La crisis humanitaria en Somalia avanza con celeridad, lo cual amenaza con condenar a la hambruna a casi el 50 por ciento de la población del país.

Por Julio Morejón Tartabull – Redacción África y Medio Oriente

El país sufrió cinco estaciones lluviosas sucesivas con precipitaciones menores a los promedios históricos de los últimos años, lo que se considera la peor sequía de la historia reciente, causante de una grave escasez de víveres.

La inseguridad alimentaria podrá afectar a cerca de la mitad de la población en los próximos meses con enfermedades y muertes: en 2022 la sequía causó unos 43 mil decesos -la mitad eran menores de cinco años- según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Aunque en algunas regiones las precipitaciones del período marzo-mayo aliviaron la situación, esta continúa siendo compleja, pues las lluvias provocaron inundaciones que incidieron en el aumento del déficit nutricional.

Estimados de agencias públicas señalan que las crecidas de los cauces desplazaron a más de 220 mil personas, ahora necesitadas de apoyo humanitario. Esa migración también aumenta el peligro de propagación de enfermedades.

“El cambio climático ha alterado las pautas meteorológicas, por lo que se prevé que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes e intensos y que sus repercusiones en las comunidades vulnerables se vean agravadas por los altos precios de los alimentos y por los conflictos en algunas zonas”, detalla elpais.com.

Por su parte, el Fondo Humanitario de Somalia (SHF) concedió 25 millones de dólares para ofrecer asistencia vital a las comunidades golpeadas por la sequía, mientras que el Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF) aportó 18 millones para prevenir la hambruna.

Tales asignaciones monetarias complementarias de 43 millones de dólares constituyen parte del apoyo al Plan de Respuesta Humanitaria (HRP) correspondiente a este año, cuando se registra un deterioro en general de los medios de subsistencia.

Con esos fondos se prevé fortalecer la respuesta de auxilio en áreas donde persiste el riesgo de hambruna y reducir el desplazamiento centrado en zonas rurales de difícil acceso en Bay, así en como Baja y Media Shabelle.

George Conway, coordinador interino de asuntos humanitarios de la ONU en el país, declaró que se requiere hacer más y llamó a los donantes y socios “a brindar apoyo adicional y oportuno a Somalia para sostener la respuesta (de alivio) y retener los logros”.

Con el apoyo humanitario dado pudo detenerse la hambruna en 2022, pero hoy la situación es alarmante, con aproximadamente 8,25 millones de personas -el 50 por ciento de la población- necesitadas de asistencia humanitaria y protección.

El declive extremo y prolongado de las condiciones en que se encuentra el país multiplica las necesidades de los ciudadanos y esa falta de opciones para la subsistencia agrava el drama que sufren los más afectados: niños, mujeres y ancianos.

A eso se une la guerra no convencional que enfrenta al gobierno asentado en Mogadiscio contra el movimiento Al Shabab, un conflicto con accionar intermitente que refuerza la inestabilidad y multiplica la inseguridad entre los civiles.

REFUGIADOS EN DADAAB

El impacto del deterioro climático y la contienda armada alcanza a los somalíes que cruzaron la frontera con Kenya para buscar abrigo en Dadaab, considerado el mayor campo de refugiados de África.

A ese extenso asentamiento -dividido en varias zonas y cuyo cierre ha estado en negociaciones con la ONU- arribaron en los últimos meses entre 135 mil y 150 mil migrantes y a la vez se registró una disminución del 20 por ciento de los suministros alimentarios.

Las entregas de víveres pasaron del 80 por ciento al 60 de los requisitos nutricionales diarios debido a la reducción de la financiación de los donantes, confirmó el Programa Mundial de Alimentos respecto al campo enclavado en suelo keniano.

Forman parte de Dadaab los campamentos de Hagadera, Dagahaley e Ifo, y en conjunto lo habitan más de 245 mil personas, según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Lo que ocurre en el asentamiento fronterizo no se aleja de lo que acontece en el resto de Somalia, donde más de 200 mil ciudadanos sufren niveles críticos de hambruna, precisó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

LAS DONACIONES

En abril pasado Naciones Unidas reforzó su llamado para recaudar donaciones por un monto de dos mil 600 millones de dólares para enfrentar la crisis humanitaria somalí, pero hasta ahora los aportes no alcanzan la cifra requerida para tal gestión.

“Muchos de los que tradicionalmente donan se han lavado las manos y se enfocaron en Ucrania”, declaró en enero Adam Abdelmoula, coordinador residente de las Naciones Unidas en Somalia, en un encuentro informativo en la capital del país.

En mayo pasado el secretario general de la ONU, António Guterres, demandó un mayor apoyo a los planes humanitarios para toda la región del Cuerno Africano, cuyo aporte se cifraba en menos de un 20 por ciento, lo cual calificó “inaceptable”.

Los habitantes de esa región “están pagando un precio desorbitado por una crisis climática que no han provocado», añadió Guterres, y alertó que sin un efectivo respaldo financiero inmediato las operaciones de emergencia se paralizarían.

Expertos auguran que detener las actividades de socorro por falta de financiamiento colocaría en riesgo de perecer a miles de vulnerables somalíes, quienes son los que se hallan en peores condiciones para enfrentar la crisis.

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