por Ollantay Itzamná
Una semana después de las elecciones generales, luego del anuncio preliminar de la suspensión de los resultados hecho por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), nadie sabe quiénes son o serán los ganadores de las recientes elecciones en Guatemala.
9 partidos políticos solicitaron a la Corte de Constitucionalidad (CC) que ordene al TSE que revise nuevamente las actas electorales. Y así fue: La CC ordenó al TSE “no declarar ningún ganador” mientras no resuelva las quejas presentadas.
Al momento, casi nadie sabe si se celebrará o no la segunda vuelta electoral en el país en la fecha establecida. Los ganadores y sus electores se encuentran en un limbo político electoral.
La noche del 25 de junio pasado, el TSE preliminarmente anunció que Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y Bernardo Arévalo, del partido Semilla, van a la segunda vuelta presidencial el próximo 20 de agosto.
Esta noticia, ya dio vuelta al mundo. Los sectores políticos progresistas del continente ya celebraron la “repentina novedad” de Bernardo Arévalo en la segunda vuelta electoral. Los conservadores y algunos liberales, en especial los involucrados en actos de corrupción, pegaron jaculatorias al cielo ante el posible retorno al país de la “legión de los 30” juristas anticorrupción “expulsados” de Guatemala en los últimos años.
La agrupación Semilla y su proximidad con el gobierno norteamericano
La organización política Semilla nació a raíz de las protestas sociales urbanas contra la corrupción en 2015. Sus fundadores, mestizos de clase media, según testimonio de Alberto Fuentes Knight (uno de los fundadores, luego preso por actos de corrupción), “antes de dar el salto de lo social a lo político viajamos a Norteamérica para consultar con representantes demócratas y republicanos si era correcta o no esta decisión”. Así nació la organización política Semilla, ideológicamente autodenominada “socialdemócrata”, sobre las olas de las protestas sociales anticorrupción promovidas por los EEUU en Guatemala.
En 2015, el embajador norteamericano Todd Robinson, desde una escuelita corroída en Izabal, convocó en Guatemala a las multitudinarias protestas sociales urbanas “contra la corrupción” que epilogaron con el derrocamiento del entonces presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta Roxana Baldetti.
Los dos gobernantes que siguieron después de Pérez Molina estuvieron involucrados en iguales o peores actos de corrupción, pero “la lucha contra la corrupción” ya se había enfriado, porque al gobierno norteamericano no le importó más: Ya habían encarcelado a Lula, exilado a Correa…
La lucha contra la corrupción, la suerte de la CICIG y la indiferencia norteamericana
Una vez que el gobierno norteamericano consiguió constituirse en el “ángel vengador” contra la corrupción en Guatemala y en el continente, y después de promover el encarcelamiento de Lula da Silva, y la destitución de Dilma Rousseff en el Brasil (Rafael Correa, ex presidente del Ecuador, exiliado en Europa e inhabilitado políticamente como Cristina Fernández en Argentina), el gobierno norteamericano se olvidó de “su batalla contra la corrupción” en el continente.
Al grado que, en Guatemala, el gobierno de Jimmy Morales (con evidentes actos de corrupción auto confesados) decidió expulsar al jefe de la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Guatemala (CICIG) y desmantelar la estructura de fiscales contra la impunidad (FECI). Pero el gobierno norteamericano guardó silencio cómplice.
Lo que siguió después, con la trifulca o venganza judicial entre guetos de la oligarquía corrupta en el país, es noticia actual: más de 30 fiscales, jueces y abogados contra la corrupción en el ostracismo, periodistas encarcelados o enjuiciados, medios como El Periódico obligados a cerrar… ¿Le importó al gobierno norteamericano? NO.
El progresismo norteamericano en el continente progresista
Después de la persecución judicial contra gobernantes “contrarios” a los intereses norteamericanos, los pueblos de Brasil, México, Argentina, Honduras, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia y Chile continuaron votando en las urnas por más gobernantes “progresistas”.
Ante esta nueva ola apabullante de gobiernos progresistas que se van con China y Rusia en el continente, el gobierno norteamericano, optó en su desesperación por unirse a su enemigo (el progresismo), y desde adentro deslegitimar para que los pueblos no vuelvan a votar por los progres. Es el caso emblemático de Gabriel Boric, en Chile, electo como gobierno progresista popular, ahora al servicio de los intereses norteamericanos. Incluso disparando contra sus similares gobiernos progresistas en la región.
En el caso de Guatemala, la agrupación política Semilla nunca protestó o rechazó el injerencismo norteamericano en el país.
Bernardo Arévalo, candidato presidencial por Semilla que pasará a la segunda vuelta, estudió y fue diplomático en Israel (nunca denunció la infinidad de invasiones norteamericanas a países extranjeros, pero condena a los gobiernos de Nicaragua y de Venezuela). Arévalo es hijo del histórico presidente liberal de Guatemala, Juan José Arévalo, quien inició la década de la Revolución Nacional (1944-1954), la misma que fue aniquilada por el gobierno norteamericano, en 1954.
Al momento, ante la “judicialización” de los resultados electorales del pasado 25 de junio, que según analistas, sería con la finalidad de “excluir de la segunda vuelta electoral a Bernardo Arévalo”, la embajada norteamericana se pronunció exigiendo el “respeto de los principios democráticos del país”. Pero, cuando el TSE, de manera inconstitucional, excluyó en pleno proceso electoral 2023, al antisistema binomio presidencial Thelma Cabrera y Jordán Rodas, o a otros dos binomios más, no hubo ningún comunicado por parte de la embajada norteamericana.
En unos meses más se recuerda la nefasta bicentenaria Doctrina Monroe (2 de diciembre), una política norteamericana para anexarse (garrotear) a los pueblos del continente. En los últimos años, esta Doctrina, al igual que otras doctrinas gringas, pierde terreno y aceptación en los pueblos del Sur. Entonces, el Águila sagaz busca nuevamente endilgar a su presa. ¿Será que, ahora, la indolencia del gobierno norteamericano nos llevará a aplaudir un progresismo que terminará sepultado por mucho tiempo los sueños de emancipación de los pueblos de Guatemala y del Continente?