Un 7 de Julio de 1991, Silo presentó la conferencia «Humanismo y Nuevo Mundo» en el marco del foro homónimo que se realizó en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México.
En aquella oportunidad, subrayaba la necesidad de reconocer el aporte fundamental del humanismo en las revoluciones europeas y americanas, que se alzaron contra la brutalidad e ideología entonces dominante, oscurantista y monárquica por derecho divino.
A inicios de aquella década de los 90´, signada por el auge de las ideologías neoliberales sobre el fin de la historia y el fin de las ideologías, el pensador y activista señalaba críticamente el reemplazo de “las ideas de fraternidad y solidaridad por la economía de competencia y mercado, por supuestas leyes de autorregulación y por variables descarnadas de macroeconomía.”
Consecuencia de lo cual se imponía “una vacía escala de valores, en la que el ser humano concreto es desplazado de su lugar central y se instala el culto del dinero, como en su momento existió el culto a «Juno Moneta», la diosa protectora del dinero y la moneda.”
Avanzando en su disertación, el fundador de la corriente conocida como Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista, destacaba algunos intentos por reformular teóricamente al humanismo desde vertientes cristianas, marxistas y existencialistas, para luego exponer algunas características que permiten establecer un preciso encuadre al respecto.
En primer lugar, la afirmación de la actividad de la conciencia, frente a posturas que consideren a la conciencia humana como «reflejo» de condiciones objetivas. Segundo, la historicidad del ser humano y de sus producciones, en tanto el ser humano no es un ser natural sino social e histórico. Tercero, la apertura del hombre al mundo en las que aquellas dicotomías de individuo y sociedad, de subjetividad y objetividad, son resueltas. Y por último, la fundamentación de la acción y de la ética desde el ser humano y no desde otras instancias como la divinidad.
Centrando el tema en los términos de «Humanismo y Nuevo Mundo», Silo precisó en la oportunidad que el avasallamiento de las culturas americanas por acción de las potencias europeas respondía al modelo social que precisamente se desarrolló al calor del oscurantismo y de las instituciones absolutistas.
Tanto los humanistas europeos, como luego los humanistas de América, sufrieron la misma persecución en ambos continentes, hasta que pudieron hacer su aporte al cambio revolucionario, también en ambas geografías.
En aquel Foro, que se desarrollaba a poco de cumplirse los 500 años de dominación y expolio, Silo expresó la necesidad de realizar una conferencia permanente que discutiera la relación entre cultura y tecnología, “una lucha que debe ser considerada en toda su amplitud”, proponiendo que México tuviera un papel central de ese debate.
A más de tres décadas de aquella charla, ese corolario adquiere su plena vigencia, luego del rasante desarrollo de las tecnologías digitales en manos de corporaciones multinacionales, como una nueva muestra de neocolonialismo que hoy extrae el nuevo oro de los datos como materia prima, además de otros minerales valiosos, sin dejar nada a cambio.
Hoy ya se comprende cómo la soberanía tecnológica no es tan solo un tema esencial para el desarrollo social y humano de las poblaciones latinoamericanas, sino también un aspecto imprescindible para la valoración de la propia cultura, hoy como ayer, pisoteada por las lógicas imperiales.
La conferencia íntegra de Silo puede ser leída aquí.