Desde la Red Humanista de Noticias de Salud REHUNO Salud ponemos en marcha un lugar de intercambio donde encontramos una nueva mirada sobre la vida cotidiana basada en una psicología experiencial y existencial (la Psicología del Nuevo Humanismo), y que da unas propuestas concretas de trabajo personal para llegar a un sentido pleno de nuestra existencia y a una vida libre de sufrimientos innecesarios.

No es, por tanto, una psicología terapéutica ni que trate sobre ninguna patología, sino que va dirigida a cualquier persona que quiera comprenderse a sí misma y tener herramientas, si así lo desea, para iniciar un cambio positivo en su vida. El bienestar psicológico es sin duda una de las bases de la salud integral, por ello es un aspecto al que hay que atender. Te invitamos a poner en práctica estas propuestas y también a que te comuniques con nosotros y nos cuentes tu experiencia. ¡Escríbenos!

Por Jordi Jiménez

La reconciliación es un tema fundamental en nuestra psicología del nuevo humanismo. Cuando tenemos un conflicto con otra persona y sentimos que esa persona nos ha hecho daño, nos ha herido, ¿qué hacemos ante esto? ¿Cuál es nuestra pre-disposición, cómo tratamos de resolver esa situación? Una posible respuesta, tal vez la más habitual, es la de desear a la otra persona el mismo mal que nos ha causado a nosotros y tratar de “devolvérsela” haciéndole algo parecido. Es decir, buscamos revancha o venganza. Esta predisposición tiene hondas raíces culturales y un origen muy lejano en el tiempo.

Otra posible respuesta ante los agravios sufridos, que es la que nos interesa, es la reconciliación con la persona implicada. Esto supone tratar de comprender todo lo ocurrido completamente, sin entrar en juicios ni culpas, observando todos los aspectos de la situación vivida. La reconciliación supone el reconocimiento de todo lo que pasó sin buscar culpables. Y entrar en los espacios internos de la reconciliación supone algo más difícil aún: darse cuenta que uno mismo está implicado de alguna forma en lo que sucedió. Ojo! Esto no quiere decir que la «víctima» tenga la «culpa» de lo sucedido. Ya hemos dicho que hay que apartar este sentimiento culposo hacia uno y hacia otros. Estar implicado significa que si he sufrido un daño o he tenido un conflicto con alguien, yo era una de las partes de esa situación, obviamente. Yo estaba ahí, tengo algún papel en el asunto y eso me pone en relación con la otra persona y con lo ocurrido. Incluso aunque mi papel fuese totalmente pasivo, no soy ajeno a lo sucedido.

La reconciliación en perspectiva histórica

Pongamos ahora la reconciliación en perspectiva histórica. Antiguamente cuando alguien producía algún mal a otros se castigaba no sólo a él, sino a toda su familia, destruyendo además todos los bienes que tenían (tierras, casas, etc.). Ante tal desproporción vengativa la ley del ojo por ojo (Código Hammurabi) representó en realidad un avance en este sentido (aunque ahora nos parezca aberrante) porque estableció que no se podía castigar a otros con un daño mayor al producido. Así que, si alguien hacía mal a otros tenía «derecho» a recibir el mismo mal, en su misma proporción. De esta forma la familia y sus bienes quedaban protegidos de la anterior venganza desmedida. La Ley del Talión representó un avance con respecto a la situación anterior de desproporción en los castigos. 

Posteriormente, apareció una actitud mucho más avanzada ante los daños producidos por otros que fue la del perdón y la del olvido. Si alguien hacía mal a otro había que perdonarle y por último olvidar ese agravio sin tenerlo en cuenta a futuro. De esta forma, se trataba de evitar venganzas futuras y buscar una cierta paz mental para la persona agraviada. Desde luego que esa actitud quedaba para las relaciones personales, ya que en el ámbito de la legislación social se mantuvo la antigua actitud del castigo proporcional al daño infligido que aún se mantiene hoy día (aunque las proporciones hayan cambiado con el tiempo).

Por último, llegamos a una nueva propuesta aún más avanzada que es la de la reconciliación. En ella no se trata de perdonar a quien me ha herido, ya que perdonarlo implica ponerme en una posición moral superior y que la otra persona se humille ante mí, se arrodille o agache la cabeza para ser perdonado. Por otro lado, el supuesto olvido no es tal, ya que en el fondo uno no olvida aquello que le hicieron. Así que el olvido acaba siendo una falsificación de la memoria, un disimulo, un «como sí». Uno no olvida aquello que no ha comprendido en profundidad y, por tanto, que no ha podido reconciliar.

