Resulta que el libre comercio ya no sirve para competir en los mercados (como impuso Estados Unidos a nuestros países durante 30 años) y, en el caso de las materias primas de Latinoamérica, resulta mejor alguna forma de captura directa. Y para ello se dejan de lado los compromisos contenidos en los TLC y se otorga prioridad a los Memoranda de Entendimiento sobre materias primas.
El negocio del libre comercio y los TLC duró 30 años, con desigualdades que se multiplicaron en todo el mundo.
Los mercados libres y el Estado mínimo sirvieron para acumular riquezas en el empresariado transnacional y el capital financiero y, en cambio, se ensañaron con los trabajadores en los centros y en los países periféricos. China pudo ganar, gracias a su sabiduría milenaria.
Nuevamente el imperio contraataca, pero de otra forma. La ideología de Hayek y Friedman no era para siempre, como agitaban economistas y políticos serviles al empresariado. Ahora se impone el proteccionismo, en un intento de recuperar la industria en el capitalismo desarrollado, junto a su desesperación por los desafíos económicos y tecnológicos que plantea el potencial de la República Popular China.
América Latina, y por cierto nuestro país, observa con perplejidad esta fase proteccionista que vive el mundo y las nuevas exigencias que impone el capitalismo desarrollado. Nos dicen: “No más libre comercio, no más globalización. Ahora lo que queremos y directamente son vuestras materias primas”. Europa, Canadá y Estados Unidos exigen privilegio en el acceso a nuestra producción de materias primas.
En reemplazo de los TLC, el nuevo instrumento de dominación que comienza a utilizarse son los “Memoranda de Entendimiento para Asociaciones Estratégicas sobre Materias Primas”. Se numera incluso una lista de 16 materias primas estratégicas” (que incluye litio y cobre, entre otras) y luego 24 “materias primas críticas”.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, acosado por la escasez de divisas, firmó ese memorandum con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El mismo texto quedó para su firma en la Cancillería chilena; y, exactamente, el mismo documento ha sido enviado por los gobiernos de Canadá y los Estados Unidos a nuestros países para su suscripción.
Esos Memoranda son un manifiesto intento de control colonial de nuestros recursos naturales. Y no es sólo un asunto económico, sino tiene una trascendencia estratégica ineludible.
En efecto, en el plano económico los países del capitalismo céntrico constatan, con preocupación, su repliegue industrial frente a China y, al mismo tiempo, su notable avance tecnológico, muy especialmente en la producción de chips, fundamento de la quinta generación de redes móviles (5G). Por ello el acceso privilegiado al cobre y sobre todo al litio resulta fundamental.
Los Estados Unidos iniciaron la ofensiva colonialista, enviando al trasto el libre comercio e instalando el proteccionismo. Y, junto a ello, exige un acceso privilegiado a nuestros recursos naturales.
La jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, militar en actividad, se acordó de la Doctrina Monroe: en entrevista con el Atlantic Council, destacando que los ricos recursos de Latinoamérica, en particular el litio, le corresponden a los Estados Unidos.
Preocupada porque “el 60% del litio del mundo se encuentra en el triángulo Argentina, Bolivia y Chile” (Viral, 23 de enero de 2023), sostiene la importancia de América Latina para los intereses norteamericanos, “porque está llena de recursos y me preocupa la actividad maligna de nuestros adversarios que se aprovechan de ella” (https://www.biobiochile.cl/noticias/internacional/eeuu/2023/03/14/hemos-ignorado-el-patio-trasero-eeuu-preocupado-por-presencia-china-en-el-litio-de-america-latina.shtml).
Este discurso es complementario con la nueva política comercial del presidente Biden, quien da por terminado el libre comercio (incluidos los TLC) y, en la misma línea de Trump, impulsa el proteccionismo, pero al mismo tiempo apunta a capturar las materias primas de nuestros países.
“Compraremos productos estadounidenses para asegurarnos que todo, desde la cubierta de un portaaviones hasta el acero en las barandillas de las autopistas se fabriquen en los Estados Unidos”, dijo. Claro que la excepción son las materias primas, las que deben ser aseguradas desde nuestros países, para evitar que estas sean compradas por China.
El reemplazo del liberalismo por la planificación estatal apunta a evitar la mudanza de empresas a terceros países, asegurar el autoabastecimiento para un listado de actividades que cubren casi todo el espectro productivo y mantener la ventaja tecnológica.
