Por Allan Astorga (*)
La burocracia climática y la falta de visión integral nos tienen en el camino del desastre.
El avance en el deterioro de la Ecosfera terrestre, entre la que destaca la Crisis Climática que nos afecta, nos debe llevar a ser absolutamente autocríticos. Es relevante identificar y señalar los yerros que estamos cometiendo en materia de toma de acciones estratégicas en el tema de la lucha contra el cambio climático y la restauración del Equilibrio de la Ecosfera terrestre. Indispensable es que tomemos conciencia de esta realidad y rectifiquemos el equivocado rumbo que llevamos.
El tiempo pasa y no perdona: en materia toma de acciones respecto al Cambio Climático han pasado ya muchos años. La próxima COP, será la número 28. Se realizará en diciembre de este año en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.
Se trata de la Conferencia de las Partes (COP). Es la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Se reúne anualmente en conferencias mundiales en las que, en principio, se adoptan decisiones para alcanzar objetivos de lucha contra el cambio climático, en particular respecto al Acuerdo de París del año 2015.
Pese a la cantidad de las reuniones que se han llevado a cabo, el avance es muy limitado. Mucho de estas conferencias se va en la discusión de que los países pobres y, generalmente, los más afectados por el Cambio Climático, piden a los países ricos que paguen por los daños producidos. Algo que cada año se repite sin que se logren avances significativos.
Las decisiones estratégicas sobre acciones realmente efectivas contra el Cambio Climático prácticamente no se toman, pese al estado de Crisis Climática en que nos encontramos. Parte de esto, se debe a que los objetivos y metas establecidos por el Acuerdo de París (2015) son de largo plazo, hasta finales del siglo XXI, algo que llama mucho la atención pues parece que la agenda coincide con el fin de las reservas de hidrocarburos en el mundo (petróleo, aproximadamente en el 2070 y el gas natural en el año 2090).
Este lento proceso de largas discusiones y negociaciones con pocos frutos efectivos y concretos se repite año con año, como si el tiempo no importara. Y, peor aún, como si la realidad de la Crisis Climática en que nos encontramos no fuera un asunto evidente.
Por eso afirmamos que existe, en el mismo seno de la ONU, una pesada burocracia climática y ambiental que, pese a las alertas y llamadas de atención del mismo Secretario General, sigue realizando una gestión lenta, terriblemente burocrática, llena de procedimientos, reuniones frecuentes, poco frutíferas y proyectos y programas con agendas de años e incluso de décadas; como si no hubiera sentido de urgencia y celeridad. Por eso afirmamos que esa falta de visión nos tiene en el camino del desastre.
Burocracia climática y ambiental en todo lado: la burocracia climática y el supremamente lento proceso de aplicación de acciones estratégicas de la ONU se trasmite a la mayoría (sino a la totalidad) de los estados del mundo que siguen el mismo esquema.
Burocracia que no solo se refiere al tema del Cambio Climático, sino también a la toma de acciones concretas sobre la contaminación ambiental y el deterioro de la Ecosfera terrestre.
Las acciones son lentas y el avance muy poco. De esto no escapan las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Es como si no existiera sentido de Urgencia y Celeridad en la aplicación de acciones.
Mientras el Secretario General de la ONU, desde hace varios años, viene reiterando, con mucha vehemencia la urgencia de tomar acciones en medio de una Crisis Climática y Ambiental en el mundo, la misma ONU, por su pesada burocracia no acciona de forma consecuente.
Un ejemplo: mientras el Acuerdo de París (2015), estableció objetivos y metas considerando un aumento de la temperatura de la atmósfera planetaria de 1,5° por encima de las temperaturas preindustriales (aproximadamente el año 1.800) para el año 2050 y de 2° para el 2100; la realidad es que el calentamiento global va mucho más rápido, al punto de que se alcanzará los 1,5° en esta misma década, en los próximos años (entre el 2023 y el 2027, según la Organización Metereológica Mundial -OMM-).
Pese a esta realidad, las agendas, objetivos y metas sobre Cambio Climático no se modifican con la misma celeridad. Las COP siguen centradas en la descarbonización de la economía mundial, sin enfocarse de modo concreto en la ralentización de los efectos del Cambio Climático. Algo que a todas luces es un error estratégico.
