El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) dio a conocer este lunes (13) un nuevo informe sobre el comercio mundial de armas.
Según los datos proporcionados, el volumen de las transferencias internacionales en el período entre 2018 y 2022 fue un 5,1 por ciento inferior que en 2013-2017, pero un 4,8 por ciento superior al consignado entre 2008 y 2012.
Los cinco mayores exportadores de armas fueron los Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Alemania, que en conjunto son responsables por el 76% de las exportaciones mundiales de armas en los últimos cuatro años.
Comparando el quinquenio 2018-22 con el anterior, las exportaciones de armas de Estados Unidos aumentaron del 33 al 40 por ciento del total mundial, duplicando sus ventas a Europa, mientras que Francia incrementó su participación en el macabro rubro del 7,1 al 11%, abasteciendo de armamento pesado a 62 países, siendo sus compradores preeminentes India, Egipto y Qatar.
En el mismo lapso, las exportaciones rusas disminuyeron en un 31% (de un 22 a un 16% del total), debido probablemente a la prioridad dada al suministro interno. Por su parte, las exportaciones chinas se redujeron en un 23% y las de Alemania en un 35%, totalizando entre ambos un 10% del volumen mundial.
Por otra parte, el informe señala que los cinco mayores importadores en 2018-22 fueron India, Arabia Saudí, Qatar, Australia y China, quienes recibieron en conjunto el 36 por ciento del total mundial.
Las importaciones de armas de los Estados europeos de la OTAN se incrementaron en un 65%, al tiempo que Ucrania pasó a ser en 2022 el 3º mayor importador de armas, luego de Qatar e India.
En términos regionales, señala el comunicado del SIPRI, las importaciones de armas cayeron en África (-40%), América (-21%), Oriente Medio (-8,8%), Asia y Oceanía (-7,5%), si bien algunos estados como Japón, Corea del Sur y Australia aumentaron considerablemente sus compras.
La perversidad armamentista no cede
Las ventas de armas, si bien ligeramente menores que en el quinquenio anterior, han recuperado niveles anteriores, empujadas por el aumento de la tensión bélica global. Este panorama es motivado en primer lugar por el empecinamiento estadounidense de no ceder al avance de un mundo multipolar y de forzar el disciplinamiento, fundamentalmente de los estados europeos, bajo su órbita.
Las provocaciones suscitadas por la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, la continuada injerencia en estados limítrofes como Bielorusia, Kazajstán y ahora Georgia – con el precedente del Maidán ucraniano – y las abiertas amenazas de expandir la guerra hacia el Asia, acrecentadas con la conformación del bloque AUKUS (Australia, Reino Unido y los Estados Unidos) no han hecho sino crear un ambiente de pre-guerra mundial, motivando una inequívoca sensación de peligrosidad inminente, lo cual dispara el rearme.
La guerra en Ucrania ha modificado el flujo armamentista, sirviendo – como cualquier guerra – a los intereses de los grandes fabricantes de armas. Debe tenerse en cuenta que muchas de las armas suministradas a Ucrania por Estados Unidos y países europeos proceden de arsenales preexistentes, lo que ha significado nuevos pedidos para renovar las existencias.
Si bien los enfrentamientos en la muy castigada zona de Oriente Medio parecen llegar (¡por fin!) a un punto de posible declinación con los importantes acuerdos alcanzados entre Arabia Saudí e Irán y la retirada de los Estados Unidos de Afganistán (aunque no de Siria), los sauditas, Qatar y Egipto han aumentado fuertemente su provisión armada, mientras que en el período 2018-2022 las importaciones iraníes han sido prácticamente nulas, probablemente en razón del reemplazo por producción propia.
Por su parte, el descenso en la compra de armamento de los países africanos es una buena noticia. Aquí pesaron la disminución de la importación desde Argelia (-58%) y Marruecos (-30%), indica el informe consultado. En este continente, ha tomado preeminencia la exportación rusa con el 40% de las importaciones africanas de grandes armas, desplazando a Estados Unidos (16%), China (9,8%) y Francia (7,6%), China (9,8%) y Francia (7,6%).
Destacada ha sido la posición contraria a la guerra de los países latinoamericanos y caribeños, los que se negaron a ser arrastrados por la insistencia norteamericana en suministrar armamento a Ucrania.
En definitiva, el todavía gigantesco volumen de comercio de armas nos muestra que la gran mayoría de la humanidad continúa siendo rehén de un sistema perverso, que privilegia la ganancia y el poder a cualquier costo, por encima de la vida humana.