«No hemos visto una unidad sindical como esta desde hace mucho tiempo» afirmó Laurent Brun, y refiriéndose a las protestas en ciudades francesas estas semanas contra la reforma de pensiones decretada por Emmanuel Macron, dijo que «hay una gran movilización, una movilización ciudadana», resaltando que «la movilización de los trabajadores es fundamental para la acción». El dirigente sindical habló de la incidencia de las movilizaciones en el Parlamento: «Vimos las acciones que multiplicamos durante estos días de huelga, y en particular la interpelación de los representantes electos». El secretario general de la Federación de Trabajadores Ferroviarios indicó que «este Gobierno no negocia con los sindicatos, sean revolucionarios o reformistas » y que «ha habido un endurecimiento muy grande de las fuerzas del orden».

Pierre Cappanera. Corresponsal de l’Humanité en Chile (*). Laurent Brun es el secretario general de la Fédération des Cheminots (Federación de Trabajadores Ferroviarios) afiliada a la  poderosa CGT (Confederación General del Trabajo), que hoy lidera las movilizaciones sociales y sindicales contra el decreto del Presidente Emmamuel Macron para modificar las condiciones de la política de pensiones en Francia.

Laurent Brun, reconocido dirigente de la CGT, habló en exclusiva con ElSiglo.cl sobre las razones de las protestas que se han vivido las últimas semanas, la afectación que produce a los trabajadores la reforma de Macron y el desarrollo e importancia de la fuerza sindical.

¿Cuáles son los puntos más controvertidos que han provocado la movilización contra esta reforma?

Es el aumento de la edad de acceso a la jubilación de 62 a 64 años. Son dos años más, dos años durante los cuales no podrás jubilarte. La gente tendrá que esperar hasta los 64 años para jubilarse, incluso los que empezaron a trabajar antes. El segundo punto más controvertido es la supresión de algunos regímenes especiales de jubilación, en particular los de las minas y la energía, los de la RATP (autobús y Metro de la región parisina) y el de la Banque de France. Son los dos puntos más controvertidos de la reforma.

¿Significa esto que no hay posibilidad de jubilarse antes de los 64 años recibiendo una jubilacion menor?

No, porque los 64 años es la edad a la que se abren los derechos, y ya no será posible abrirlos con anterioridad si se aprueba la reforma. Enseguida siempre existirá el mecanismo de jubilacion menor en función del tiempo trabajado. Pero en esta reforma, 64 años es realmente la edad a partir de la cual se tiene derecho a jubilarse, sean cuales sean las condiciones de esta jubilacion. Si se aprueba la reforma, ya no se podrá jubilar antes de los 64 años.

El gobierno de Macron dice que no hay más dinero en las arcas y que el sistema social se hundirá si no se aplica esta reforma.

Este Gobierno niega la realidad, porque todos los economistas, y en particular los que están reunidos en el Conseil d’Orientation sur les Retraites (Consejo de Orientacion de Pensiones), dicen que no hay un problema estructural de financiación del Sistema de Pensiones. Hay un déficit temporal entre 2027 y 2032 o 2036 según el escenario, pero es un déficit temporal y es un déficit limitado que representa alrededor del 3% del presupuesto de pensiones. No estamos en absoluto en proceso de colapso del sistema de pensiones, nadie está preocupado por ello. Esto es una gran mentira. Se ha demostrado muchas veces, pero es el argumento estrella del gobierno «¡Alerta: Alerta! Alerta!». En realidad, la verdadera razón es que el Gobierno de Macron está haciendo un montón de exenciones fiscales y regalos fiscales a los grandes grupos financieros y empresariales. Por ejemplo, a finales del año pasado apoyó la supresión de la contribución sobre el valor añadido de las empresas, que afectaba principalmente a los grandes grupos franceses, lo que supone un regalo de 8.500 millones de euros. Para seguir haciendo estos regalos fiscales, manteniendo al mismo tiempo el déficit presupuestario del 3% impuesto por Europa, entregó un memorándum a la Unión Europea en el que explica que habrá otras medidas para compensar este regalo y, en particular, ahorros en los regímenes sociales. Así pues, reforma de la cesantia, reforma de las pensiones.

¿Ven los sindicalistas otros peligros potenciales, otras reformas neoliberales que se avecinan?