Urgen cambios globales: se hace relevante señalar que el asunto no se refiere a cuando se alcance el límite de 1,5° en la temperatura de la atmósfera, sino más bien en las consecuencias que eso tiene. Es claro que en el 2015 cuando se proyectó cuándo se alcanzaría ese límite, se cometió un grave error que no se ha corregido aún.
Como hemos analizado en nuestros escritos previos (www.allan-astorga.com) el rápido ascenso de la temperatura de la atmósfera tiene consecuencias directas que ya todos, de alguna u otra forma, lo notamos: olas de calor en muchos lugares del mundo con todas sus graves consecuencias, sequías que vienen acompañadas con escasez de agua y grandes incendios forestales, cambios en la temperatura de los océanos que intensifican los fenómenos de el Niño y la Niña, cambios de consecuencias desconocidas en el sistema de corrientes oceánicas, intensificación de las tormentas tropicales y los huracanes que producen más lluvias y con ellas mayores procesos de inundación, erosión y deslizamientos, entre otros fenómenos como la desertificación y la rápida pérdida de suelos fértiles por deslaves. A esto se suman las grandes heladas y todas sus consecuencias.
La fenomenología climática sigue una tendencia creciente de intensificación, frecuencia y daños, sumándose a otros problemas ambientales que tiene nuestra Ecosfera terrestre y que no se vinculan con el Cambio Climático, como la contaminación de las aguas superficiales, los acuíferos, el aire y los océanos; además de la rápida pérdida de la biomasa y de la biodiversidad en todo el planeta.
Es claro, entonces, que las acciones globales que estamos tomando, son lentas, poco efectivas, burocráticas y, desafortunadamente, no correctamente enfocadas. Algo que preocupa mucho, pues no parece haber una clara conciencia del estado de gravedad de la situación que enfrentamos.
Hace poco escuchamos a un alto funcionario del Banco Mundial, encargado de una cartera ambiental, hablar sobre la problemática de la Crisis Climática como si se tratara un tema administrativo de toma de decisiones, como si estuviera reglado y normado por los procedimientos del Banco, como si fuera parte del esquema de negocios del Banco. Una muestra clara de la marcada falta de visión que hay sobre este grave tema global.
Desde nuestro punto de vista, desde hace varios años, hemos sido persistentes en señalar que además de trabajar en la descarbonización de la economía mundial, hay que enfocarse en el proceso de ralentizar los efectos del Cambio Climático con el desarrollo de sumideros de carbono y gases de efecto invernadero en las zonas tropicales (bosques y suelos bajo los bosques y por agricultura y ganadería regenerativos en zonas aptas para este fin). Acciones que requieren ser financiadas por un mecanismo globa, como, por ejemplo, la extracción de los hidrocarburos (un monto aproximado de $ 20 por barril).
Hemos señalado, además, la enorme importancia de actuar de forma local, por medio de los gobiernos locales y sus comunidades, sobre la base de un correcto y eficiente ordenamiento ambiental del territorio, así como su planificación estratégica. Esto es vital, para poder tener una verdadera incidencia a nivel planetario en aspectos como el desarrollo de ecosistemas y biodiversidad, agricultura y ganadería regenerativos, desarrollo urbano sustentable, control de la contaminación, gestión preventiva del riesgo, corrección de la desertificación, gestión estratégica del agua, entre otras muchas acciones vitales para garantizar el progreso humano y la calidad de vida de las comunidades.
Seguir por el camino que la misma ONU ha establecido es un gravísimo error del cual no parece haber una clara conciencia. En medio de la burocracia ambiental vamos en el sentido equivocado. Urge dejar la zona de confort y desplazarnos a posiciones más vehementes y combativas para incidir en un verdadero cambio global.
(*) El autor es geólogo ambiental y doctor en ciencias naturales, con amplia experiencia en el ordenamiento ambiental del territorio, gestión preventiva del riesgo y estudios sobre los efectos del Cambio Climático: a.astorga.g@gmail.com