Con la tradicional ceremonia en el Fuerte Rojo, como cada año, se conmemoró un nuevo aniversario de la Independencia de la India. Setenta y siete años antes, un 15 de Agosto de 1947, Jawaharlal Nehru, compañero de luchas de Mahatma Gandhi y primer ministro de la naciente India, izaría por primera vez la bandera tricolor sobre la entrada principal.
Tras haber levantado un movimiento de masas mediante la convocatoria de Gandhi a la protesta no violenta y la desobediencia civil, India consiguió alcanzar su emancipación del imperio británico que hundió al país en la más profunda miseria durante casi 200 años de saqueo y dominio colonial.
Sin embargo, el actual primer ministro Narendra Modi, ya en su décimo año de gobierno y preocupado por alcanzar su tercer mandato en las elecciones de 2024 en medio de una fuerte crisis inflacionaria y disturbios, no mencionó en su discurso por su nombre a Gandhi, aunque sí al movimiento de Satyagraha e hizo una breve alusión casi al final al venerado “Bapu” (o padre de la nación, como suele llamársele). Más bien aludió a diversos líderes espirituales hinduistas dando a la alocución el habitual tono integrista característico de su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP).
Además de citar los logros de su gestión, anunció medidas relacionadas con el empoderamiento de las mujeres, la distribución de nuevos subsidios, en especial para la clase media y señaló que el pueblo indio se mueve hacia adelante con el sueño de ser una nación desarrollada para 2047, cuando se cumplan los cien años de la independencia.
Junto a destacar la creatividad tecnológica de las nuevas generaciones y ufanarse de ostentar la actual presidencia pro témpore del G20, Modi no ahorró palabras para criticar la corrupción y el nepotismo de sus antecesores, convirtiendo la celebración en un mitín de corte político.
Más allá de la celebración oficial, 1400 millones de indios se saludaron fraternalmente en las calles y las aldeas, orgullosos de su nación y esperanzados en un futuro que les permita salir de la miseria, la discriminación y la violencia que sufren aún los grandes conjuntos.