Macron ya ha llevado a cabo una reforma de la cesantía que entró en vigor en febrero de este año, una reforma que endurece mucho las condiciones de indemnización de los desempleados. Ahora ha anunciado una reforma del mercado laboral, lo que hay detrás no lo sabemos con precisión, pero imaginamos que será una ley de reducción de los derechos de los trabajadores, de los derechos sindicales, quizás una flexibilización de las condiciones de despido, cosas así. Eso es lo que tenemos ante nosotros. Por otro lado, este gobierno no es tacaño con las reformas. Sí, viene una reforma de la inmigración, que es una reforma de derecha, incluso de extrema derecha. Vienen más trucos sucios.

¿Está la Seguridad Social en el punto de mira del Gobierno?

La reforma de las pensiones es una reforma de la Seguridad Social. La Seguridad Social tiene tres ramas principales, la familia, la cesantía y las pensiones. La indemnizacion de la cesantía se ha recortado recientemente, las pensiones están en proceso de recorte. Por último, hay una reforma más general. Cuando se creó (1946), la Seguridad Social francesa estaba gestionada por los trabajadores y después, mediante una serie de reformas, pasó a estar gestionada conjuntamente por los trabajadores y los empresarios (1967, bajo el régimen del general Charles De Gaulle). Hoy en día, el control de la Seguridad Social por parte del Estado es cada vez mayor y el Estado querría hacerse con todo el botín, incluso reducir la Seguridad Social a una simple protección mínima, para luego devolverla a los seguros privados. Sí, hay ataques a más largo plazo. También hay que decir que uno de los grandes ataques que hemos derrotado es el de 2019, porque la reforma de 2019 que quería el Gobierno consistía en establecer un sistema de puntos para las pensiones, que luego le permitiría variar las pensiones sin hacer más reformas, podría haber reducido gradualmente las pensiones de una manera significativa para llevar a la gente a contratar un seguro privado después. Esta vez viene con una reforma diferente, porque no es un cambio de sistema, es un cambio de parámetros, pero también es un ataque, y espera «resarcirse» con esta reforma. Pero lamentablemente ha caído aún peor que la vez anterior.

Observamos una unidad sindical de todas las confederaciones sindicales francesas, también de las organizaciones juveniles, ¿es un hecho inédito en Francia?

En efecto, no hemos visto una unidad sindical como esta desde hace mucho tiempo, creo que la última vez fue en 2003, así que han pasado unos veinte años. Hay unidad sindical contra el aumento de la edad de jubilación a los 64 años. Luego hay divergencias y diferencias, porque por ejemplo, sobre los regímenes especiales, no todas las organizaciones están al mismo nivel. La CGT defiende la vuelta a los 60 años para todos con jubilación anticipada para los trabajos penosos. No es el caso de la mayoría de los demás sindicatos, que se mantienen en los 62 años. Así que sí, hay unidad total sobre la reforma de los 64 años, pero luego hay diferencias que persisten.

El hecho de que haya unidad en la cuestión de los 62 años sugiere que la unidad sindical continuará en las próximas semanas.

Sí, la gran característica de este Gobierno es que no negocia con los sindicatos, sean revolucionarios o reformistas. De hecho, no negocia con nadie y ésto obliga a los sindicatos menos virulentos a entrar en la oposición y la confrontación. De hecho, la unidad sindical continúa por el momento a pesar de la votación de la ley. Nos preguntábamos si la validación de la ley haría que ciertas organizaciones sindicales moderadas actuaran de manera «republicana» y se retiraran del movimiento.  En realidad no, hay una especie de dinámica: la unidad sindical crea movilizaciones fuertes y las movilizaciones fuertes imponen la unidad sindical. Así que es un círculo virtuoso.

¿Hay noticias recientes sobre la represión? ¿Sobre la forma de actuar del Gobierno?

