El 12 de mayo se conmemora a nivel internacional el día de la enfermería, debido al nacimiento de la denominada madre de la enfermería moderna, Florence Nightingale. Cabe mencionar que muchos de estos profesionales no siempre coinciden con la fecha y fundadora como símbolo y representación de la disciplina y profesión. No obstante, todas/os reconocen la trayectoria e influencia que tuvo Florence Nightingale en la transformación de la enfermería como una ciencia, así como para el desarrollo de la estadística y la epidemiología en el interior del sistema de salud pública.

Por Karla Ivonne Mijangos Fuentes

Es a partir de esta contextualización que cada 12 de mayo se hacen diversos homenajes a la profesión y a los profesionales del cuidado. A excepción de los dos años de pandemia cuando los festejos fueron suspendidos hasta la fecha posreactivación, en la cual volvieron a ser notorios los mensajes, las evidencias y los festejos a las/os enfermeras/os. Y es ahí, entre los mensajes virtuales que surge la iniciativa de esta nota, debido a que en la lectura de los múltiples discursos se leían frases distintas, pero había una, en específico, que decía: “Feliz día internacional de la Enfermería. Mi RECONOCIMIENTO Y RESPETO A TAN NOBLE PROFESIÓN.

Y es a partir de esta idea, que la intención desbordada de dudas se hizo notar preguntando a diversos profesionales de la enfermería sobre la definición que ellos asignan al concepto “noble profesión”, a partir del cuestionamiento ¿La enfermería se puede referir como noble? Es obvio que las respuestas se hicieron llegar en las redes sociales, las cuales versan sobre el origen religioso y militar de la profesión, y también, debidas a la época medieval que fue donde se institucionalizó la enfermería.

A este respecto, la nota que aquí se presenta trata de ofrecer una explicación concisa del origen y conservación del imaginario de nobleza que los mismos profesionales de la enfermería han institucionalizado. Y cómo esta subjetividad se relaciona con postulados judeocristianos y militares, previamente ya nombrados por los mismos enfermeros/as.

Poder nobiliario/control de patrimonios

En una primera aproximación, es necesario discutir sobre la nobleza para hablar de nobles, y más que hablar de nobles tenemos que reflexionar acerca del poder nobiliario. En este sentido, se identificaba a las personas nobles a partir del poder nobiliario que éstos ostentaban en la estructura de la familia, las estructuras de parentesco y la herencia, de forma general, en el control de los patrimonios que sostenían a través de la fama pública y el prestigio social de sus linajes.

Por linajes entendemos, a todo aquel grupo de descendientes de un antepasado común, que se identificaban a partir de un marco regulatorio que controlaba las sucesiones hereditarias y la adopción de un apellido identificador. Un apellido que mantuviera el statuo quo del clan. En esta línea, los nobles eran nombrados sobre una vía patrilineal (una vía masculina) de atribuciones simbólicas, apellidos emblemáticos, fama pública y propiedades económicas, materiales y humanas. En este tenor, los nobles se leían a través de la genealogía de sus linajes, de las hazañas y los méritos de sus ancestros y de las tradiciones historiográficas de nobleza.

Así, retomamos la primera idea sobre el poder nobiliario y la conservación del patrimonio patrilineal que debían salvaguardar todos y cada uno de los miembros de dicho clan, debido a que la enfermería como parte de un linaje profesional, además de ser la integrante femenina de la familia, debía de mantener las atribuciones simbólicas, morales, religiosas y de clase que daban seguimiento a la reproducción del linaje al que ella pertenecía.

En este sentido, el apellido identificador que le otorgó a la enfermería formar parte de un linaje de la familia profesional médica, le obligaba a mantener un comportamiento estrechamente ligado a las reglas y normas de una mujer noble de la época feudal; todo ello, y con el objetivo de mantener el statuo quo del linaje médico y el rol social, moral, ético y estético que le asignaron como integrante de dicha familia. 

A partir de esta idea, se observa que para la enfermería moderna ser nombrada como tal, le significa cargar con un apellido que le ofrece la posibilidad de “prestigio social”, pero también el infortunio de pertenecer a un linaje médico que le asigna un rol familiar en el interior de las profesiones de la salud, el cual habrán de conservar intacto, así como, reproducir sin modificaciones para que la tradición historiográfica de nobleza se transmita en cada uno de los nuevos integrantes.

Nobleza y Enfermería

El sobrenombre asignado de nobleza, más que distinguirse por el hecho de tener posesiones, poder, clase social y abolengo, representa un manifiesto que aglutina ciertas características, por ejemplo, un ejemplar de humano en masculino, tener un cierto y excelente modo de hacer las cosas, así como representar un género de valentía de clase militar; cabe mencionar que el género hace referencia al rol, actitudes y aptitudes de hombre valiente que se exigían para ser nombrado como noble.

No obstante, el hecho de ser nombrado como noble, no siempre estaba relacionado con ser de la Alta Nobleza, es decir, la aristocracia y monarquía (Fuertes, 2010). En tanto, los militares, religiosas, maestranzas y cofradías caballeresconobiliarias pertenecían a la nobleza corporativa, una categoría intermedia que excedía de las simples hidalguías, aunque tampoco alcanzaba el titulo del reino o Alta Nobleza.

