PROSA POÉTICA
Los pueblos originarios han conservado su sabiduría y su contacto permanente con el medio que les da la energía para vivir. Han sido masacrados a lo largo de la historia sin olvidar que muchas veces entre ellos también existía una fuerza irresistible de todo humano de no llevarse bien con otros pueblos. Pero han sabido con el tiempo canalizar su existencia hasta ser parte de la propia naturaleza. Su fuerza radica en no poseer más que lo necesario para vivir en paz y en armonía. Con el paso del tiempo y a pesar de que jamás se ha dejado de perseguirlos y asesinarlos, han logrado sobrevivir en un mundo caótico de racismo y odio. Sus vidas son ahora ejemplo y modelo en el respeto a la naturaleza, a su madre la Tierra que les concede todo lo necesario.
Sin embargo, continúan siendo abusivamente perseguidos y sus tierras robadas, su cultura pisoteada, sus lenguas olvidadas y la pobreza alimentan sus huesos. Los gobiernos no les tratan como a cualquier ciudadano, a pesar de existir leyes y constituciones que les protegen. Su voz es callada ante las cumbres de los poderosos que hacen creer que están haciendo algo por mitigar la crisis climática.
Ellos lloran ahora en el silencio envenenado del Amazonas, en los rincones donde han sido expulsados de sus tierras, en no poder tener acceso a un médico, en no poder tener los alimentos que antaño obtenían del campo y que ahora les roba los sentidos en una injusticia dolorosa y clara. Mañana lloraremos nosotros. En el ayer fueron destruidos por gobiernos que mandaban barcos para apoderarse de tierras donde ya habitaban convirtiéndolos en esclavos o sumisos de un rey distante. En la actualidad, son los gobiernos de sus propios países quienes siguen con la labor exterminadora de la cultura más bella jamás nacida de la sabiduría, una vida donde el humano se funde con los bosques, con el río, con los árboles, en estrecho contacto con las propias raíces de su existencia.
Y aún siguen existiendo líderes de esos pueblos originarios que luchan con su voz y su resistencia, para entregarnos la sabiduría de la naturaleza, el mandato de nuestra madre Tierra, a pesar de ser despreciados y odiados. Félix Díaz es uno de esos líderes que con paciencia y su voz, sólo busca derechos humanos y reconocimiento como ciudadanos a los pueblos indígenas de Argentina. Y es por ello que mis versos no pueden quedarse mudos ante tanta injusticia y elevo también mi voz a la Tierra y al universo, buscando que la serenidad oculta detrás de las estrellas, brillen al unísono reconociendo a los pueblos indígenas, la gran importancia de su cultura y sobre todo de sus sabias palabras. Qué Wiphala, la bandera que ondea en sus corazones, símbolo de la vida en armonía, sea el símbolo de la humanidad.
Félix Díaz
(A mi hermano del pueblo Qom)
Félix Díaz,
guerrero del sol,
amigo del árbol
y gran luchador.
En ti descansa
tu pueblo maltratado
y en tu sudor,
el dolor y sacrificio
de un pueblo olvidado.
Ojos sinceros,
corazón de oro.
Tus palabras
es la lucha milenaria
de una libertad
robada,
de un genocidio
alimentado
por el odio,
de una tierra
marginada
y de sangre derramada.
Tu tesón, tu fuerza,
tu paciencia,
son las virtudes
de tu alma,
de la razón
de un pueblo hundido
por su sabiduría,
enseñanzas de amor
de lo natural
al universo de la vida,
a esa bonita flor
y a la tierra
que cobija la esperanza
de tu corazón.
Pueblo Qom,
valentía sin igual,
gritos del mañana
y aliento púrpura
en cada poro
de vuestra piel
bajo la atenta mirada
del sol.
Pueblo Qom,
vuestros gritos son oídos,
voces de la razón
que avergüenzan
a los gobiernos
callados y ungidos
en pura corrupción.
Gente de paz
que sólo buscan
el diálogo sin pudor,
soluciones sociales
y la dignidad
de su nación.
Félix, hermano,
te entrego mi ser,
mi cariño
y cómo no…..
mi corazón.
Representas la virtud,
el agua de mayo
que hace florecer
las flores del campo.
Eres poesía,
poema de esperanza,
aliento sincero,
líder del mañana,
canto de un pueblo
que lucha con nobleza
vivir en armonía
con la naturaleza.