Un 25 de Abril de 1974, un movimiento revolucionario gestado al interior de las Fuerzas Armadas de Portugal protagonizaría una asonada contra el régimen decrépito del Estado Novo, abriendo paso a la democracia y constituyendo el inicio del fin de las guerras de Independencia en Angola y Mozambique.
Al son de «Grándola, Vila Morena», tema compuesto por José «Zeca» Afonso y prohibido por la dictadura instaurada por Antonio Salazar en el marco de la correntada fascista que sacudió a Europa en los años 30′, las tropas rebeldes ocuparon puestos claves comandadas por los «capitanes de Abril», a los cuales se plegó la mayor parte del ejército.
Inmediatamente, el pueblo salió a las calles vitoreando el fin del régimen salazarista e imitando el gesto de las vendedoras de flores, colocaron claveles en la punta de los fusiles de los soldados, gesto que alumbró el nombre de este ejemplo de resistencia cívico militar a la larga y violenta noche fascista, que pasaría a la historia como la «Revolución de los Claveles».
La revolución precipitó el fin del imperio portugués en África con la retirada del ejército colonial. Sin embargo, la independencia tardaría todavía un año en llegar y la paz varios años más, debido a los intereses geopolíticos y económicos enmarcados en la Guerra Fría entre el Occidente capitalista y el bloque socialista.
Tras la Declaración de la Independencia, se desatarían guerras civiles en ambos países que dejarían cientos de miles de muertos, millones de refugiados y decenas de miles de personas mutiladas, especialmente por efecto de las minas antipersona y en ambos casos, territorios arrasados y poblaciones empobrecidas.
El fin de la guerra llegaría en Angola recién en el año 2002, luego de la muerte del cabecilla de la UNITA Jonas Savimbi. Mozambique conquistaría la paz en 1990, quince años después de la independencia, luego de la insurgencia anticomunista protagonizada por la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), un grupo rebelde armado financiado por los regímenes racistas de Sudáfrica y Rodhesia (país que luego de su respectiva independencia pasó a llamarse Zimbabwe).
A casi cincuenta años de la gesta de la revolución de los claveles, los pueblos del África continúan clamando por bienestar, progreso, paz y autodeterminación, aspectos íntimamente unidos por el mismo hilo.