Si la realidad no se acomoda a mis gustos e intereses, peor para la realidad. Tal pareciera la orientación y consigna del presidente Rodrigo Chaves, en su informe de labores de su primer año de gobierno; lo mismo que en sus conferencias de prensa y sus declaraciones, en general.
Se ha tomado muy en serio en esta época de post verdades, de verdades alternativas y de troles, el ajustar las cifras y datos estadísticos a su propósito de demostrar que está realizando una estupenda labor, tanto él como cabeza de la administración como su obediente equipo.
Que la llamada «ruta del arroz» fracasó en su propósito de alcanzar una rebaja significativa en el precio del cereal como lo demuestra un estudio serio del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), pues busquemos otras cifras que prueben que sí bajó. Entonces acudimos –antojadizamente– a una herramienta del MEIC que compara los precios del producto en algunos supermercados. Herramienta que no tiene validez científica y carece de rigor, como si lo tienen los estudios del INEC.
Sin embargo, existe un «instrumento» que mide mejor y en forma cotidiana el costo de la vida (incluido el precio del arroz). Es cuando la gente de carne y hueso va a comprar los productos de la canasta básica en el supermercado, en el abastecedor o la pulpería del barrio. Allí a la hora de pagar, se puede comprobar que lo expresado por el señor presidente es producto de una realidad paralela y fantasiosa.
Esa misma metodología arbitraria y carente de rigor, el presidente Chaves y su Ministro de Seguridad, la han aplicado para desestimar, inicialmente, la crisis de inseguridad que enfrenta el país y que se refleja en el preocupante incremento de asesinatos en lo que va del 2023. Luego la acepta pero disminuyendo su responsabilidad al achacarla a gobiernos anteriores. Mientras tanto la anunciada «ruta de la seguridad» aparece extraviada y poco clara. Habrá que preguntarle al presidente y al Ministro Torres que opinan sobre la triste estadística del mes de abril anterior cuando se alcanza la cifra histórica de asesinatos (la mayoría con armas de fuego, otro récord) de 83.
Similar situación se da en la Caja. Tanto el presidente como su presidenta ejecutiva están empecinados en mostrar una institución quebrada o, para ser más rigurosos, a la que se busca quebrar. Para qué mirar los datos concretos (incluyendo la enorme deuda acumulada por el Estado), cuando es mejor ofrecer «datos» que responden a una estrategia y un propósito político de creciente privatización de una entidad pública, que ha sido y es clave para el desarrollo integral del país.
De esta manera, el presidente Chaves actúa como un político tradicional más (quizás más arrogante, eso sí) y no como lo que le queda de economista, al valorar las cifras y los datos estadísticos.
El empecinamiento del presidente de llevar aún más lejos sus políticas neoliberales, hace predecir que las esperanzas de mejores condiciones de vida para las mayorías del país, es una quimera que se irá mostrando cada día que pasa. La crecientes desigualdad social y la concentración de la riqueza, mientras tanto, siguen su curso.
Está claro que fruto de su eficaz y permanente campaña comunicacional y de su legión de troles, todavía conserva un respaldo popular a considerar. Empero ese apoyo ha ido bajando y así seguirá en los meses venideros. El tiempo y la falta de soluciones reales ante los graves problemas que enfrenta el país, hará que ese respaldo disminuya aún más. Porque los dictados del estómago son más fuertes que las promesas incumplidas.
Lo malo es que todavía no está claro para las mayorías, para el pueblo y los trabajadores que Rodrigo Chaves es de los mismos que han llevado al país a la crisis actual y es corresponsable del deterioro de nuestro Estado Social de Derecho (ESD). Él y su entorno más cercano forman parte de una élite que busca desplazar a la otra élite que ha venido gobernando al país a través del PLN, PUSC y PAC.
Aun cuando todavía quedan algunas reservas institucionales, el pueblo no tendrá otro remedio que recurrir a la democracia de la calle (invocando el carácter participativo de nuestra democracia, fijado en el artículo 9 de la Constitución) para defender al ESD y para luchar por una sociedad realmente inclusiva y justa. Solo el pueblo salva al pueblo. Ni más ni menos.
Por Luis Fernando Astorga Gatjens