Ayer se celebraron elecciones generales en España; como viene siendo habitual, la población votó de manera parecida en toda España excepto en Catalunya y el País Vasco.
Mientras que en el conjunto de España el partido más votado fue el PP con un 33%, seguido del PSOE, y a mucha distancia Vox y Sumar, en Catalunya el partido más votado, con mucha diferencia, fue el PSOE, y el segundo fue Sumar, seguido de ERC y Junts (dos partidos regionales). El PP recién aparece en el quinto lugar con un 13% de los votos.
En el País Vasco, el partido más votado también fue el PSOE, seguido de dos fuerzas regionales (PNV y EH Bildu), y el PP, con un 11%, ha sido cuarto, a mucha distancia de los anteriores.
Más allá de la particularidad de los partidos regionales, en Catalunya se constata que los tres partidos más votados son de izquierda (contando al PSOE como izquierda, que a veces no lo es) reuniendo más del 60% de todos los votos entre los tres. En el País Vasco, si sumamos PSOE más EH Bildu más Sumar, también pasan del 60%.
Es cierto que tanto los vascos como los catalanes han estado gobernados por partidos de derecha durante muchos años. El PNV en el caso vasco, que aún gobierna (con apoyo de los socialistas), y CiU en Catalunya, que ahora está dividida entre Junts (que se han vuelto independentistas rabiosos) y… bueno, y el resto ha desaparecido. No obstante, estos partidos de derecha son los que se considera “homologables a nivel europeo”; es decir, son una derecha parecida a la que hay en Alemania, Francia o Inglaterra. Neoliberales hasta la coronilla, pero relativamente liberales en otros campos y que reniegan del fascismo. En cambio, la derecha tradicional española, representada por el PP y más recientemente por Vox, es franquista, muy conservadora en todos los aspectos. Se opuso en su momento a la ley de divorcio, a las sucesivas leyes que ponían la decisión del aborto en manos de las mujeres, o las leyes que ampliaban las libertades para opciones sexuales no tradicionales.
También vascos y catalanes son de tradición republicana y antimonárquica. En definitiva, y más allá de diferencias lingüísticas (en otras regiones de España también hay idiomas propios, como en Galicia, Asturias o Aragón), constato que entre catalanes y vascos por un lado, y el resto de españoles por el otro, hay una diferencia cultural y política. Esto ayuda a explicar el deseo de independencia de unos y otros respecto de la centralidad madrileña.