Llegó el momento de pensar en ponerle fin al veto imperial de estos cinco países y refundar de manera estructural el Consejo de Seguridad
Por Andrés Kogan Valderrama*
Mientras seguimos siendo testigos de la masacre contra civiles y la destrucción completa de la Franja de Gaza de parte del Estado de Israel, luego de la matanza indiscriminada de Hamás contra judíos hace unos días, no se ve ninguna posibilidad de salida pacífica a este horroroso conflicto entre fanáticos religiosos y colonialistas.
Esto luego que Estados Unidos vetara una propuesta de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía una pausa humanitaria en Gaza (1), lo que muestra una vez más del fracaso de tal organismo en contribuir en algo a la paz mundial, como ha pasado históricamente desde su fundación, que no fue otra cosa que el reparto imperial del planeta de las potencias victoriosas de la segunda guerra mundial.
De ahí que no debe sorprender que el Consejo de Seguridad sea un organismo de papel finalmente, controlado por cinco integrantes con capacidad de veto a las resoluciones (Rusia, Estados Unidos, China, Gran Bretaña y Francia), los cuales lo han aplicado en innumerables ocasiones, para proteger sus intereses geopolíticos, a costa de la vida de los pueblos.
En cuanto a ejemplos históricos de vetos hay muchos, siendo Rusia el país que más lo ha aplicado, para seguirle luego Estados Unidos, en donde ambos directa o indirectamente han protegido dictaduras, invasiones y verdaderas masacres que han ocurrido en diferentes países, bloqueando la posibilidad de construir un mundo democrático y con respeto pleno de los derechos humanos.
En consecuencia, las cinco potencias imperiales han protegido y validado múltiples horrores de lesa humanidad, como fue el régimen de Apartheid de Sudáfrica, la invasión de George W. Bush a Irak, la feroz represión en Siria de parte de Bashar al-Ásad, la invasión de Vladimir Putin a Ucrania y la colonización sionista de Palestina, quedando completamente impune sus responsables.
Pero lo que mas desconcierta es tener que ver y leer a sectores tanto de izquierda como de derecha en distintos lados en el mundo, criticar los horrores de unos y proteger los de otros, cuando son exactamente lo mismo en términos de crímenes de lesa humanidad y violación a los derechos humanos.
Por eso que me parece inconcebible no empatizar de la misma manera con lo que está pasando con el pueblo ucraniano y palestino, quienes han sido humillados, destruidos y aniquilados por Estados asesinos, que usan todo su armamento y su propaganda para justificar sus genocidios y convencer a muchas personas, que pareciera que no vieran a la humanidad como un todo.
Dicho lo anterior, y ante una inminente amenaza nuclear, así como vamos, llegó el momento de pensar en ponerle fin al veto imperial de estos cinco países y refundar de manera estructural el Consejo de Seguridad, para que de una vez por todas la voz de los pueblos y de las personas moderadas sean escuchadas alguna vez.
Basta de aceptar discursos de odio racistas que inferiorizan y animalizan a pueblos enteros, como pasa con sectores de ultraderecha, pero también basta de la retórica de la celebración de una nueva multipolaridad y de un antiimperialismo de idiotas que valida el autoritarismo y la represión de ciertos gobiernos, como pasa con sectores de extrema izquierda, ya que solo alimentan el fanatismo, el odio y la deshumanización del otro.
En definitiva, ya tocamos fondo y no podemos seguir con la misma burocracia internacional de Naciones Unidas, que se quedó sin ninguna posibilidad de injerencia real frente a tanta aberración cometida por gobernantes corruptos y criminales, que debieran ser juzgados, condenados y encarcelados por todo el daño que le han hecho a la humanidad.
¿Cuántas más muertes y tragedias humanitarias vamos a tener que seguir aguantando, para que el respeto por la vida se ponga en el centro de todo y esté por encima de cualquier tipo de interés particular y de sistemas políticos y económicos inhumanos, que no respetan mínimos democráticos y un piso básico de convivencia pacífica?
Nota:
(*) Sociólogo, diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea y profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Integrante de Comité Científico de la Revista Iberoamérica Social y director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org.