Lucía Irurozqui.-
El estado de los muertos nunca es completamente fijo, puede cambiar y cambiará; el pasado aún no ha llegado —afirmaciones como ésta seguro que a cualquiera le parecerán paradójicas o absurdas. Sin embargo, en la historia de la humanidad, hubo varios pensadores que no solo creyeron sinceramente en la validez de tales afirmaciones, sino que también inventaron métodos completos para pensar sobre el pasado, así como para influir en él y cambiarlo. Nikolai Fiódorov estaba convencido de que una vez que la humanidad sea consciente de la deuda moral que tiene con sus antepasados, se armará con un método científico y resucitará a los muertos. Para Fiódorov, lograr la resurrección significaba cumplir el plan divino.
Más allá de nuestras creencias, de lo que no hay duda de nuestra necesidad de inspiración en la actualidad… Llámenlo locura, pero en todo caso una locura plena de vida y sensibilidad, frente a la locura destructiva de los poderosos.
El cosmismo ruso fue un movimiento filosófico y cultural que surgió en el siglo XIX. Podría afirmarse que el cosmismo tuvo una gran influencia sobre el nuevo humanismo emergente en los años 60, con temas como la prolongación, la inmortalidad y la resurrección de la vida humana por medio de la tecnología y la exploración del espacio.
El cosmismo vino a replantear las relaciones entre ciencia, espiritualidad, arte y esoterismo para que el ser humano de un salto evolutivo en su nivel de conciencia, el cual, le permita acceder a un destino universal.
Nikolai Fiódorov (denominado el filósofo del comunismo ruso), es conocido por sus ideas filosóficas y políticas, que han tenido una gran influencia en la cultura rusa y en la historia de la Unión Soviética.
«El Sócrates de Moscú que impulsó el «cosmismo » y la carrera espacial soviética
Fiódorov nació en 1829 en Moscú, Rusia. Fue educado en la Universidad de Moscú y se graduó en 1854. Después de graduarse, trabajó como profesor de matemáticas en la Universidad de Moscú. Sin embargo, su verdadera pasión era la filosofía y la política.
Creía que la humanidad tenía un propósito divino: crear un mundo sin muerte. Para él, la muerte era el mayor problema que enfrentaba la humanidad, y creía que la ciencia y la tecnología podrían resolver este problema. Fiódorov argumentó que la ciencia y la tecnología podrían permitir a los seres humanos vivir para siempre, y que esto era el objetivo final de la humanidad.
Fiódorov vivió un estilo de vida ascético, sostenido solo por pan, té y agua, pero vivió en un entorno intelectual estimulante.
Como bibliotecario del Museo Rumyantsev, situado frente al Kremlin, fue anfitrión de un salón intelectual informal, y sus devotos se refirieron a él como «el Sócrates de Moscú».
Dostoievski estaba asombrado de «ese gran pensador». «Sus ideas me han cautivado: cuando las leo y entiendo lo que significan, siento que son completamente parte de mí, que están cerca de mi corazón, que podrían ser mías», escribió.
Tolstoi describió la cosmovisión de Fyodorov en una carta a un amigo: «Ha ideado un plan para una tarea común para la humanidad, cuyo objetivo es la resurrección corporal de todos los humanos«, escribió.
El autor del «Manifiesto Biocosmista» de 1921, Alexander Svyatogor, siguió a Fiódorov al definir dos tipos de muerte: descomposición corporal y muerte espiritual, lo que él llamó «muerte en vida».
En su libro «La Filosofía del Comunismo», Fiódorov argumentó que el comunismo era la única forma de lograr la igualdad social y económica. Creía que el capitalismo era un sistema injusto que favorecía a los ricos y oprimía a los pobres. Fiódorov creía que el comunismo permitiría a todos los seres humanos vivir en igualdad y libertad.
Nikolai argumentó que la educación y la cultura eran esenciales para crear una sociedad comunista. Creía que la educación debía ser gratuita y accesible para todos, y que la cultura debía ser valorada y apreciada por todos.
Fiódorov murió en 1903, pero su legado ha perdurado hasta nuestros días. Sus ideas sobre la igualdad social y política, la educación y la cultura han influido en la cultura rusa y en la historia de la Unión Soviética. Su visión de un mundo sin muerte sigue siendo un tema de debate en la filosofía y la ciencia modernas.