Desde la validación de la ley, ha habido un endurecimiento muy grande de las fuerzas del orden. Antes se intervenía muy poco en los desfiles de manifestantes. Ahora hay embestidas policiales, uso de gases lacrimógenos. Tenemos compañeros que han perdido dedos porque si alguien intenta por reflejo recoger las granadas de sonido o las granadas de gas lacrimógeno que explotan, puede ser muy peligroso. Así que sí, es muy duro. También está la aplicación de requisas, por ejemplo en las incineradoras de residuos y a nivel de las refinerías. Intentan poner en marcha la requisa del personal, pero los trabajadores se defienden. En al menos dos lugares, en Fos-sur-Mer y en Le Havre, hicimos retroceder a las fuerzas del orden, pero en otros lugares desgraciadamente consiguieron imponer requisas. Así que sí, hay un endurecimiento importante. También hay, más allá de la represión, mucha intimidación con detenciones arbitrarias. Hay cientos y cientos de detenciones en las iniciativas. En la última gran manifestación hubo casi 500 detenciones en París. El 99% son liberados en 2, 3, 4 horas sin ningún tipo de proceso, porque sabemos que no hay nada que reprocharles, pero es un método de intimidación. A veces incluso acabamos deteniendo a turistas o empleados que pasaban por allí. Por ejemplo, un empleado de la tienda salió a sacar dinero y fue rodeado por la policía. Se encontró bajo custodia policial aunque no estaba en la manifestación. Los intentos de intimidación son significativos.

¿Qué importancia tiene para los sindicatos la movilización de los trabajadores contra las reformas como las de Macron?

La movilización es importante. De hecho hay una doble movilización, hay una gran movilización, una movilización ciudadana en los momentos fuertes, es decir en las fechas que determina la intersindical, y fuera de estos momentos fuertes desde el 7 de marzo hay un cierto número de sectores que están en huelga, como la energía, los ferrocarriles, los puertos, las refinerías, que son más o menos los sectores estratégicos. Formaba parte de nuestra estrategia, queríamos implicar al resto de la población en la movilización, y funcionó bastante bien. La movilización de los trabajadores es fundamental para la acción. También vimos que las acciones que multiplicamos durante estos días de huelga, y en particular la interpelación de los representantes electos, tuvieron un impacto, porque el Gobierno no pudo llegar hasta el final de la votación en la Asamblea Nacional. Tuvo que recurrir al artículo 49-3 de la Constitución que le permite aprobar la ley sin votación. El Gobierno ya no tenía mayoría a pesar del apoyo de la derecha parlamentaria. Entonces se presentó una moción de censura, propuesta por una pequeña organización de centro. Normalmente el Gobierno tenía casi 28 votos para evitar la moción de censura y al final sólo tuvo 9 votos para evitar esta moción .  Fue un momento álgido. Y eso a pesar de las promesas que el Gobierno hizo a los electos, a pesar de toda la presión que pudieron ejercer, a pesar de las amenazas de excluir de su grupo parlamentario a un cierto número de electos si no votaban bien, etc. Se ve que la presión fue muy fuerte sobre los parlamentarios. Para las organizaciones sindicales, la movilización de los trabajadores  es central, afecta a la economía, hace moverse a los empresarios, presiona a los representantes electos, crea grandes momentos de encuentro popular.

Visto desde lejos, tenemos la impresión de que hay sectores que están muy a la vanguardia, la Federación de Trabajadores Ferroviarios entre otros, todo lo que tiene que ver con la energía y los puertos. ¿Los demás sectores de producción les siguen, están en huelga por delegación, o el movimiento se está ampliando realmente en la base?

Es muy complejo de analizar, de hecho, porque no hay nada muy centralizado en lo que se está estableciendo. La ventaja del sector energético, los ferroviarios o los portuarios es que tenemos organizaciones muy centralizadas. Nos las arreglamos no sólo para aprobar órdenes, sino también para comprobar que se aplican. Sabemos que en los sectores agroalimentarios hay muchas huelgas, los trabajadores se organizan por ejemplo para hacer huelgas de horas en las cadenas de montaje, en las cadenas de producción para interrumpir la producción, sabemos que hay huelgas en las fábricas metalúrgicas, sabemos que hay huelgas reconducibles incluso en ciertos sectores del comercio…Sabemos que hay huelgas muy importantes en el sector del vidrio, aunque el vidrio no sea un gran sector industrial en Francia. Pero hasta hace muy poco, el 90% de la producción de botellas estaba parada, el 80% de la producción de lana de vidrio para aislamiento estaba parada, el 50% del vidrio plano para ventanas estaba parado, así que la movilización en las fábricas de vidrio era muy grande. Sí, hay sectores económicos que están mucho más presentes que lo que vimos en 2019. También tenemos huelgas más importantes entre los funcionarios. Por ejemplo, los basureros hicieron realmente una huelga reconducible, prácticamente al mismo tiempo que nosotros los ferroviarios, hicieron huelga una semana después. Por eso hay 10.000 toneladas de basura en las calles de París, porque no se recoge. Ha habido huelgas excepcionales, extraordinarias. Por ejemplo, el teleférico de Aiguille du Midi estuvo en huelga, los restaurantes de Disneyland estuvieron en huelga, las esclusas estuvieron en huelga en el este de Francia. En la última manifestación del 23 de marzo, había muchos liceos representados en las manifestaciones. Obviamente estamos sufriendo porque llevamos 28 días de huelga, así que es complicado para nosotros, pero no estamos en absoluto en una fase de colapso del movimiento, que a veces podemos experimentar al cabo de cierto tiempo.

