Pedro Pozas Terrados
Desde 2019, un grupo de científicos a nivel internacional busca, cartografiar la totalidad de la variación genética humana, con el fin de establecer una referencia exhaustiva para que los genetistas puedan comparar otras secuencias. Dicha referencia sería útil, según la revista Nature donde se ha publicado el borrador del estudio, en estudios que exploran posibles conexiones entre genes y enfermedades, además de otras secuencias relativas a la evolución de la humanidad.
Dicho Proyecto se ha denominado Pangenoma y al parecer del resultado del mismo, existen buenas expectativas que pueden hacer avanzar la salud de las personas.
En este contexto, Proyecto Gran Simio solicita a este equipo de investigadores, que incluyan en el citado estudio, a las siete especies de homínidos no humanos o grandes simios, dado nuestro acercamiento genético y que el citado estudio estaría cojo sin ellos, ya que compartimos un mismo ancestro común y como homínidos que son al igual que los humanos, deben estar incluidos en este estudio genético. Todos pertenecemos a un mismo linaje.
Las siete especies serían el chimpancé, el bonobo, tres especies diferentes de orangutanes y dos de gorilas. Ellos comparten las mismas enfermedades que nosotros por lo que excluirlos significaría un grave error científico.
Para este estudio, se han tomado muestras genéticas de 47 personas de diferentes lugares de todo el mundo (África, América, Asia y Europa) y han establecido un primer borrador, aunque los investigadores tienen como objetivo las secuencias de 350 personas para 2024.
Por todo ello, esta asociación advierte que si no se incluyen a los homínidos no humanos, los resultados de la misma no estarían completos. Los investigadores deben de saber que los chimpancés y los bonobos, según estudios genéticos realizados en 2003 por el equipo de Morris Goodman (1925-2010) padre de la biología molecular, pidieron que ambas especies formaran parte del propio género humano denominado homo.
Ya va siendo hora, que la comunidad científica de un paso valiente como lo hizo Darwin de quien tanto hacen referencia y que se reconozcan a nuestros hermanos evolutivos los grandes simios, como seres que comparten con nosotros la propia historia de la humanidad.
Si les hemos reconocido como homínidos pertenecientes a nuestra familia, es impensable que se realicen este gran estudio genético de los humanos sin que ellos estén presentes. Tenemos que quitarnos la máscara de ignorancia hacia ellos y llevarlos al lugar que se merecen dentro de nuestro linaje, pues ellos y nosotros compartimos un mismo ancestro común aunque hayamos seguido después caminos levemente separados.
Por esa misma razón es incongruente que les hayamos dado a los grandes simios la categoría de entrar en nuestra familia y sin embargo, los sigamos teniendo esclavizados, utilizados como negocio económico, extinguiendo sus poblaciones en libertad, sin tomar ninguna medida de protección ni salvaguardar sus derechos básicos.
Sin duda, se hace necesario una Declaración Universal de sus derechos y un compromiso de proteger a las poblaciones en libertad luchando contra el furtivismo y el tráfico de grandes simios, llevando a santuarios a los que se encuentran cautivos sin haber cometido ningún delito, solo por el placer y capricho del ser humano para su divertimento lucrativo.
Tal vez ha llegado el momento que los humanos dejemos de considerarnos el centro de la biodiversidad de nuestro planeta, bajándose del pedestal en que nos hemos puesto en la cúspide de la pirámide, para tratar al resto de las especies vivas con más empatía y a nuestros hermanos evolutivos los homínidos no humanos, ponerlos en el escalón que se merecen al mismo nivel nuestro.