SANTIAGO – Lideresas sociales reconocen que la igualdad de género gana terreno en Chile, pero sostienen que aún queda mucho camino por recorrer para convertir en realidad los discursos que prometen “emparejar la cancha” entre mujeres y hombres y resaltan la importancia de atender el tema de los cuidados.

“Nosotras hacemos feminismo popular, porque estamos mirando todo, no solamente la mujer sino la familia, desde la mirada de género”, dijo a IPS la lideresa social Aída Moreno, una histórica bordadora en tejido de arpillera, quien fundó en 1989 la Casa de la Mujer Huamachuco, en el municipio de Renca, en el noreste de Santiago.

Sostiene que la desigualdad de género es aún «una herida abierta en Chile».

“Está sobre el tapete el tema de los cuidados, por ejemplo, pero aún no se resuelve nada. Son puras esperanzas las que tenemos”, afirma esta dirigente de 77 años en las instalaciones de su organización.

“Muchas las brechas que tenemos en cuanto al varón que sale a trabajar y vuelve a descansar. El jamás se desvela pensando qué va a cocinar al día siguiente lo que, además, es doble trabajo cuando no hay plata”: Aida Moreno.

Carolina Cartagena, de 42 años, es secretaria nacional de la Asociación Yo Cuido, con sede en el municipio de Villa Alemana, en la región de Valparaíso, a 131 kilómetros al norte de la capital chilena.

En una entrevista con IPS en la sede de la Asociación, afirma que “hay muchas mujeres cuidadoras cuya salud mental ya está sobrepasada. Tenemos casos extremos”. “¿Y cómo queda la persona objeto de cuidados si su cuidadora no está bien mental, económica y emocionalmente?”, se pregunta.

Los derechos de las personas cuidadoras de otras emergieron con fuerza luego que el presidente de izquierda Gabriel Boric los incluyó entre las prioridades de su política social e instruyó a los respectivos ministerios de la integración transversal del tema.

Celebración de instructores y participantes en la jornada de bienvenida del lanzamiento del Ciclo de Talleres destinado a cuidadoras organizado por la Asociación Yo Cuido, en su sede central en el municipio de Villa Alemana, en la región chilena de Valparaíso. Los talleres incluyen danzaterapia, huertos caseros, musicoterapia y yoga, entre otras disciplinas. Imagen: Orlando Milesi / IPS

El primer paso fue abrir un registro de personas cuidadoras dentro del Registro Social de Hogares. Desde 2022 el Estado entrega a las personas que han acreditado que son cuidadoras una credencial que por ahora les brinda facilidades para acelerar los trámites en los servicios públicos.

El Ministerio de Desarrollo Social y Familia calcula que en una primera etapa se inscribirán en el registro nacional de cuidadores unas 25 800 personas. Su estimación es que hay 470 000 cuidadores internos informales, como definen a las personas que viven en el mismo hogar y asisten a familiares de manera no remunerada.

También hay 1, 12 millones de chilenos que requieren un cuidador y una encuesta de ese ministerio reveló que 85 % de las personas cuidadoras son mujeres.

Para Cartagena el registro es un avance pero “queda mucho por hacer” para las personas cuidadoras.

La dirigente cree que “lo más urgente es un sistema de cuidados que sea constante y permanente. En muchos casos hay programas estatales, pero duran tres meses y ¿qué haces el resto del año?”.

Cartagena se refiere a un proyecto, por ahora piloto y solo en algunos municipios como Villa Alemana, que dura tres meses y facilita asistencia médica, terapias y rehabilitación. La demanda es que sea permanente y de nivel nacional.

Yo Cuido reúne a 800 familias de cinco regiones de este alargado país que discurre en el estrecho territorio entre la cordillera de Los Andes y el océano Pacífico: la Metropolitana de Santiago, en el centro; O’Higgins y Valdivia, en el sur; y Valparaíso y Coquimbo, en el norte.

La asociación sostiene que la labor de cuidado es una corresponsabilidad estatal y no solamente familiar y de pareja pues el Estado ahorra recursos con el trabajo de las personas cuidadoras.