La ley, con todos los artificios legales de la Constitución, acabó aprobándose porque el Parlamento no censuró al Gobierno. ¿Qué puede hacer hoy el movimiento social?

Hay varias cosas. En primer lugar, se han presentado recursos ante el Consejo Constitucional porque el Gobierno no propuso una ley clásica. Para su reforma, presentó un proyecto de ley de rectificación presupuestaria de la Seguridad Social que le permite imponer un examen mucho más rápido e impedir, por ejemplo, el estudio de todas las enmiendas presentadas por los diputados. El Consejo Constitucional examinará si esto es legal, porque normalmente este tipo de procedimiento no pretende aprobar una ley sustantiva. Se pretende mover el presupuesto de la Seguridad Social del año en curso. El Consejo Constitucional estudiará el tema. Además, más que el recurso legal, está la idea de que este gobierno ya no puede gobernar. El gobierno debía recibir la primera visita del rey de Inglaterra, Carlos III, y obviamente la visita diplomática fue cancelada porque las condiciones en Francia no permitían que esta visita se llevara a cabo. El Gobierno ya no puede funcionar normalmente, y en la Asamblea será muy, muy complicado porque las sucesivas imposiciones por la fuerza han creado una tensión extremadamente fuerte. El Gobierno quiere salirse con la suya y espera que la movilización se derrumbe. Espera poder seguir adelante. Vemos que está lanzando muchas propuestas para intentar que las cosas avancen en estos temas, pero nosotros vamos a volver a poner sobre la mesa constantemente el tema de las pensiones a través de otras movilizaciones. Hay anunciada una nueva jornada de movilización para este martes 28 de marzo, así que no vamos a parar, y queremos enviarles el mensaje  que si quieren salir de esta, tienen que reflexionar sobre su ley, anularla y empezar a negociar con nosotros nuestras reivindicaciones. Después de eso, también hay un debate sobre una posible petición de plebiscito, pero eso es complicado, iría mucho más allá, así que es mucho más hipotético.

El año pasado hubo elecciones generales en Francia, presidenciales y legislativas. Dos tercios de los franceses votaron a la derecha o a la extrema derecha, y este año, en lo que se refiere a esta reforma de las pensiones, dos tercios de los franceses están en contra de esta reforma. ¿No hay contradicción?

Es complicado, es una de las dificultades del movimiento social. Desde el punto de vista político, la extrema derecha vacila sobre la cuestión de las pensiones, y se opone oficialmente a la reforma de las pensiones. Podemos incluso decir que las personas que votaron por la extrema derecha se encuentran finalmente en esta posición de oposición. Sabemos muy bien que es completamente deshonesto y poco sincero, pero no es seguro que haya movido muchas líneas por el momento en las cabezas de la extrema derecha. En cambio, lo que sí es cierto es que la popularidad de Emmanuel Macron se ha hundido, pero él juega mucho con eso, juega con que «no tienen alternativa a mí, la izquierda está dividida, y pueden tener a la extrema derecha. El único que queda soy yo, y si no aceptan mis planteamientos, disolveré la Asamblea, y ya verán lo que les espera».

¿Algunas palabras finales para los lectores de El Siglo?

Siempre estamos muy atentos a la solidaridad internacional, y a la atención que los países puedan tener sobre lo que está pasando aquí. Hemos visto que hay una convocatoria para una concentración en una de las plazas públicas de Madrid, en España. Hay gestos como éste que ocurren. Nosotros mismos hemos estado muy atentos a lo que pasaba en Inglaterra.  En Europa hay una situación bastante tensa, en todos los países, y en Inglaterra fueron en cierto modo ellos los que iniciaron la ira social. No estamos en vísperas de la generalización de la lucha en Europa, pero se están tendiendo puentes, y es interesante que se establezca la solidaridad internacional.

(*)l’Humanité, medio colaborativo con El Siglo.

 

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