Los astrónomos han identificado el ruido cósmico emitido por el torbellino de gigantescos agujeros negros gracias a una nueva técnica de detección de ondas gravitatorias.
Los autores de varios trabajos publicados simultáneamente en varias revistas científicas están celebrando los resultados que fueron anunciados el jueves. Estos resultados fueron posibles gracias a una amplia colaboración entre los mayores radiotelescopios del mundo, que fueron capaces de captar una vibración del Universo con “la precisión de un reloj”.
Albert Einstein predijo la existencia de las ondas gravitacionales en 1916, pero no se pudieron detectar hasta cien años después. Estas ondas son pequeñas perturbaciones del espacio-tiempo, similares a las ondas que se forman en la superficie de un estanque.
Las ondas gravitacionales se producen cuando ocurren eventos violentos en el universo, como la colisión de dos agujeros negros. Estas oscilaciones se propagan a la velocidad de la luz.
Aunque están vinculadas a fenómenos masivos, su señal es extremadamente tenue. En 2015, los detectores de ondas gravitatorias Ligo (Estados Unidos) y Virgo (Europa) revolucionaron la astrofísica al detectar un estremecimiento de menos de un segundo procedente de la colisión entre dos agujeros negros con una masa diez veces superior a la del Sol.
Esta vez, una señal mucho más dilatada en el tiempo evoca un fenómeno de mayor escala, captado por una red de telescopios de Europa, Norteamérica, India, Australia y China del consorcio International Puslar Timing Array (IPTA).
“Hablamos de ondas gravitatorias generadas por agujeros negros de varios millones a varios miles de millones de veces la masa del Sol”, afirmó Gilles Theureau, astrónomo del Observatorio de París-PSL.