Aida Moreno junto a otras tres participantes en la Casa de la Mujer Huamachuco posan frente a una serie de arpilleras que serán exhibidas en el Centro Cultural del palacio presidencial de La Moneda con motivo de los 50 años del golpe militar que encabezó el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Una realidad modificada

Las condiciones generales de vida de las mujeres en este país sudamericano de 19,5 millones de habitantes han cambiado en las últimas dos o tres generaciones con avances en participación económica y niveles educativos.

A la extensión de los periodos pre y post natal y el incremento de guarderías, siguió una ley más dura para condenar los feminicidios y la despenalización del aborto en tres causales terapéuticas: malformación del feto, peligro de la vida de la madre o violación.

Pero, este último logro está hoy amenazado por el partido Republicano, de extrema derecha, que es mayoría en el Consejo que tiene el objetivo de proponer el texto de una nueva Constitución, que será sujeto a un plebiscito en diciembre.

“En muchos casos la persona nace con  algún tipo de discapacidad  o dependencia. Hay una precarización, una vulnerabilidad. Y el Estado y la sociedad te castigan por estar al cuidado. Quedas sin previsión de salud, cesante, muchas veces sin apoyo ni corresponsabilidad familiar”. Carolina Cartagena.

La socióloga Teresa Valdés, del Observatorio de Género y Equidad, indicó a IPS que “se mantienen las brechas de género y también las condiciones de discriminación, principalmente lo que tiene que ver con el machismo, el acoso y  la dificultad para desarrollarse en los espacios laborales”.

Añadió que la experiencia de la desigualdad es muy heterogénea, dependiendo de donde estén las mujeres.

En Chile 47,7 % de los hogares están encabezados por mujeres, de acuerdo a la gubernamental Encuesta de Caracterización Socioecómica Nacional de 2022 y 58,7 % de ellos corresponden a hogares pobres.

La última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, de 2015, evidenció que las horas dedicadas al trabajo no remunerado en un día tipo alcanzan a 2,74 en los hombres y a 5,89 en las mujeres chilenas.

La socióloga Valdes alertó también sobre los elevados índices de violencia contra la mujer en el país, que van contracorriente de las políticas de promoción de la paridad de género.

“La última encuesta de prevalencia dice que dos de cada cinco mujeres han vivido situaciones de violencia en parejas  y son números mas altos que antes. No sabemos si es porque hay más que antes o porque hay más sensibilidad y reconocimiento de esa violencia”, afirmó.

Y lamenta que no haya capacidad en los programas públicos para atender a estas víctimas  en salud o en el sistema judicial.

“Esa es una deuda enorme y seguimos con un número importante de feminicidios al año”, indicó. En 2022 hubo en el país 43 asesinatos de mujeres por razón de su género, según el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.

Carolina Cartagena, secretaria nacional de la chilena Asociación Yo Cuido, con una casaca de color morado que caracteriza a las integrantes de este movimiento de mujeres cuidadoras. La sede central, del mismo color, es el espacio para reuniones, talleres y jornadas de formación, capacitación y convivencia de las cuidadoras. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Huamachuco, pilar de capacitación y servicios comunitarios

La Casa de la Mujer Huamachuco es un centro de capacitación y de lucha contra la pobreza y la discriminación de las mujeres.

Comenzó como un lugar donde se instalaron, en 1989, ollas comunes para garantizar la alimentación de niños y familias. Luego derivó en un centro de formación y desarrollo de bordados, en especial de arpillera, el tejido elaborado con yute o cáñamo, cuyas obras artesanales están por exponerse en el presidencial palacio de la Moneda. Más tarde un lugar para aprender oficios como peluquería o costura.

Actualmente ofrece una amplia gama de talleres y cursos que incluyen repostería, joyería, masaje terapéutico y un curso de habilidades digitales impartido por Mujeres Emplea, del Sistema de las Naciones Unidas, liderado por ONU Mujeres.

Pero, sobre todo es un lugar de apoyo a mujeres que sufren diversos tipos de violencia y que en la Casa se sienten protegidas por sus iguales.

Moreno afirma que antes las mujeres trabajaban igual o más que hoy y no se les reconocía. Indica que ahora se valora más su quehacer, pero de manera todavía «muy insuficiente».

