España, como cualquier otro estado, rápidamente pasa página a los problemas graves por los que atraviesa la sociedad. El COVID nos ha dejado una profunda llaga que aún no ha cicatrizado, una profunda herida en muchas familias que han perdido a sus seres queridos ante decisiones nefastas, que rayan la criminalidad, al impedir que los ancianos de las residencias fueran a los hospitales. Una democracia que se digne de serlo, por la que muchos políticos abogan, precisamente debe buscar no olvidar lo ocurrido y llegar hasta el fondo, pese a quien le pese.

Se han cometido muchísimos errores y nadie ha dimitido por sus responsabilidades. La mayoría de las denuncias realizadas por el trato a nuestros ancianos en las residencias, han sido denegadas o archivadas. Nadie ha querido implicarse en un profundo estudio de los hechos. En el siglo XXI es imposible que aún no sepamos de dónde vino el virus que doblegó a la humanidad. Se violaron derechos humanos al implantar de forma abusiva las retenciones de los ciudadanos en sus casas. Se hicieron contratos con empresas para buscar mascarillas y equipos médicos sin control alguno. Se hizo una vacunación forzosa señalando a los que no se la pusieron como irresponsables y homicidas. Se confeccionó un pasaporte de vacunas en contra de la libertad de movimiento. Se impuso una vacuna sin pasar los periodos de seguridad violando las leyes internacionales y de derechos humanos. Se detectaron numerosas anomalías en las vacunas con efectos secundarios, con la muerte incluida, declarándolos efectos colaterales en beneficio de la humanidad. Murieron más de 35.000 personas en las residencias sin asistencia médica, olvidados, muchos encerrados en sus habitaciones, abandonados en los pasillos, y nadie ha respondido por ello ante la justicia. Muchos otros, en los hospitales, no pudieron estar con sus familiares en sus últimos momentos. Mucho dolor que no debe olvidarse. Se tomaron las medidas de protección muy tarde. Y, sin embargo, a pesar de todo este sufrimiento, se quiere pasar página, olvidar tanta pesadumbre, tantos efectos colaterales, tantos suicidios que se originaron por la situación de alerta desmedida, tantas enfermedades que no fueron detectadas a tiempo y mientras, la sanidad pública está por los suelos en todo el territorio español.

¿Y qué hacen los políticos? Pelearse entre ellos, no tomar soluciones efectivas para el bienestar de la sociedad y preocuparse sólo de las elecciones y conservar sus sillones calientes de verdadera amargura de irresponsabilidad.

El presidente de Estados Unidos ha dicho que desclasificará la información sobre el origen de la pandemia. Es decir, que nos están ocultando la realidad a todo el mundo. Algunos Estados juegan en sus laboratorios a la manipulación de virus, a alterarlos y a tenerlos preparados para guerras bacteriológicas. Unos laboratorios que deberían ser cerrados de inmediato. De ésta nos hemos salvado muchos… ¿y el próximo accidente, consentido o no, podremos contarlo? Existen documentos en Estados Unidos y seguro que en todos los demás países, incluido el nuestro, donde tienen toda la información relativa a posibles vínculos entre el instituto de virología de Wuhan y el origen del virus. Pero nos toman por tontos y el silencio continúa. Ellos bien lo sabían. Existe publicado en Estados Unidos, un informe del Departamento de Energía de ese país, que apunta a una fuga de un laboratorio como la causa más probable de la pandemia.

Y mientras, nuestros políticos europeos, incluidos los españoles, se vanaglorian de acordar la entrega de 2.000 millones de euros para la compra de un millón de obuses para Ucrania, es decir, para matar. La Unión Europea financiará con 1.000 millones de euros de entrega inmediata, y otros mil millones lo harán conjuntamente con los socios de la Unión Europea, una intervención militar. Nuestros impuestos son utilizados para aumentar el dolor, la muerte y el derramamiento de sangre sin consentimiento de los ciudadanos, al no pasar por el Congreso, en lugar de realizar esfuerzos por la paz. Pero, aunque parezca increíble, esos primeros mil millones a entregar a Ucrania se usarán del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (FEAP). ¿Son estas las soluciones de nuestros gobernantes? ¿Cómo es posible que confundan la guerra con la paz?

La Asociación Liberum, nacida con el objetivo de “restaurar los derechos y libertades que nos han sido usurpados en el transcurso de la epidemia y que aún continúan”, ha interpuesto una querella contra las máximas autoridades de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) por ocultar “los efectos adversos de las vacunas”. Concretamente la querella según informa The Objective, es por cinco supuestos delitos de omisión del deber de socorro, delito contra la salud pública, delito contra la Administración Pública, delito de prevaricación y delito de infidelidad  en la custodia de documentos y de violación de secretos. Los abogados, según cita este medio de comunicación, decidieron esta acción al conocerse los datos publicados por el Instituto de Salud Carlos III, donde se observa que España registró un exceso de mortalidad de 32.058 personas desde 1 de enero al 30 de septiembre de 2022. 117 muertes al día sin explicación.

Como vemos, el misterio y el ocultismo continúan y posiblemente nunca sabremos lo ocurrido. Pasar página es lo principal para todos los partidos políticos. Vienen elecciones.

Por otro lado, Sanidad ha reconocido que 14 lotes de las vacunas de Covid-19 han causado 200 muertes en España y 2.236 efectos adversos. La Asociación Liberum nuevamente, según informa Diario 16, las cifras son escalofriantes, ya que por una sencilla regla de tres, y si todos los lotes tuvieran la toxicidad similar a los 14, se estaría hablando  de 6.664 muertes y de 77.921 efectos adversos graves, según lo recoge también The Objetive.

Sea lo que fuera, al no abrirse comisiones de investigación de las causas y denuncias, al cerrar la fiscalía casi todas las demandas contra las residencias, al no aclararse la infinidad de preguntas que aún quedan en el aire sin contestar por los que deben de hacerlo, estos graves acontecimientos e irresponsabilidades quedaran impunes y sólo será la historia y las generaciones futuras, quienes juzguen este lamentable horror y violación de los derechos humanos más fundamentales.

 

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