¿Por qué no nos atrevemos a decirlo? Más vale un inmigrante muerto en el mar que uno más que desembarca. Punto. Pero al no tener el valor de decir esta simple verdad, hacen algunos juegos de palabras, incluso juegos de hélices. Cuatro o cinco días más para llegar a un puerto del centro-norte de Italia, veinte días de castigo por mala conducta, una multa de 10.000 euros, por lo que también se perderá tiempo reuniendo el dinero o pagando a los abogados.
Así que es seguro: muere alguien más (lo sepamos o no, claro, mejor si no lo sabemos…), pero sobre todo desembarca alguien menos y los números son importantes. Esto lo pienso mirando el Open Arms aquí en Marina di Carrara desde 30 metros de distancia.
Intenté averiguar cómo reunirme con el equipo para una entrevista. Pregunté a la capitanía del puerto, luego a la agencia naval, luego…. Me dieron puerta en tres lugares diferentes. En una oficina la escena era como de película: dos hombres están detrás del cristal. Uno se levanta y viene hacia mí, el otro me dice exactamente las palabras: “¡Oh! Pero si quisieras ver al famoso mafioso Matteo Messina Denaro, ¿crees que sería fácil?» Y me hace una señal con las muñecas cruzadas de sus manos esposadas. El colega, en cambio, me saca a la calle y me dice que intentemos hacer una llamada telefónica… Como diciendo, creamos un espacio «intermedio», no dentro de la oficina, en la calle e intento solucionar el asunto… Llama, luego me pasa un número donde enviar el documento, el nombre del periódico… Al final me dice que, con la autorización, volviendo mañana a las 11 estará el Nostromo y podré entrar.
Sin embargo, quiero ver dónde está el Open Arms, así que voy a la puerta donde debería estar y allí lo veo a lo lejos. Camiones entrando y saliendo; no puedo entrar, pero alguien del equipo podría salir y podríamos hablar. Intento llamar la atención desde lejos. No puedo hacerlo. El supervisor se agita, cuando le digo que soy periodista se agita aún más. Le doy un documento, le pregunto si puede ir a llamar a uno de ellos… No puede. De hecho, le digo con una sonrisa: “Somos terroristas peligrosos…”. Él también sonríe y dice: «No, es solamente la burocracia».
Quizás las leyes, el orden y la burocracia maten más que los verdaderos terroristas.
Traducción del italiano de Laura López Hernández