Con la participación de representantes de organizaciones políticas y sociales, se realizó el momento inicial de la Plataforma Anticapitalista y Popular este 29 de julio, en la comuna de Quinta Normal, Santiago.
En una breve caracterización general de la situación desde la que arranca el nuevo empeño de articulación política y social, se planteó que, «el Estado chileno, marcado a fuego por la imposición de los programas del liberalismo ortodoxo y el monetarismo, la superexplotación humana y la expoliación extractivista, tras el golpe de Estado de 1973, la dictadura cívico militar y las posteriores administraciones civiles, sólo reflejan las consecuencias de la situación de las relaciones de fuerza internacionales de acuerdo a las especificidades del capitalismo chileno y su carácter dependiente según la división internacional del trabajo y las relaciones asimétricas entre el Sur y el Norte Global», y que, «La tiranía del capital y el régimen de la ganancia, luego de medio siglo, hizo retroceder los intereses y derechos de las clases trabajadoras y populares de manera estructural. Para ello, la contrarrevolución burguesa se ha valido de la coacción directa y su huella genocida, así como del consenso pasivo de la población a través de las armas de la alienación y el disciplinamiento social. Las relaciones sociales devenidas de los intereses de las clases dominantes, se presentan y reproducen en el seno de las familias, la educación formal, el empleo, los medios masivos de comunicación, el arte y la cultura neocolonial, las religiones particularmente protestantes; el fetiche y espectacularización de la mercancía y todo tipo de representaciones simbólicas».
Asimismo, se señaló que, «por voluntad colectiva y necesidad histórica, hemos decidido colaborar desde la práctica consciente, democrática y revolucionaria, con la recomposición de la dispersión política y social de los intereses y derechos de las clases trabajadoras y populares».
Entre las definiciones de la Plataforma se subrayó su condición «Anticapitalista, antiimperialista, antifascista, antipatriarcal, ecosocialista, internacionalista, latinoamericanista; uno y lo mismo con los pueblos originarios en lucha por su autonomía, autedeterminación y territorio; una y lo mismo con la migración trabajadora; una y lo mismo con la comunidad LGBIT en resistencia; así como su independencia política respecto de los intereses del Estado capitalista, su régimen institucional, sus clases tutelares y sus representaciones políticas, sociales y culturales».
Durante la asamblea fundacional del espacio de articulación entre los diversos empeños provenientes del mundo de los trabajadores y los territorios populares, se acentuó el diagnóstico sobre la crítica situación del sistema político hegemónico y la urgencia de la unidad en la práctica del anticapitalismo, de modo que la irrupción creativa, abierta, distintiva y masiva de las fuerzas sociales transformadoras en los ámbitos contingentes, como la farsa constitucional en curso y la conmemoración de los 50 años desde el golpe de Estado, se enfrenten de manera distinguible y diferenciada, con forma y contenidos propios, y a través de una praxis independiente respecto de las actividades planificadas por el social liberalismo, así como por los denominados ‘progresismos’ instalados en el gobierno central.
Asimismo, se convino que, más allá de las campañas puntuales y acotadas, también es preciso establecer líneas de trabajo permanentes en la coordinación y construcción de fuerzas para la lucha en todos los territorios y terrenos posibles del país, al igual que en el fortalecimiento del sindicalismo de clase y la recuperación de los bienes comunes para la formulación de una nueva matriz de desarrollo fundada en las satisfacciones de las necesidades elementales de la sociedad y el respeto irrestricto de la naturaleza. En igual sentido, se acordó promover la formación política, la acción concreta desde abajo y la proyección de los medios de comunicación independientes y populares.
En materia poli-ética, se comprometió el sostenimiento de una conducta personal y colectiva asociada al bien común, la fraternidad, la verdad, la colaboración mutua, solidaridad, generosidad; el no mentir, no robar, no ser flojo; y las relaciones democráticas y respetuosas de la humanidad en la naturaleza.
Todos quienes participaron del encuentro manifestaron la importancia estratégica de, paulatinamente, de menos a más, de lo simple a lo complejo, imponerse las tareas de una superior densidad política, programática y organizacional, hacia la creación de un proyecto revolucionario. Igualmente, los asistentes coincidieron en que los objetivos mencionados tienen que ver con los tiempos de la lucha de clases, y la creciente intervención política real de una fuerza en constante crecimiento, reconocimiento, y constitución en tanto alternativa civilizatoria de los intereses de las clases trabajadoras y populares.
La asamblea anticapitalista hizo referencia a la lucha inmediata por los derechos humanos y sociales, y a colaborar con la organización de la juventud trabajadora y estudiantil que padece la brutalidad de la precarización e informalidad laboral, los peores salarios, la crisis de la enseñanza formal y la ausencia de porvenir. Mismo énfasis se colocó en hacer propio el entramado de luchas del antipatriarcado popular y la extensión de lazos con las batallas antiimperialistas de los pueblos del continente y más allá.
Frente a las muchas tareas registradas (y aquellas que se quedaron sin minutos para plantearse), y con el propósito de efectuar un seguimiento de los acuerdos, la Plataforma Anticapitalista y Popular escogió democráticamente un equipo coordinador provisorio.
Se trata de un inicio, una fuerte apuesta política, la posibilidad de la unidad. Se trata, una vez más, de la humanidad oprimida autoconvocada y su liberación.
Sea.