Entrevistamos al Diputado Tomás Hirsch debido a su reciente viaje a China, donde le tocó presidir la delegación de 16 dirigentes de los 9 partidos del oficialismo chileno que fueron invitados por el Partido Comunista chino, porque nos interesa su mirada humanista sobre dicho país.

Pressenza: Tomás, luego de este intenso recorrido que te ha permitido asomarte a China, cómo sintetizas tú al motor del modelo de desarrollo con características chinas y el punto en que se encuentran actualmente?

Tomás Hirsch: Es muy difícil percibir qué es lo que realmente los mueve. Para ello, creo que haría falta mucho más contacto informal, individual, íntimo con la gente común. Pero lo que se puede percibir en una estadía tan corta como la nuestra, es que hay un propósito muy fuerte, que hay una mirada histórica muy presente.

Ellos se sienten muy vinculados a su historia. Más allá de lo que uno pudiera haber imaginado, porque podría haber supuesto que había una suerte de corte, de diferencia marcada, entre lo que fue la Chima imperial, lo que posteriormente fue la República de China previa a la Revolución del 49 y al proceso actual.

Sin embargo en los museos, en las conversaciones, en los encuentros y distintos espacios, uno ve que está presente la continuidad y eso, me parece, que los enriquece muchísimo porque rescatan de las distintas etapas de su historia los elementos que pueden ser más evolutivos, así como también tienen críticas profundas respecto de los elementos que fueron regresivos, o lo que nosotros llamaríamos anti-humanistas. Todo eso se proyecta en este propósito transformador hacia el futuro.

No pretendo con esto idealizar, seguro que hay muchas contradicciones dentro de la sociedad china, seguro que hay muchos temas que tienen que ir procesando, que son perfectibles. También hay elementos que se les van filtrando, que tienen que ver con el consumismo, con el materialismo, que son muy propios del capitalismo que hoy día está presente también en China, como una economía social de mercado, con las particularidades chinas, pero que tiene una componente capitalista muy fuerte, cuyas fuertes contradicciones bien conocemos.

Por lo tanto, diría que es una sociedad compleja, con grandes posibilidades, grandes desafíos, y también con muchos temas que tendrán que ir superando en la medida en que vayan avanzando en su proceso de desarrollo social.

Foto de Alejandro Rodríguez

Pressenza: a la gente común, la gente de la calle ¿cómo la percibiste en general? ¿tensa, apurada, preocupada o más bien alegre, optimista, simpática y feliz?

Tomás Hirsch: Es muy difícil en un viaje de este tipo, saber en qué está la gente común, la gente de la calle, además la barrera idiomática es insalvable. Se habla inglés en algunos pocos ambientes académicos o en ambientes empresariales, pero no en la calle. Pero lo que pude ver es que hay una dinámica social muy fuerte.

Estuvimos en China en plena temporada de vacaciones y pudimos ver cientos de miles de personas recorriendo los diferentes lugares, la Ciudad Prohibida, la Plaza Tiananmen, el pueblo donde nació y creció Mao, la gran muralla china, la universidad más antigua del mundo, etc.. etc. todos los lugares se veían llenos de gente recorriendo, tomando fotos, paseando, caminando en muy buen tono, con entusiasmo y fuerte vínculo familiar. Eso es lo que pude ver.

En conversaciones más íntimas, advertí que tienen las mismas preocupaciones y temores que tenemos en cualquier otra parte del planeta. Allá también las expresan: el temor a la guerra, la percepción del consumismo desenfrenado en los hijos, van creciendo en una sociedad en la cual cada vez hay más posibilidades de consumo y, claro, eso por cierto que les preocupa. Al menos eso fue lo que pude intercambiar con quienes conversé.

Pressenza: al parecer, el Estado chino tiene un proyecto a futuro delineado con claridad. ¿Cómo podrías resumirlo?