Desde esta perspectiva, se decía que el noble militar y religioso debía vivir para el combate, para el riesgo y la aventura; tomando como aventura el riesgo consciente y/o calculado, grave, que tiene más posibilidades de ser infructuoso, pero que le garantizaba la mayor satisfacción, debido a que éstos sentían que cumplían excelentemente con el bien por el cual ellos existían, es decir, lo que le daba sentido a su vida.

Tal como refería Plinio Corréa de Oliveira “este bien era una vida de inmolación por algo inmensamente mayor que él mismo, algo que admiraba y de cuya grandeza participaba (…) esto porque la nobleza vivía para la fe, vivía para la iglesia, para el bien común de la sociedad cristiana.” Desde esta mirada, la moral del noble se construía a partir de este bien común de fe y el sentido de la vida que les indicaba lanzarse e ir hasta el fin, arriesgarse al extremo, al sufrimiento desgarrador y a todo de lo que todos huyen, con el objetivo de enfrentarse ante todo para salvar la razón moral, la virtud, la honra del linaje, la fe cristiana y a la humanidad en su extensión.

A partir de estos datos, entendemos que los profesionales de la enfermería se feliciten entre ellos a partir de esta idea de noble profesión, sobre todo, porque se sabe que la enfermería moderna está sostenida por sus pilares religiosos y militares, por ende, el carácter de nobleza que la enfermería ha subjetivado, no es otro que el del género de valentía que habrá de darlo todo, incluso su vida, por salvar a la humanidad y por conservar todas y cada una de las instituciones morales y de poder nobiliario que le concede ser parte de la nobleza corporativa. 

Aunque la nobleza es un concepto muy antiguo y propio de la desaparecida sociedad medieval estamental de oriente y occidente, es un modo de ser y estar en el mundo, porque se considera que a semejanza de la categoría de clase, la nobleza es un organizador de género y/o asignación de roles dictados por la jerarquía militar y religiosa, además, que el término nobleza por sí mismo ya nos está hablando de una puntual y marcada división sexual del trabajo, por tanto, deja clara la posición, significado, comportamiento y haceres que la enfermería debe mantener para seguir conservando el título de noble profesión.

Como anécdota, Menéndez Pidal nos recuerda que la idea nobiliaria, además de representar la herencia material y espiritual, la reproducción del linaje patrilineal y heroico, también implica el merito y esfuerzo que cada uno de los nobles de media o baja nobleza realizan para alcanzar un nivel social superior o aristocrático, debido a que la posibilidad de ascenso siempre estuvo abierta para todos aquellos capaces de brillar por su capacidad de excelencia y valentía. 

Por tanto, no es extraño ver que muchos de los militares y religiosos que participaron de las diversas guerras de la historia mundial hayan sido sepultados acompañados de una lápida que los renombraba como personas de la Alta Nobleza, debido a su historia real de lucha y esfuerzo. Sin embargo, logramos ver que esto ha sido un esfuerzo vacío, por darle un nombre, debido a que jamás van a lograr alcanzar el título del reino porque no poseen la herencia de un linaje de la realeza.

Asimismo, enfermería se localiza en ese lugar vacío del no ser, en ese espacio de sentirse parte de la nobleza media, aunque de forma subordinada por el médico, y de querer alcanzar altos entandares de sociedades aristocráticas, a partir de conservar y reproducir los elementos catalizadores de un noble; aquellos que determinan formas de comportarse, pero también que interiorizan un sentido de vida de riesgo e inmolación constante, por el solo hecho de “ser”, o más bien, de pretender ser “una noble profesión.”

¿La enfermería deber seguir nombrándose como noble?

La respuesta indudablemente no la podemos enunciar ni asignar nosotros, porque los agentes de pronunciamiento y autonombramiento deben ser los mismos profesionales de la enfermería, pero con esta nota damos cuenta que la enfermería adquiere el sobrenombre de “noble profesión”, a partir de un marco historiográfico que la configuró e instituyó sobre unas normas de comportamiento que rigen a los nobles militares y religiosos.

En este sentido, el pronunciamiento de la enfermería como una “noble profesión” conlleva a una postura política y ética de nombramiento e identidad moral y ética, la cual conserva los mandatos asignados de la clase social Media y Baja Nobleza, que llevan implícito en su denominación el riesgo asumido de autosufrimiento, valentía y autosacrificio _si fuese necesario_ para conservar en su totalidad la herencia y genética del linaje que les fue asignado.  

Finalmente, mencionar que los profesionales de la enfermería no variaban en sus respuestas cuando señalaban que el termino de nobleza, tenía una fuerte asociación con el valor moral judeocristiano y militar instaurado en la enfermería como profesión moderna. No obstante, reconocemos que cuando se enuncian desde la nobleza, están reproduciendo un estándar y canón de clase social que en lugar de privilegiarles, les posiciona en un lugar de no estar y no reconocimiento político.  

 

  • Acción familia (2022). Papel de la nobleza en la civilización cristiana. Nota de prensa. Acción familia; categoría ideal de sociedad. Disponible en: https://www.accionfamilia.org/ideal-de-sociedad/aspectos-fundamentales-de-la-nobleza-en-la-civilizacion-cristiana/ 
  • Diago, Máximo. (2006). El poder de la nobleza en los ámbitos regionales de la corona de castilla a fines del medievo: las estrategias políticas de los grandes linajes en la rioja hasta la revuelta comunera. Hispania, revista española de historia; 223 (LXVI): 501-46.
  • Fuertes, Manuel. (2010). Bases sociales de la emblemática: aristocracia y nobleza, pasado y presente. Emblemata; 16: 185-202.