Los intereses de los Estados Unidos han cambiado y por tanto también se modifica su política comercial. Ello también se extiende a Europa y a Canadá.
Ahora, resulta que el libre comercio ya no sirve para competir en los mercados (como impuso Estados Unidos a nuestros países durante 30 años) y, en el caso de las materias primas de Latinoamérica, resulta mejor alguna forma de captura directa. Y para ello se dejan de lado los compromisos contenidos en los TLC y se otorga prioridad a los Memoranda de Entendimiento sobre materias primas.
El litio y el cobre son fundamentales para el paso de una matriz productiva basada en los combustibles fósiles a otra con base en energías limpias y sustentables. Ambos minerales son clave para la elaboración de baterías recargables de dispositivos móviles, principalmente teléfonos inteligentes y computadoras portátiles. Y, muy especialmente, en la producción de vehículos eléctricos, así como en la industria aeronáutica y medicinal
Europa y Canadá no se quedan atrás y manifiestan la misma preocupación por garantizar el abastecimiento de materias primas. Es a lo que apunta la presidenta de la Comisión Europea en su periplo por nuestra región.
La intervención de Richardson es consistente con los lineamientos destacados por Jack Sullivan, asesor de Seguridad Nacional del presidente Biden, quien sistematiza la nueva política comercial del gobierno norteamericano.
Según Sullivan, “los recortes fiscales, la desregulación, la privatización a expensas de la acción pública y la liberalización” han resultado un fracaso. Agrega que también fue un error “el supuesto dominante que el crecimiento basado en el comercio sería un crecimiento inclusivo, es decir, que las ganancias del comercio acabarían por repartirse ampliamente entre las naciones” (On Renewing American Economic Leadership, Brookings Institution, 27 abril, 2023).
El cuestionamiento de Sullivan al neoliberalismo y al libre comercio no resulta ingenuo, sino apunta a la defensa de los intereses estratégicos de su país, que se consideran vulnerados por el creciente poderío económico y tecnológico chino.
Este nuevo orden que impone en los Estados Unidos lo instaló Trump, pero lo sigue con entusiasmo el presidente Biden. No se trata sólo de una nueva política económica, sino de un nuevo orden económico, político y estratégico que trasciende gobiernos. Por tanto, América Latina y Chile se verán enfrentados a esta nueva realidad por décadas.
La nueva guerra económica, tecnológica y geoestratégica entre los poderes hegemónicos no debe cerrar las puertas a nuestro desarrollo. Ya perdimos 30 años con una economía y política exterior neoliberal, favorable al capital transnacional. Ahora, con el accionar colonial de los países céntricos, que buscan monopolizar el acceso a nuestras materias primas, se clausurará nuevamente el acceso a nuestro desarrollo económico.
La realidad proteccionista que se ha impuesto hoy día en el mundo pone de manifiesto los errores de política pública que ha cometido el actual gobierno y los que sigue cometiendo.
En efecto, la larga y torpe discusión sobre el TPP11 (con retroceso del gobierno) resultaba completamente inútil cuando el libre comercio se encuentra en retirada. A su turno, el discurso del embajador chileno en Washington, Juan Gabriel Valdés, que propone entregar el litio a los países del capitalismo desarrollado resulta discutible en el contexto internacional actual y sobre todo si queremos impulsar un nuevo modelo de desarrollo (https://www.eldesconcierto.cl/opinion/2023/04/03/el-litio-ee-uu-y-su-aliado-juan-gabriel-valdes.html).
El Ministerio de Economía, la Cancillería y sus embajadores en Estados Unidos, Canadá y Europa debieran precisar la posición del gobierno chileno sobre el nuevo proteccionismo en curso y que haremos con los TLC suscritos. Al mismo tiempo, deberán pronunciarse sobre los Memoranda de Entendimiento que afectan nuestras materias primas. Paralelamente, habrá que preparar una postura regional para la reunión de Celac del mes de julio si queremos desafiar el nuevo colonialismo que intenta imponerse sobre los países de América latina y El Caribe.
Ha llegado la hora de plantear con claridad el modelo de desarrollo que caracterizará a Chile en las próximas décadas. Ello exige un Estado activo, defensor de nuestros recursos naturales, interventor de los mercados y promotor de las actividades industriales. Obliga, al mismo tiempo, a una política exterior independiente frente los poderes hegemónicos y defensora de los intereses regionales.