PROSA POÉTICA

 

 

 

 

¿Qué hay más allá después de la vida? ¿Seguimos viviendo errantes en universos paralelos? ¿A dónde vamos? ¿Qué nos depara este gran misterio de nuestra existencia? Tormentos insistentes  palpitan en mi mente buscando ese universo donde van a parar las luces blancas que brotan de la Tierra.

¿Hay Dios? No lo sé…, a veces pienso que de haberlo podría acabar con el sufrimiento de millones de niños inocentes… y no lo hace. Si es bondadoso y todo amir… ¿por qué permite las guerras y el sufrimiento inhumano de miles de víctimas?

Quisiera pensar. Pero de repente me pregunto ¿A dónde vamos? Sé que han existido experiencias donde tu ser camina por un túnel de luz que te atrae, donde la paz hace temblar todo tu ser. ¿Es así o sólo es una ilusión y una mala jugada de nuestra mente? ¿Podremos conservar nuestros recuerdos? Cada vez más me entran dudas, miedo a lo desconocido, el poder caer en la nada borrando tu experiencia y tus huellas en tu vida.

Si hay Dios… ¿por qué se permite la violencia sádica de nuestra especie? Si estamos hechos a imagen y semejanza de El… ¿por qué el odio, la violencia, asesinatos, maltrato, violaciones y guerras? No basta con bajar una vez hace siglos y dejarnos unos evangelios manipulados y trastocados una y otra vez a lo largo de los años. No basta con tener un Vaticano que es el templo actual de la verdulería y el capitalismo, de negocios y soldados, de chupatintas viviendo a costa de sus cargos eclesiásticos, de bancos e intereses, de una cúpula de la iglesia que no es en modo alguno ejemplo de virtud y amor, sino de intereses y de ideas excéntricas interesadas. ¿Qué ejemplo nos dan para creer en ellos que dicen ser representantes de Dios en los hombres? ¿Por qué permite el sufrimiento y la muerte de personas buenas?

Sí somos energía y esta no se destruye sino que se transforma…¿A dónde van nuestros seres queridos que han abandonado esta estela? No, que no me digan que Él se lleva a los mejores para calmar el sufrimiento. No me lo creo. Al revés, sí son los mejores, que se queden abajo para continuar su bello camino.

Hoy he mirado como tantas otras noches a las estrellas. Infinitas y hermosas en el cielo inmenso, donde Júpiter y Venus alumbran como faros estelares del firmamento. Te quedas extasiado por su hermosura, por el misterio que rodea el cosmos, por lo pequeño que nos hace sentir ante tanta grandeza. ¿Existe vida después de la vida?

Me siento aturdido ante este misterio que nos rodea. ¿Tienen también alma los animales? ¿La tenemos nosotros?

Cuando tienes fe a un ser superior y no te cuestiones su mandato, sus predicaciones o sus consejos, es fácil convencerte tal vez por egoísmo, que ë nos ama y nos acogerá en su seno y también nos juzgará. Pero…. ¿qué es la fe? ¿Creer sin dudar de algo? ¿Ser un seguidor de unas ideas dictadas hace milenios? Para mí la fe debe ser creer en algo convencido y abierto, en seguir unos pasos que pueden muy bien cambiar el rumbo buscando verdades en el mar azul de nuestra existencia. Sé que no es una definición, son más bien palabras vagas que buscan un sentido. Pero acaso ¿hay alguna que no lo sea?.

Tengo muchas dudas que nadie me resuelve. Que nada me demuestra. Y es por ello que necesito volcarlas en palabras como si fueran mensajeras del viento o hojas caídas del árbol de la sabiduría.

Sigo buscando respuestas, señales que me indiquen cómo rellenar las preguntas que por el jardín íntimo libremente circulan.

Sigo navegando a ciegas con unas cartas de navegación blancas en las que tengo que marcar los límites de mi destino, los trazos que cada milla ahuecan las velas de mi Nautilus.

Mis manos en el timón y la brújula en mi corazón, me llevan ciegamente a surcar sobre las olas, estar atento a los faros que alumbran las quebradas, buscando un puerto, una isla y una gruta, donde encuentre claridad, refugio y verdad.

 

Miro las estrellas

cada noche

buscando la huella,

el camino del alba,

la esperanza fundida

en el más allá.

 

Sólo encuentro

preguntas aturdidas,

sueños cerrados,

misteriosas miradas

que sacuden mi alma

en cada grito desesperado.

 

En silencio

con mi suspiro callado

siento mi ignorancia,

impotencia de palabras

sólo alumbrado

por la tenue llama

de mi corazón gastado.

 

Y miro a las estrellas

¿Qué me dicen?

Ellas me responden:

“No preguntes,

vive tu mundo soñado,

no busques

sueños amados”

 

Cierro lo ojos

y el más allá

me regala lágrimas

que hacen temblar

mi cuerpo cansado.