por Iñaki Chaves

Del incombustible bajito del bigote al tibio veraneante de la Costa da Morte, la derecha política española miente porque no sabe jugar limpio. Lo han hecho históricamente así en lo local, lo regional, lo nacional y lo internacional. Si gana lo que ellos piensan y quieren, les parece perfecto; si triunfa lo que no les gusta, hablan de fraude, pucherazo… Están presentes en las democracias para mandar, si no gobiernan mienten para volver al poder.

Mienten, mintieron y mentirán, pero muchas y muchos de ustedes seguirán votándoles en lugar de botarles, que es lo que se merecen. Solamente lean la historia de este territorio multicultural llamado España en los oscuros años de la dictadura y la que hemos vivido, con sus pros y sus contras, a partir de 1976. Y repasen la Constitución de 1978, la que parece que solamente defienden los de la banderita en la pulsera pero que quieren pervertir si llegasen a gobernar.

Preámbulo:

Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones

  • Los mentirosos no consideran iguales a todxs lxs españolxs, ni sus lenguas.

Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida

  • A esos que les engañan, la cultura les importa un carajo. Censuran hasta a Lope de Vega, que era un castellano viejo, podría decirse que de ´los suyos`.

Establecer una sociedad democrática avanzada, y

  • Desconocen lo que es democracia y lo que es avanzar, para ellos solo importa el progreso traducido en cifras que enriquezcan a los de siempre y mantengan empobrecidos a los de toda la vida.

Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

  • Por la paz en la Tierra fue por lo que los mentirosos apoyaron la guerra de Irak.

Artículo 2:

La Constitución (…) reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

  • Hay autonomías que parecen no merecer esa garantía, salvo que les interese a ellos y necesiten pactar con independentistas, pero de derechas.

Artículo 3.3:

La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.

  • Riqueza lingüística, pero los mentirosos hablan solamente de ´su´ español, y mal.

Artículo 6:

Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.

  • Voluntad popular para elegir también partidos izquierdistas e independentistas, que valen tanto o más que los fascistas y nacionalistas, pero estos no les disgustan. Que parece que lo único ´popular` que les sirve es lo que acompaña a la gaviota.

Pues sí, ciudadanas y ciudadanos españoles, esos que mienten también lo hacen cuando dicen defender la Constitución. Porque se diría que no la conocen y tampoco reconocen ni respetan lo más elemental y básico de la Carta Magna.

Está claro que, en democracia, aunque muchos de esos mentirosos no lo crean así, cada quien vota lo que quiere, pero si no quieren tener la sensación de botar su voto, voten a quienes han logrado, pese a gobernar atravesados por una pandemia, un volcán en erupción, una crisis económica mundial y una guerra internacional, más que los mentirosos en sus 15 años de gobierno en cuatro legislaturas. En estos años de gobierno de coalición, una forma legítima del juego democrático, se han aprobado leyes que suponen grandes avances sociales para la mayoría, entre los que destacan:

  • La excepción ibérica, para limitar los precios de las energías (con la abstención de la derecha que criticó que se limitaran los precios del libre mercado).
  • La reforma laboral consensuada con sindicatos y patronal (aprobada por los pelos con el voto a favor por error de un diputado de la derecha).
  • La polémica, pero necesaria, ley del “sólo sí es sí”.
  • La revalorización de las pensiones (con los votos en contra de toda la derecha).
  • Los ERTE durante la pandemia (con el voto en contra de la ultraderecha).
  • La Ley de Memoria Democrática, necesaria para sanar e ir cerrando heridas abiertas por demasiado tiempo (con los votos en contra de toda la derecha).
  • El Ingreso Mínimo Vital, para salvar la tan ignorada exclusión social.
  • El impuesto sobre los beneficios de la banca (con el voto en contra de los que mienten), esa misma a la que ayudamos todas y todos a salir de su crisis.
  • La Ley de Vivienda, para frenar alquileres impagables y fondos buitre.

Como señala Michael Sandel en el número 122 de junio 2023 de la revista Telos “La democracia necesita al menos la posibilidad de la verdad en la información pública, en la comunicación y también en el discurso público. Hoy día la democracia está amenazada por la desinformación y el engaño (…)”.

En fin, que no se dejen engañar por cantos de sirena. Esos que ahora dicen que van a cambiar el país, probablemente el suyo, porque así lo sienten y que no es el de todas y todos, sino el de los que les bailan el agua, no han hecho nada por ustedes personas trabajadoras, migrantes, pensionistas, mujeres, gais y lesbianas. Pero sí lo han hecho por sus bancos, sus empresas de pingües beneficios que solamente socializan las pérdidas, sus cortijos, sus verbenas, sus ferias ´culturales` y sus medios de presa.

Dicen que Voltaire escribió, en una carta datada en octubre de 1736, que: “Es necesario mentir como un demonio, sin timidez, no por el momento, sino intrépidamente y para siempre. Mentid, amigos míos, mentid, que ya os lo pagaré cuando llegue la ocasión”.

Durante los años de la Transición, Adolfo Celdrán cantaba Habla, pueblo, habla / vota, pueblo, vota; pero no votes a quien te explota. Y Chicho Sánchez Ferlosio entonaba aquello de Mira: se valen del secreto y la mentira, lo tienen todo sucio y todo roto; no les doy mi voto.

Voten con cabeza y con conciencia, de clase, pero no se mientan ustedes y no permitan que lo paguen la democracia y el país, que son de todas y todos.

El artículo original se puede leer aquí