De acuerdo a la costumbre, o a pensamientos habitualmente normalizados, el 8 de Marzo se realiza la conmemoración del Día Internacional de la Mujer . Se presenta ésta como una fecha que recuerda luchas sociales libradas por mujeres por mejoras salariales y laborales. Se dice que la muerte de muchas de ellas marca un hito en la presencia del género femenino en el acontecer social. Es decir, analizando estos argumentos desde otra perspectiva, las reivindicaciones por las que antes de ese evento se realizaron huelgas y manifestaciones, tenían carácter básicamente masculino. Eran luchas valorables, sin duda, y costaron muertes y cárcel. Pero revelaban algo cierto: el mundo era de los varones. Pues este género era el que existía socialmente. Y no sólo en este campo. También en la ciencia, en el arte, y en otras áreas. Fueron muchas las mujeres que se destacaron en diferentes pasajes de la historia, pero siempre aparecían nombres de algunas, nunca era el género femenino como parte de la humanidad, el protagonista de los cambios o de los grandes eventos.
Por otra parte, la mujer siempre fue enmarcada en el ámbito familiar, y el amor maternal era el paradigma con el que se reconocía su función. O bien, la pareja, que siempre «era la gran mujer que estaba tras un gran hombre». Su función, tal como se enseñaba en las escuelas antiguas, era el cuidado de los hijos, del hogar y el apoyo al «marido». Y así, no se reconocía que ellas eran parte constituyente del devenir histórico y social.
Lentamente se fueron ganando espacios, como el derecho a voto, la posibilidad de estudiar en las universidades, el ingreso a funciones laborales de importancia, etc. Sin embargo, no era suficiente, pues los reclamos y protestas por la igualdad se hicieron presentes en diversos países, y surgió el movimiento feminista, en un contexto de cambios mundiales, donde también cobró fuerza la reivindicación por la diversidad sexual (nombre que se relaciona sólo con el carácter machista con que se observa el mundo aún), que exigió respeto en tanto seres humanos, así como lo hicieron algunas minorías étnicas.
Desde un punto de vista sociológico, tal vez existen muchas explicaciones para estos movimientos, que a su vez han provocado una gran cantidad de transformaciones. Quizás la principal ha sido el cambio de perspectiva con que el género masculino ha recibido los cambios, pues, sobre todo los jóvenes, asumen la igualdad de hombres y mujeres como algo natural, necesario y fundamental para la vida de la humanidad.
¿Y el amor? Fue, como se planteó, casi un patrimonio femenino. Pero ese respeto que exigieron las mujeres implicó que ya no fueran objeto de los hombres, sino que personas que son parte de la vida en relación de igualdad, en una vorágine de cambios que abarca toda la civilización humana, en la perspectiva de construir una sociedad planetaria, donde el amor sea un lenguaje colectivo, que se manifiesta en los diversos aspectos de la vida. Dicho de otra forma, el movimiento feminista no sólo significó conquista de derechos que parecían vedados a las mujeres, sino que también la democratización del amor, que además de ser un sentimiento, es un derecho para todos, mujeres, hombres e integrantes de las llamadas diversidades sexuales. Es decir, el amor es de todos y para todos.
Por : Ricardo Rojas
Miembro de Convergencia de las Culturas-Chile