Se necesitan políticas públicas que atiendan la dimensión del problema de acuerdo a su urgencia y no es lo que parece destacar la gestión de Dina Boluarte y Alberto Otárola.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2032) en diciembre de 2019 para llamar la atención sobre la grave pérdida de lenguas indígenas.
Se calcula que en el mundo se hablan 7 000 lenguas, de las cuales 6 700 son indígenas. El 40 por ciento de las lenguas están en serio peligro de desaparecer.
Al menos 3 000 lenguas corren el riesgo de extinguirse, mientras otras lenguas indígenas mueren al ritmo de una cada dos semanas, apunta la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Es necesario llamar la atención mundial sobre la difícil situación de muchas lenguas originarias o nativas y movilizar a las partes interesadas y los recursos para su preservación, revitalización y promoción.
El decenio es liderado por la UNESCO en cooperación con el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES) y otros organismos de la ONU.
El decenio proporciona una oportunidad para colaborar en las áreas de desarrollo de políticas y estimular un diálogo global en un verdadero espíritu de compromiso de múltiples partes interesadas.
Iniciativas internacionales
La Iniciativa Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas (IIALI) tiene su origen en la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, realizada en Andorra en 2021.
Nace con el objetivo de fomentar el uso, la conservación y el desarrollo de las lenguas indígenas habladas en América Latina y el Caribe, apoyando las sociedades indígenas y los Estados en el ejercicio de los derechos culturales y lingüísticos.
En Bolivia, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora, promulgó una ley que declara al periodo 2022-2032 como Decenio de las Lenguas Indígenas en el país.
Colombia acaba de construir su primer archivo digital de lenguas indígenas de la Amazonía y tiene más de cien audios en lenguas murui, miraña y magütá que pueden ser consultados.
El archivo recién estrenado está alojado en la biblioteca digital de la Universidad Nacional de Colombia y el proyecto, que nació en febrero, está en búsqueda de aliados y financiación.
Su propósito es expandirse y alcanzar a registrar las 45 lenguas de la Amazonía colombiana, y las 200 que hay en toda la Amazonía.
La iniciativa, que tiene antecedentes en países europeos, fue encabezada por el antropólogo colombiano Juan Álvaro Echeverri junto con un equipo de lingüistas e investigadores indígenas.
En conversación con el diario El País, Echeverri explicó que las lenguas que aloja el archivo son calificadas como “lenguas en peligro” de extinción y en estado crítico por la UNESCO.
En México el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) firmó un acuerdo que ordena la creación y funcionamiento de la Universidad de Lenguas Indígenas de México (ULIM).
El recinto, que iniciará sus clases en setiembre de 2023, tiene como objetivos recuperar y fomentar el uso de las lenguas nacionales, actualmente amenazadas y en cierto riesgo de desaparición.
“Los resultados que esperamos con todas estas actividades académicas de la ULIM, tendrá que ser aumentar el número efectivo de hablantes. Que no perdamos una lengua más”, dijo Bertha Dimas, coordinadora del INPI.
La universidad tendrá lugar en un terreno con 2 hectáreas de extensión, donado por la particular Susana Flores, ubicado en la alcaldía Milpa Alta, en Ciudad de México (CMDX).
Para empezar, la casa de estudios ofrecerá cuatro licenciaturas cuyo modelo pedagógico fue construido por investigadores y académicos de diversas universidades, contó Natalio Hernández, coordinador del proyecto de creación de la ULIM.
Ls licenciaturas son: Enseñanza de las Lenguas Indígenas; Interpretación y Traducción de las Lenguas Indígenas; Literatura en Lenguas Indígenas; y Comunicación Indígena Intercultural.
¿Y cómo estamos en Perú?
La falta de una gestión acertada y continua en el Ministerio de Cultura –debido a la crisis política agravada por el actual gobierno de Dina Boluarte– conspira contra una gestión eficiente a favor de las lenguas indígenas.
La exministra Betssy Chávez y la viceministra de Interculturalidad Rocilda Nunta lanzaron en 2022 el proyecto Colpa Amazónica, destinado a preservar las lenguas indígenas en la región Loreto.
Con una inversión de más de 6 millones de soles el proyecto buscaba promover servicios de intercambio intercultural en beneficio de los pueblos indígenas Bora, Murui-muinani, Ocaina y Kichwa, ubicados en la cuenca media del río Putumayo.
Conciente de la importancia, las funcionarias a cargo indicaron que el proyecto se convertirá en un espacio de encuentro, reconocimiento, difusión y revitalización de la diversidad cultural y lingüística.
