El 26 de septiembre de 2023, Melissa Parke, la nueva Directora Ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares hizo la siguiente declaración en la reunión plenaria de alto nivel para conmemorar y promover el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. Como organización integrante de la Campaña, la agencia Pressenza reproduce la intervención íntegramente y se hace eco ferviente del urgente llamamiento para desterrar por completo el armamento nuclear.
Excelencias, distinguidos delegados,
Es para mí un honor dirigirme a ustedes en esta importante ocasión.
El difunto líder sudafricano contra el apartheid, Desmond Tutu, dijo una vez: «El desarme no es una opción que los gobiernos puedan tomar o ignorar. Es un deber moral que tienen con sus ciudadanos y con la humanidad en su conjunto. No debemos esperar a otro Hiroshima o Nagasaki para reunir finalmente la voluntad política de desterrar estas armas de los arsenales mundiales».
Las aproximadamente 12.500 armas nucleares que existen actualmente en el mundo suponen una amenaza directa y constante para las personas de todo el mundo y para nuestro precioso medio ambiente.
La mejor esperanza de eliminarlas por completo es a través del histórico Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021. El Secretario General de la ONU ha descrito este tratado como «un logro extraordinario y un paso hacia la eliminación final de las armas nucleares». Tras las medidas adoptadas la semana pasada por Bahamas y Sri Lanka, casi la mitad de los Estados del mundo son ahora partes o signatarios del tratado, y es urgente que se sumen más.
En su primera reunión, celebrada en Viena el año pasado, los Estados Partes en el TPAN se comprometieron a «no descansar hasta que el último Estado se haya adherido al tratado, la última ojiva haya sido desmantelada y destruida, y las armas nucleares hayan sido totalmente eliminadas de la Tierra».
El TPAN es una herramienta vital para construir un consenso global sobre la inaceptabilidad de las armas nucleares, deslegitimando no sólo su uso sino también su posesión. Es un faro de esperanza en tiempos oscuros, en los que las relaciones entre los Estados poseedores de armas nucleares siguen deteriorándose y aumenta la posibilidad de una guerra nuclear.
La difícil situación actual de la seguridad internacional no justifica la inacción, sino que hace aún más imperativo el desarme. Las armas nucleares son una amenaza primordial para nuestro planeta y, sin embargo, algunos Estados -en contra de sus propios intereses y de nuestros intereses comunes- se aferran a una creencia errónea en la «disuasión nuclear»: la teoría de que si se amenazan mutuamente con la destrucción masiva con la suficiente frecuencia y de forma suficientemente convincente, nada podría salir mal. De hecho, la disuasión puede funcionar, hasta el día en que deje de hacerlo, y las consecuencias de ese inevitable fracaso serían realmente catastróficas y de alcance mundial.
Ningún Estado es inmune a la radiación que trascendería las fronteras nacionales e infligiría daños a las generaciones venideras. Millones de personas morirían instantáneamente o sufrirían quemaduras agonizantes o sucumbirían años después a una plaga de cánceres. El hollín de las ciudades en llamas -elevado a gran altura en la atmósfera superior- bloquearía los rayos del Sol, provocando el colapso generalizado de la agricultura, la hambruna y la destrucción de los ecosistemas de la Tierra.
Distinguidos delegados,
Insto a todos y cada uno de ustedes a que pongan de su parte para evitar que estas horribles armas vuelvan a utilizarse.
Si su país aún no ha firmado y ratificado el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, hágalo ahora. No se demore.
Como dijo la superviviente de la bomba atómica Setsuko Thurlow en 2017 cuando aceptó conjuntamente el Premio Nobel de la Paz para ICAN: «Todos los líderes responsables firmarán este tratado… Ya no viviremos bajo un hongo nuclear de miedo.»
Se lo agradezco.