por Ester Mbathera
Todos los años, descendientes de las tribus Nama-Ovaherero se reúnen en el cementerio Swakopmund Memorial Park de Namibia durante el mes de marzo para rendir homenaje a sus antepasados víctimas del genocidio que tuvo lugar entre 1904 y 1908. Swakopmund, ciudad que albergó campos de concentración durante aquella época, fue testigo de la muerte de numerosas personas que fueron enterradas en tumbas sin nombre.
El genocidio del pueblo ovaherero fue ordenado por el general Lothar von Trotha, comandante supremo de las fuerzas alemanas en el suroeste de África (actual Namibia) en octubre de 1904 y duró hasta 1908. El resultado fue la matanza de 65.000 o el 80% de la tribu Ovaherero, cuya población ascendía a 80.000 personas en aquel momento. Además, en 1905 se emitió una orden de exterminio contra el pueblo namibio, que provocó la muerte de más del 50% de los hombres, mujeres y niños de la tribu.
Como resultado de esta devastadora historia, la cultura de estas tribus se ha visto muy afectada, y algunos descendientes incluso han adoptado uniformes militares alemanes como parte de su engranaje cultural. Los descendientes de las víctimas del genocidio llevan mucho tiempo reclamando justicia reparadora y el restablecimiento de la dignidad de quienes perecieron a manos de la Schutztruppe alemana. Sin embargo, Alemania aún tiene que reconocer oficialmente lo ocurrido en Namibia como genocidio y ofrecer una disculpa a los descendientes.
A la reunión anual asisten líderes tradicionales de diversas casas reales ovaherero, ovambanderu y nama, así como miembros del Comité Técnico del Genocidio Nama (NGTC). El objetivo último de los descendientes es garantizar que sus antepasados sean debidamente honrados y recordados y que se haga justicia por las atrocidades cometidas contra ellos.
Las fotografías son de Ester Mbathera