Pero luego del cambio de autoridades no han habido nuevos anuncios sobre Colpa Amazónica. Para la semana de la Diversidad Cultural 2023 una actividad relevante es la Inauguración del XVIII Curso de intérpretes y traductores de lenguas indígenas u originarias.
El taller, diseñado por la gestión anterior del Viceministerio de Inculturalidad se efectuó el 22 de mayo en Pucallpa, región Ucayali, organizado por la Dirección de Lenguas Indígenas.
Si uno revisa el programa de la semana verá que la mayoría de actividades son charlas, talleres o microtalleres, proyecciones fílmicas, pero ninguna actividad fuerte que concierna a una política pública de revitalización lingüística.
Sin desmerecer las actividades programas durante la semana se siente la ausencia de acciones que respondan a la gravedad del problema.
La gravedad del problema
El Perú ha visto la extinción de lenguas originarias antes del siglo XX como el idioma Tallán, las lenguas de Paita, Catacaos, Olmos y Sechura. También se registra la pérdida de la lengua hibito-cholón (seeptsá) y el idioma hívito (hibito, hivito).
Otras lenguas desaparecidas son el idioma chiribaya, hablado por la cultura Chiribaya en las costas desde Camaná, Arequipa, hasta las costas de Tarapacá y Atacama.
Otra lengua extinguida sería la lengua uru-chipaya (uruquilla), la lengua mochica (muchik), quingnam (chimú, pescadora), la lengua culli (culle) y el puquina.
Actualmente el Ministerio de Cultura identifica 48 lenguas indígenas, 44 de estas habladas por diversos pueblos de la Amazonía peruana. El problema es que muchas de estas están en serio peligro.
Por ejemplo, la lengua resígaro y la lengua munichi –ambas en Loreto– sería hablada por solo ocho personas. Otras lenguas como el madija (Culina) es hablada por 300 a 400 personas en el Purùs.
Lo mismo ocurre con la lengua nahua (yora) hablada por aproximadamente 200 personas en la región Ucayali, específicamente en la cuenca de los ríos Paranapura, Carhuapanas y Huallaga.
La lengua maijiki (maijuna, ex orejones) es hablada por 200 personas en las cuencas de los ríos Napo y Apayacu, en el departamento de Loreto.
El problema no es solo en la Amazonía sino también en zonas andinas donde la lengua kawki es apenas hablada por 100 personas, en la provincia de Yauyos, región Lima.
Obviamente, se necesitan políticas públicas que atiendan la dimensión del problema de acuerdo a su urgencia y no es lo que parece destacar la gestión de Dina Boluarte y Alberto Otárola.
El valor de una lengua indígena
Cuando una lengua originaria se extingue, se deja de transmitir conocimientos y en el caso de los pueblos indígenas se trata de saberes sobre los lugares más biodiversos del planeta.
En los territorios indígenas está la mayor diversidad de flora y fauna y, al vivir allí ancestralmente, las comunidades guardan un sistema de conocimientos sobre estos ecosistemas.
Así lo explica el docente Fernando García del Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana (Formabiap) quien explica que cada pueblo conoce cuáles son las plantas alimenticias o curativas.
Ellos conocen cuáles son las maderas más apropiadas para hacer una casa, un techo o una canoa. Porque si uno no conoce de qué árbol, puede hacer una canoa que dure poco.
En las escuelas sin enfoque intercultural se enseña que las casas se construyen con material noble. Pero los pueblos saben con qué palmas hacer el techo de las casas para evitar que la lluvia impida dormir como ocurre con los techos de calamina.
Las lenguas maternas también permiten la comprensión y el intercambio con los seres que viven en el bosque, prosigue Fernando García.
“Para los pueblos indígenas, en la naturaleza hay seres que cuidan, está la madre del río, la madre del aguaje. Si no les pedimos permiso, se van desapareciendo los recursos. Hay toda una cosmovisión, un compromiso ético moral de los seres humanos con la naturaleza”.
“Si una lengua indígena se deja de hablar, se silencia todo este proceso. Es como si incendiara la biblioteca del congreso de los Estados Unidos. Allí están acumulados una serie de conocimientos de la humanidad”.
“Si uno incendia eso, aquello que no está digitalizado, se va al aire, se queda en nada” concluye el docente de Formabiap, una experiencia vital para la revitalización lingüística que carece del apoyo del Estadp peruano y debe buscar recursos para sobrevivir.