Las noticias que nos muestran desgracias humanas o sucesos graves, siempre nos llaman la atención, ya que en el fondo, la empatía de nuestros corazones se solidariza con los sucesos que nos cuentan. Pero aparte de todo ello y entendiendo desde un principio que la vida humana es la misma para unos y otros dependiendo de su estatus social, los medios de comunicación sesgan las noticias dependiendo del interés político o social y por supuesto de sus consejos de administración.
Hemos sido testigos una vez más, de cómo un hecho protagonizado por cinco personas ricas que a sabiendas del peligro, decidieron embarcarse en la aventura de ver los restos del Titanic hundidos a 3.800 metros de profundidad bajo el agua y en una zona inestable, murieron por causas presumiblemente técnicas y como el despliegue de rescate inmediato ha sido brutal, apoyado por Estados Unidos, Canadá y Francia, enviando aviones, barcos, drones y sumergibles que se encontraban en camino para salvar sus vidas. Lógicamente, esta logística está bien empleada. Prácticamente todos los medios de comunicación mundiales se hicieron eco de la noticia y millones de personas contaban las horas esperando un desenlace feliz que por infortunio no llegó.
Al otro lado del continente Europeo, en el Mediterráneo, en la península del Peloponeso a 80 kilómetros de la ciudad griega de Pylos en el sur de Grecia, un barco pesquero con eslora de entre 20 a 30 metros, con 700 personas a bordo, fue divisado por las autoridades marinas del país sin que se hiciera nada para su intervención a pesar del peligro masificado de masa humana que soportaba el barco que estaba a punto de hundirse. En la bodega, se encontraban hacinados muchas mujeres y niños. La embarcación volcó por el sobrepeso estando una patrullera griega a pocos metros de la misma. Se desconoce el motivo del vuelco ya que hay contradicciones al respecto, pero el resultado fue que 500 personas han desaparecido, entre ellas todos los niños y mujeres. No se desplegó un operátivo como con el sumergible en aguas del Atlántico. Los tertulianos televisivos no se pusieron en la piel de estos inmigrantes muertos y que sí hicieron con el sumergible hablando del aire que les quedaba.
Dos sucesos que se llevan solo una semana entre los mismos, pero como las 500 personas fallecidas enseguida fueron olvidados para dar paso a la otra trágica muerte de cinco millonarios. Unos murieron porque huían de las guerras, de la pobreza, de las persecuciones buscando una vida digna. Los otros murieron por el capricho de unos millonarios de realizar una experiencia que les costó 250.000 euros por persona. Unos no tuvieron el despliegue necesario para su rescate a pesar de estar cerca de la costa y estar totalmente localizada la embarcación, otros a pesar de estar lejos de las costas en aguas internacionales tuvieron todo el apoyo necesario en el rescate por aire, mar y bajo las aguas. Unos solo fueron noticia durante un día escaso sin ser una noticia relevante a nivel mundial, los otros dieron la vuelta al mundo estando presente durante días en todos los programas de televisión. Unos perdieron la vida en busca de su dignidad, los otros por un capricho millonario.
Son los polos opuestos de unos hechos donde la proporcionalidad para sus rescates es evidente y lógicamente, esta imagen ha sido claramente expuesta y criticada en las redes sociales. No estoy hablando de las vidas humanas que como he dicho al principio, deben ser tratadas de igual forma para unos y otros. Me refiero tanto a la información realizada por los medios de comunicación en el seguimiento del caso y los programas de tertulia, como a los medios de rescate empleados.
Otro ejemplo claro lo tenemos en los conflictos bélicos que asolan por desgracia nuestro mundo. Cuando vemos las noticias, solo nos enseñan lo que quieren y con respecto a la guerra de Ucrania y Rusia. Parece que solo existe ese conflicto. Ya que no se dan noticias bajo ningún aspecto lo que está ocurriendo en Yemen, donde el 80% de su población necesita ayuda humanitaria y en la que en sólo en 2021, se han contabilizado más de 22.000 muertes. Arabía Saudí es la responsable de este conflicto, pero como Europa tiene intereses comerciales con este país, no se da eco de su responsabilidad y jamás se la crítica. Es más, España vende armamento a Arabia Saudí además de otros países que son empleados en la guerra del Yemen. Pero no pasa nada, nadie dice nada ni tampoco se habla nada de ello. Es como si no existiera este conflicto ni tampoco se ha realizado por parte de Naciones Unidas sanciones contra Arabía Saudí.
Por otro lado están los conflictos olvidados de Haití, República Democrática del Congo, Etiopía, Siria donde llevan 12 años de conflictos y otros más que siguen su camino en silencio informativo, como el genocidio de los pueblos indígenas por los países donde ellos habitan.
Esta es la realidad de un mundo donde todos no somos iguales. Donde los medios de comunicación informan lo que quieren que se conozca y ocultan o tergiversan lo que no interesa que se sepa. Dictan lo que es importante y lo que no lo es. Por otro lado, muchos tertulianos televisivos hablan sin sentido, dando opiniones personales con sus tendencias partidistas. Un mundo de desinformación.
Por esas mujeres y niños que han muerto ahogadas en la bodega de un barco y por los miles de inmigrantes que por diversas causas intentan llegar a nuestro mundo buscando la paz que nunca han tenido, he querido dedicarles estas líneas para que no olvidemos su desgracia, para que tengamos igual de empatía por los unos y los otros, para que siempre que haya una vida en peligro, pongamos todos los esfuerzos tanto técnicos como de medios materiales y humanos, en salvarla. Vengan de donde vengan. Sean pobres o ricos. El ser humano debe poseer la dignidad suficiente, para ser coherente en la igualdad y en la empatía.