Tomás Hirsch: La impresión con que me quedo es que efectivamente hay un proyecto muy fuerte, un propósito que impulsa a la sociedad china, tanto al Estado, al Gobierno, como a la sociedad en general. Ellos hablan de un proyecto al año 2035, que lo llaman “un país humildemente desarrollado” y una imagen, un proyecto al 2050 que dice relación con estar ya en un país desarrollado que ha dejado atrás por completo la pobreza.

Ese propósito, uno lo experimenta permanentemente.

Uno siente que hay algo que los impulsa fuertemente hacia adelante, y al mismo tiempo queda la sensación de que no es a costa de otros países sino con otros países. Y eso es algo que me pareció muy llamativo.

Hablan de competir, pero competir sin tratar de aplastar al otro sino que cada uno corre por su propia pista y el que va más rápido, gana. Como en el atletismo. De ninguna manera le impide al de al lado correr. Y desde esa perspectiva, ellos tienen una diferencia profunda e importante con el estilo y el modelo con el cual Estados Unidos ha avanzado en el mundo, que es a costa de los insumos, recursos o condiciones de vida de otros países.

Ellos se diferencian a sí mismos claramente respecto de ese modelo que Occidente ha tenido históricamente.

Foto Pía Figueroa

Pressenza: Desde una mirada humanista ¿cuáles son nuestras convergencias ideológicas y puntos en común?

Tomás Hirsch: Creo que una convergencia que uno puede rescatar es la idea de un desarrollo de todos y para todos. Esta idea del Nuevo Humanismo de que si el progreso no es para todos, es el progreso de nadie. Da esa impresión también. Es decir, no se trata sólo de crecer a unos pocos, aunque evidentemente todavía hoy existen dentro de China desigualdades, diferencias económicas muy, muy relevantes, pero ellos se plantean eso como parte de un proceso en el cual ha sido necesario que unos pocos impulsen el desarrollo empresarial privado, se enriquezcan, pero eso es lo que ha permitido también generar un mejor nivel y un mejor estándar para la gran mayoría de la ciudadanía, habiendo sacado de la pobreza a más de 500 millones de personas en los últimos 30 o 40 años.

Entonces, ahí hay una coincidencia muy grande con la mirada nuestra que tiene que ver con un progreso de todos y para todos, garantizando determinados derechos sociales como salud, educación, vivienda, pensiones adecuadas.

Ellos hablan de avanzar en conjunto con los países menos desarrollados. Es muy interesante que ellos se ubican a sí mismos no como parate de las potencias mundiales sino como parte de los países en vías de desarrollo y por lo tanto se sienten bastante hermanados con los pueblos de África, América Latina y con parte importante de los países del Asia.

Pressenza: Viendo que actualmente el mundo se va haciendo cada vez más complejo ¿crees que China podrá ser capaz de aportar hacia la aspiración nuestra de una sola Nación Humana Universal?

Tomás Hirsch: Yo creo que perfectamente China puede aportar en esa dirección, de una Nación Humana Universal.

Sería fantástico si uno pudiera también aportar la mirada del Nuevo Humanismo, generar los espacios de debates, de intercambio, de discusión y trabajo conjunto, en los cuales uno pueda nutrirse del proceso que han llevado adelante pero también aportar la visión del Nuevo Humanismo que tiene elementos que son muy relevantes y que pueden aportar a ese proceso, como la idea de una interioridad presente en el ser humano, una transformación social y personal simultánea, una espiritualidad que impulsa al ser humano hacia el mundo y en sentido trascendente, una búsqueda de conexión con otros espacios, con otros planos, acompañando el proceso de desarrollo social y en un contexto de búsqueda conjunta para ir avanzando en dirección a la Nación Humana Universal.

Creo que ahí hay espacio y que hay que ver cómo podemos profundizar los vínculos que nos permitan aportar en esa dirección.

Pressenza: ¡Muchas gracias por tus respuestas Tomás y por tu tiempo!