Efectivamente, la reconciliación busca la comprensión profunda de la situación hiriente (en la que uno está implicado) y trata de ver a la otra persona como un ser humano, con sus errores, sus frustraciones, sus fracasos y también sus esperanzas y sus anhelos. Busca conectar con lo humano en uno mismo y en el otro. Si se consigue entrar en ese «espacio interno» donde conectas con algo más profundo, sencillamente no hay necesidad de perdonar nada y no hay necesidad de olvidar nada, porque uno ha comprendido realmente lo ocurrido. El corazón y la mente deben quedar limpios, frescos y atentos, sin disimulos, sin cadenas, libres para avanzar en su desarrollo (Silo, 2007).

(Imagen de Anastasia Vityukova)

La reconciliación permite el avance interno

Podríamos decir que la reconciliación permite el avance interno y abre el camino al despertar que los rencores, los perdones y los falsos olvidos cierran. Sin embargo, poner en marcha una actitud reconciliadora no es algo que surja de manera espontánea, sino que es un acto intencional y que tiene que ser muy claro.

Otra dificultad añadida para entrar en el paso superior de la reconciliación es que implica ir en contra de las raíces de nuestra cultura occidental. Hay que reconocer que en nuestra cultura lo que prima es el sentimiento de venganza ante los daños sufridos, a pesar de la antigua propuesta de perdón y olvido. Ya hemos comentado que socialmente se ha mantenido el castigo como forma de respuesta ante los daños, pero individualmente no ha llegado a calar ni siquiera la actitud del perdón en nuestras culturas. Incluso en las escuelas y en la más tierna infancia, se sigue pensando que hay que «castigar» lo que el niño hace mal, llevando ese pensamiento incluso a bebés que, desde luego, no tienen herramientas para integrar y comprender esos castigos. Vivimos en la cultura del castigo que en su momento fue reforzada por la psicología oficial, antiguamente llamada «conductista», que trasladaba esa especie de domesticación animal del castigo y la recompensa a todo tipo de personas, niños y adultos, como si el ser humano fuese un mono de circo que debe ser amaestrado.

En cambio, otras culturas han tratado el tema de la venganza de manera muy diferente, como por ejemplo, la cultura sudafricana con el Ubuntu. El Ubuntu es una filosofía africana cuyo significado es “Humanidad hacia otros”. La palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa. Ubuntu es visto como un modo de vida enfocado en el respeto, la lealtad y cuidado de las personas, y las relaciones de estas con la comunidad³. Se basa en la creencia de un vínculo humano universal que hace que conectados seamos más capaces de superar retos². Como dijo Souleymane Bachir Diagne, director del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia, “Yo lo llamo un humanismo de reciprocidad. La idea de que uno construye su humanidad en reciprocidad con el otro. Es el significado de una palabra de las lenguas bantúes del sur de África, popularizada por Nelson Mandela y Desmond Tutu: ubuntu3.

(2) Significado de Ubuntu (filosofía africana): qué es, valores y …. https://www.significados.com/ubuntu/ Con acceso 21/5/2023.

(3) Ubuntu, la filosofía que ayuda a vivir mejor – El País. https://elpais.com/planeta-futuro/2021-06-29/ubuntu-la-filosofia-que-ayuda-a-vivir-mejor.html Con acceso 21/5/2023.

Otro punto importante es que si tenemos interés en profundizar en el tema de la reconciliación tenemos que bucear en busca de las raíces de la venganza. Por un lado, tenemos la presión social y cultural que nos ha enseñado que eso es lo normal y lo que está bien. Es una fuerza muy grande de más de 2000 años que hay que tener en cuenta. Por otro lado, tenemos los registros y las sensaciones internas que se producen en nosotros gracias a esa «enseñanza» social (si se le puede llamar enseñanza). En los registros internos es donde podemos hacer algo tratando de observar y comprender los mecanismos que se producen en uno. Es decir, ¿por qué se da ese sentimiento de venganza en mí? ¿Cómo es ese sentimiento, qué características tiene? ¿Es sólo enseñanza social o hay algo más? ¿Qué creo que ocurre si «devuelvo» el daño recibido y qué creo que ocurre si no lo devuelvo? También hay todo un tema de creencias a observar. ¿Qué ocurre en mi cuerpo, en mis emociones y en mi pensar cuando recibo una ofensa? ¿Qué ocurre en mí cuando la devuelvo y qué ocurre si no la devuelvo, cómo me siento? ¿Qué me dice la gente si no devuelvo la afrenta y cómo me siento ante eso? ¿Me pasa lo mismo si he sufrido una pequeña ofensa que un daño enorme? ¿Me surge un deseo de venganza igual si el daño lo recibo de unas personas o lo recibo de otras? 

Definitivamente, todas estas preguntas y su estudio serán útiles si uno quiere transformar profundamente su vida, salir del mundo del resentimiento y avanzar hacia una vida libre y despierta superadora del sufrimiento y de la violencia. Si queremos un mundo más humano tenemos que pasar página y abrir los caminos futuros que nos llevarán a otro mundo y a otro ser humano, despierto, libre y no-violento.