mujeres marcharon desde el norte de Israel a Jerusalén en un llamado por la paz. Las marchas fueron acompañadas por la ganadora del Premio Nobel de la Paz Leymah Gbowee, que llevó a finalizar la Segunda Guerra Civil de Liberia en 2003, con la fuerza conjunta de las mujeres.