“Son muchas las brechas que tenemos en cuanto al varón que sale a trabajar y vuelve a descansar. El jamás se desvela pensando qué va a cocinar al día siguiente lo que, además, es doble trabajo cuando no hay plata”, dice.

“Hoy estamos poniéndole valor al trabajo de la mujer. No digo precio, a pesar que podría decirlo porque si un hombre solo tuviera que pagar los servicios de lavado, comida, etcétera, no alcanzaría con lo que gana”, asevera.

Moreno está preocupada también por los niños y subraya que “es un trabajo que no tiene precio el prevenir la violencia en ellos”.

La Casa de la Mujer Huamachuco impulsa ahora un proyecto muy relevante: la recuperación de estudios, con seguimiento, a los niños desertores de la educación básica.

“Se trabaja con niños y familias y se apunta a reinsertarlos a otro colegio. Se buscan los colegios y se hace acompañamiento. Por lo general son casos críticos,  de padres que están presos o similares”, relata.

Dos jóvenes educadoras de párvulos en una sala de la guardería que recibe diariamente a 30 niños del popular sector de Huamachuco. La guardería es una iniciativa de las propias pobladoras y fue premiada por ONU Mujeres, que regaló todos los implementos para ser instalados en otra iniciativa similar en el mismo municipio de Renca, parte de la Región Metropolitana de Santiago de Chile. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Cuidadoras imploran por tiempo libre

“El reconocimiento de los cuidados es urgente porque las mujeres nos empobrecemos más estando en la casa sin poder salir a trabajar para mejorar la calidad de vida”, reflexiona  Moreno.

Es también una petición central de la Asociación Yo Cuido.

“Mi hija, de cinco años, tiene parálisis cerebral. Hay muchas mamás con niños de espectro autista. Hay cuidadores que cuidan dos a tres personas. El problema es transversal e incluye el Alzheimer. Hay mujeres que cuidan a mamás de 90 años”, describe Cartagena.

Y lamenta que no haya una legislación que proteja a las personas cuidadoras.

“Estamos luchando por un sistema de apoyo y cuidado que se está impulsando con diálogos participativos en distintos municipios para conocer las necesidades de las cuidadoras”, cuenta.

“Nunca más solas”, es el lema de esta Asociación, creada el 2018 y autodefinida como nacional, sin fines de lucro, de acción social y no asistencialista.

“En muchos casos la persona nace con  algún tipo de discapacidad  o dependencia. Hay una precarización,  una vulnerabilidad. Y el Estado y la sociedad te castigan por estar al cuidado. Quedas sin previsión de salud, cesante, muchas veces sin apoyo ni corresponsabilidad familiar”, relata Cartagena.

Una bailarina e instructora muestra su danza a las cuidadoras de la chilena Asociación Yo Cuido durante el lanzamiento de los talleres organizados para capacitar a las alumnas y entusiasmarlas con los efectos positivos del baile para mantener e incrementar su salud mental. Imagen: Orlando Milesi / IPS

Añade que muchas cuidadoras sufren deterioro sicológico, emocional y, además, pobreza.

“Un objetivo principal de nuestra Asociación es velar por el derecho de salud mental de las cuidadoras”, destaca.

Indica que el trabajo de cuidado está feminizado, ya que 90 % de las asociadas son mujeres.

“Queremos que haya centros donde puedan llevar a la persona a sus cuidados y así las cuidadoras puedan trabajar aunque sea unas horas diarias”, reseña.

Ese rol cumple la guardería en Huamachuco que atiende a mujeres que sufren violencia física, sicológica o económica.

“La mayoría de las madres en estos proyectos son mujeres solas que no tienen redes. Y tienen que salir a trabajar encargando los niños a otras personas”, advierte Moreno.

ONU Mujeres recompensó la labor de esta guardería donando otra similar totalmente implementada que se instalará en otro lugar de Renca.

Esta lideresa casi octogenaria cuenta, con orgullo, que “los frutos los tenemos a la vista porque hay jóvenes que hoy día son profesionales  y que dicen bueno…si no hubiese sido por esta guardería no sé que habría sido de nosotras”.

ED: EG