Para dos mujeres escritoras y aventureras que nos han contado del mundo
Por: Iñaki Chaves en Pateras al Sur
Quería celebrar este 8 de marzo, en estos tortuosos tiempos en los que persiste la desigualdad y la inequidad hacia el género que nos parió, escribiendo de dos grandes mujeres y escritoras, pidiendo que el futuro sea más femenino y feminista; seguro que así será también más pacífico y solidario.
Rosa Regàs y Maruja Torres con Terenci Moix al piano y Luis Antonio de Villena
(foto de Uly Martín que circula por las redes).
Podía haber elegido a muchas –desde la Beatriz que me acompaña y motiva mi vida a la Francia que nos ha enseñado que una mujer afro puede gobernar desde la vicepresidencia de un país machista y clasista defendiendo la vida digna-, pero me he decidido por Rosa y Maruja, dos mujeres a las que he seguido y perseguido, en el buen sentido, y que traigo a esta celebración de la mujer para reconocerlas públicamente.
Las junto en mi memoria por sus coincidencias. Empezando por su amor por una tierra también femenina, nuestra Abya Yala, y dos libros viajeros como ellas que tienen a este hermoso continente por protagonista: Amor América y Volcanes dormidos. Ambos libros, además, los tengo dedicados por ellas. Maruja me escribió, allá por 1993, “Para Iñaki, con cariño, y para que saborees conmigo la América real. Besos”; y Rosa me firmó el suyo en 2007, que había ganado el premio Grandes Viajeros 2005, “Para Iñaqui. Con todo el cariño este libro por la parte que me toca” (dado que el texto lo firma junto a Pedro Molina Temboury).
Con Amor América dice Maruja Torres que aprendió “a escribir, a quedarme sola, a sufrir y a gozar, a buscar las palabras y aprehenderlas”. Rosa Regàs tomó nota, con Volcanes dormidos, de que “hoy por hoy, todo parece dormido, pero que, como los volcanes de la tierra, los de las mentes y las esperanzas, nunca se puede saber cuándo se pondrán en movimiento de nuevo”.
A Maruja la he leído asiduamente en sus artículos publicados semanalmente durante años en El País sin llegar a poder hacerle una entrevista; a Rosa la leía en sus libros y la entrevisté cuando fue directora de la Biblioteca Nacional. He de decir que no sé si hoy me dedicaría un libro con “todo el cariño”, ya que dicen las malas lenguas que su salida de la institución fue provocada, al menos en parte, por el titular de mi entrevista. Ya saben, mes de agosto, casi sin noticias destacables, no como ahora que las fake llenan cualquier cosa, y alguien de Servimedia encontró su serpiente de verano, sacó sus declaraciones, sensatas y sentidas, de contexto y la metió en el lío que aceleró su marcha. En fin, el país, la biblioteca y las y los españoles salimos perdiendo y el Gobierno socialista se lavó las manos, por si acaso.
Dos mujeres, dos escritoras, dos luchadoras por las libertades y los derechos de todas de cuyas extensas bibliografías destacaría dos obras coincidentes en su año de publicación (1999): Luna lunera, de Rosa Regàs, y Mujer en guerra. Más masters da la vida, de Maruja Torres. Ambas han obtenido los premios Nadal y Planeta, Rosa Regàs con Azul (1994) y La canción de Dorotea (2001), y Maruja Torres con Esperadme en el cielo (2009) y Mientras vivimos (2000).
Las dos también disfrutaron de la amistad de otro grande de las letras, Manuel Vázquez Montalbán, a quien Maruja le pidió que le esperara en el cielo, esperemos que lo haga por mucho tiempo, y a quien Rosa prologó en Cambiar la vida, cambiar la historia, libro que recoge los artículos del escritor y periodista en la prensa clandestina de Mundo Obrero.
Rosa Regàs i Pagès (Barcelona, 1933), editora, directora de revistas, escritora, periodista, traductora para Naciones Unidas, directora del Ateneo americano de Casa de América y de la Biblioteca Nacional, una mujer que defiende “una forma de vivir, de pensar y de ser” pero que no cree “en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias”. Además, afirma pertenecer “a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas”.
María Dolores Torres Manzanera (Barcelona, 1943), escritora, corresponsal de guerra en el Líbano, Israel y Panamá, donde fue testigo del asesinato del fotorreportero Juantxu Rodríguez por las fuerzas militares de los EE. UU., ha llegado a ser lo que es “huyendo de lo que querían que fuera”. Casada con su amigo, maestro y juez, el periodismo, se fue del diario El País, al que había vuelto ´con honores`, por opinar demasiado. Y opina que más peligroso que cubrir guerras y conflictos armados es estar en una redacción potente llena de personajes ambiciosos. Declara que “le gustan los hombres débiles y las mujeres fuertes, lo cual es un acto de realismo”, también “le gusta la honestidad en hombres y mujeres, lo cual es una norma de vida que no la hace más fácil, pero sí mucho mejor”.
Por todas las flores viajeras y por muchos 8 de marzo todos los días del año.