La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó las áreas de Tribugá-Cupica-Baudó en Colombia, y la reserva Bicentenario-Ayacucho en Perú, entre los 11 nuevos espacios de su red mundial de reservas de biosfera.
Las reservas de biosfera “son la prueba tangible de que la humanidad puede vivir en equilibrio con la naturaleza. Desde 1971, este programa ha logrado encontrar un modelo de desarrollo en el que la gente vive bien y se respeta la biodiversidad”, destacó la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.
Se trata de áreas protegidas en porciones representativas de ecosistemas característicos de cada región, ya sean terrestres o marinas, y funcionan como centros de monitoreo, investigación, educación ambiental y manejo de ecosistemas.
Como instrumento de conservación favorecen el descubrimiento de soluciones a problemas como la deforestación de los bosques tropicales, la desertificación, la contaminación atmosférica y el efecto invernadero, indica la organización.
La Unesco designó 10 nuevas reservas de biosfera en nueve países y una transfronteriza, con lo cual la red mundial suma 748 reservas en 134 países, incluyendo 23 transfronterizas.
En Colombia, el reconocimiento llegó la reserva Tribugá-Cupica-Baudó, de 150 000 hectáreas, ubicada en la región biogeográfica del Chocó, es la primera reserva de la biosfera situada en la costa del Pacífico colombiano, uno de los biomas considerados.
El otro es el bosque húmedo tropical de la occidental Serranía del Baudó, que contiene una gran variedad de paisajes (acantilados, estuarios, costas, golfos, ensenadas, bahías y zonas marinas) y ecosistemas (arrecifes, manglares, bosque tropical) ricos en biodiversidad.
Cuenta una población de más de 18 000 habitantes, en su mayoría indígenas emberá y afrocolombianos. Sus principales actividades económicas son la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal, la pesca tradicional y el aprovechamiento de los recursos, el comercio, el turismo de naturaleza y la artesanía.
En Perú se distinguió a la reserva Bicentenario-Ayacucho, en los Andes del centro-sur del país, con ecosistemas de montaña que se elevan entre los 1850 y los 4450 metros sobre el nivel del mar.
Esos ecosistemas incluyen bosques estacionalmente secos, humedales altoandinos, bosques relictos y matorrales, sobre una extensión total de 312 900 hectáreas.
La reserva engloba las áreas protegidas del Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho –allí se libró el 9 de diciembre de 1824 la última gran batalla terrestre en las guerras de la independencia hispanoamericana- y el área de conservación de la mayor población del mundo del bosque de “titankas” (Puya raimondii).
Esa flor alargada, similar a una jirafa, a veces llamada “la reina de los Andes”, puede alcanzar los 15 metros de altura.
La zona también destaca por su importante diversidad cultural en términos de valores históricos, religiosos y sociales, incluidos conocimientos locales e indígenas relacionados con la gestión de los recursos naturales.
Cuenta con una población de más de 300 000 habitantes, la mayoría de los cuales vive en zonas urbanas, incluida la ciudad de Ayacucho.
La lengua materna de más de la mitad de la población es el quechua y su actividad económica incluye la agricultura, la ganadería, la piscicultura, el turismo y el pastoreo andino de subsistencia, así como otras actividades de servicios.
El resto de biosferas galardonadas incluye la reserva de Drömling, a ambos lados de la antigua frontera interior alemana entre sus estados federales de Sajonia-Anhalt y Baja Sajonia, y la reserva de biosfera de la selva tropical Korup, en Camerún, formada hace 60 millones de años y hogar de unos 30 000 habitantes.
En Indonesia se distinguió a la reserva Bantimurung Bulusaraung – Ma’Rupanne, en el sur de la isla de Sulawesi, que incluye bosques con rica diversidad y el paisaje cárstico (de rocas solubles en agua) más grande del mundo. En la zona hay unas 670 aldeas que suman 1,5 millones de habitantes.
La región del monte Elgon, entre Kenia y Uganda, se estableció como reserva transfronteriza y se destaca su condición de depósito de agua, área de bosques y hogar de numerosas especies de animales salvajes, así como de 1,2 millones de habitantes de distintas etnias, quienes viven especialmente de la agricultura.
En Mongolia se estableció como reserva la zona de Onon-Balj, en el límite meridional del bosque siberiano y boreal de coníferas, con distintos ecosistemas y además yacimientos históricos relacionados con la vida de Gengis Kan (1162-1227) el fundador del imperio mongol.
Pakistán fue distinguido con dos reservas, la de Chitral Bashkar Garmchashma, limítrofe con Afganistán y que contiene paisajes espectaculares con 543 glaciares y 31 cadenas montañosas, y la de Gallies, hogar del leopardo común (Panthera pardus) y con ricos bosques que constituyen un gran atractivo para el turismo.
Se reconoció a un grupo de áreas protegidas en el noreste de la República Centroafricana que conecta zonas de estepas semiáridas con la región de los bosques, y en las cuales confluyen las cuencas de los ríos Congo y Nilo, y del lago Chad.
Finalmente, en Tanzania, se incorporó a la red la reserva de biosfera Rufiji-Mafia-Kibiti-Kilwa, un complejo ecosistema costero-marino sobre el Índico que comprende un extraordinario mosaico de hábitats marinos tropicales, como arrecifes de coral, praderas marinas, manglares y otras áreas de rica fauna marina.