El pasado sábado 24 de junio, un resultado del 56.7% de votos válidos le dio a Maada Bio el triunfo sobre Samura Kamara, del opositor Congreso de Todos los Pueblos, quien obtuvo un 41.16%. De acuerdo con la legislación electoral de Sierra Leona, si en la primera vuelta una candidatura gana el 55% de las votaciones, no hay segunda vuelta. El margen de diferencia levantó, desde la oposición, acusaciones de irregularidades que no han sido comprobadas al momento.
De hecho, las autoridades electorales de Sierra Leona recibieron una carta oficial del Congreso de Todos los Pueblos, en la que denunciaban un intento concertado para la supresión de votos que los beneficiaan y afirmaron que «Los votantes se presentaron en sus respectivos colegios electorales para votar, pero no lograron hacerlo porque no estaban en el registro». De otro lado, denunciaron el retraso en la apertura de varios colegios electorales y falta de papeletas y sellos oficiales en otros más.
Si bien las elecciones eran también municipales y legislativas, el proceso que concentró toda la atención de la población fue el presidencial que, por otra parte, se dio en medio de una fuerte tendencia a los ataques públicos entre una y otra fuerza y, en el día de las votaciones y de acuerdo a declaraciones de observadores de la UE «el uso desproporcionado de la fuerza por parte de las agencias de seguridad».
Este fue el quinto proceso electoral en Sierra Leona tras el período de once años de guerra civil en este país africano y, también es importante anotar que el país lo ha vivido tras casi un año de las fuertes movilizaciones vividas como rechazo a la situación inflacionaria y de profunda crisis y que dejaron como saldo 33 personas fallecidas, 27 civiles y 6 policías.
Se desarrollaron aún bajo la sombra de las protestas del pasado 10 de agosto contra el elevado coste de la vida, duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad y en las que murieron al menos 27 civiles y seis policías.