El reciente acuerdo de 368.000 millones de dólares entre Australia, los Estados Unidos y el Reino Unido para la compra de submarinos nucleares ha sido calificado por Paul Keating, ex primer ministro australiano, como el “peor acuerdo de toda la historia”. Compromete a Australia a comprar submarinos de propulsión nuclear y armamento convencional que se entregarán a principios de la década de 2040 y estarán basados en nuevos diseños de reactores nucleares que el Reino Unido desarrollará. Mientras tanto, a partir de la década de 2030, “pendiente de la aprobación del Congreso estadounidense, los Estados Unidos tienen la intención de vender a Australia tres submarinos de la clase Virginia, con la posibilidad de vender hasta dos más si fuera necesario” (Asociación trilateral Australia-Reino Unido-Estados Unidos sobre submarinos de propulsión nuclear, 13 de marzo de 2023) (el subrayado es mío). Según los detalles, parece que este acuerdo compromete a Australia a comprar a los Estados Unidos ocho nuevos submarinos nucleares, que se entregarán entre la década de 2040 hasta finales de la década de 2050. Si los submarinos nucleares eran tan cruciales para la seguridad de Australia, por lo que rompió su actual acuerdo de submarinos diésel con Francia, este acuerdo no ofrece ninguna respuesta creíble.
Para quienes han seguido de cerca las cuestiones de proliferación nuclear, el acuerdo levanta otra bandera roja. Si la tecnología de los reactores nucleares submarinos y el uranio (altamente enriquecido) se comparten con Australia, se estaría incumpliendo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del que Australia es signataria como potencia no nuclear. Incluso, el suministro de dichos reactores nucleares por parte de los Estados Unidos y el Reino Unido constituiría una violación del TNP. Y ello aún si dichos submarinos no transportan armas nucleares sino convencionales, como se establece en este acuerdo.
Entonces, ¿por qué Australia renegó de su contrato con Francia, que consistía en comprarle 12 submarinos diésel por un coste de 67.000 millones de dólares (una pequeña fracción de su gigantesco acuerdo de 368.000 millones de dólares con los Estados Unidos)? ¿Qué gana, y qué ganan los Estados Unidos molestando a Francia, uno de sus estrechos aliados en la OTAN?
Para entenderlo, tenemos que ver cómo ven los Estados Unidos la geoestrategia, y cómo encajan los Cinco Ojos (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) en este panorama más amplio. Está claro que los Estados Unidos consideran que el núcleo de la alianza de la OTAN lo constituyen los Estados Unidos, Reino Unido y Canadá para el Atlántico, y Estados Unidos, Reino Unido y Australia para el Indo-Pacífico. El resto de sus aliados, los aliados de la OTAN en Europa y Japón y Corea del Sur en Asia Oriental y Meridional, están alrededor de este núcleo de los Cinco Ojos. Por eso los Estados Unidos estaban dispuestos a ofender a Francia para negociar un acuerdo con Australia.
¿Qué obtienen los Estados Unidos de este acuerdo? Con la promesa de ocho submarinos nucleares que se entregarán a Australia en un plazo de dos a cuatro décadas, los Estados Unidos obtienen acceso a Australia para utilizarla como base de apoyo a su flota naval, su fuerza aérea e incluso sus soldados. Las palabras utilizadas por la Casa Blanca fueron: “Ya en 2027, el Reino Unido y los Estados Unidos planean establecer una presencia rotativa de un submarino británico de la clase Astute y hasta cuatro submarinos estadounidenses de la clase Virginia en HMAS Stirling, cerca de Perth, Australia Occidental”. El uso de la expresión “presencia rotativa” es para aparentar que Australia no está ofreciendo a EE. UU. una base naval, ya que eso violaría la posición que este Estado mantiene desde hace tiempo de no establecer bases extranjeras en su suelo. Evidentemente, todas las estructuras de apoyo necesarias para tales rotaciones son las que tiene una base militar extranjera, por lo que funcionarán como bases estadounidenses.
¿Cuál es el objetivo de la alianza AUKUS? Está explícito en todos los escritos sobre el tema y en lo que han dicho todos los líderes de AUKUS: es China. En otras palabras, se trata de una política de contención de China con el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán como regiones oceánicas clave en disputa. El posicionamiento de buques de guerra estadounidenses, incluidos sus submarinos nucleares armados con armas nucleares, convierte a Australia en un Estado de primera línea en los actuales planes estadounidenses de contención de China. Además, crea presión sobre la mayoría de los países del sudeste asiático que desearían mantenerse al margen de la contienda entre los Estados Unidos y China que se está llevando a cabo en el mar de la China Meridional.
Aunque la motivación de los Estados Unidos para reclutar a Australia como Estado de primera línea contra China es comprensible, lo que resulta difícil de entender es el beneficio que obtendría Australia de tal alineamiento. China no sólo es el mayor importador de productos australianos, sino también su mayor proveedor. En otras palabras, si Australia está preocupada por la seguridad de su comercio a través del Mar de China Meridional frente a los ataques chinos, falta considerar que la mayor parte de este comercio es con China. ¿Por qué China estaría tan loca como para atacar su propio comercio con Australia? Para EE. UU. tiene un sentido urgente conseguir que todo un continente – Australia – albergue sus fuerzas (mucho más cerca de China que a las 8.000-9.000 millas de distancia en EE. UU.). Aunque ya tiene bases en Hawai y Guam en el Océano Pacífico, Australia y Japón proporcionan dos puntos de anclaje, uno al norte y otro al sur, en la región oriental del Océano Pacífico. Se trata de un juego de contención a la antigua usanza, el mismo que los Estados Unidos jugó con sus alianzas militares de la OTAN, la Organización del Tratado Central (CENTO) y la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO) tras la Segunda Guerra Mundial.
El problema que los Estados Unidos tienen hoy es que incluso países como India (aún teniendo problemas con China) no se alían con ellos en una alianza militar. Sobre todo ahora que los Estados Unidos está en guerra económica con varios países, no sólo con Rusia y China, sino también con Cuba, Irán, Venezuela, Irak, Afganistán, Siria y Somalia. Aunque India estaba dispuesta a unirse a la Cuádruple (Estados Unidos, Australia, Japón e India) y participar en maniobras militares, se echó atrás en el momento en el que la Cuádruple se convirtió en una alianza militar. Esto explica la presión ejercida sobre Australia para que se asocie militarmente con los Estados Unidos, sobre todo en el Sudeste Asiático.
Pero todo esto sigue sin explicar qué beneficios obtiene Australia del acuerdo. Incluso los cinco submarinos nucleares de la clase Virginia que Australia puede obtener de segunda mano están sujetos a la aprobación del Congreso estadounidense. Quienes siguen la política estadounidense saben que los Estados Unidos es actualmente incapaz de firmar tratados; en los últimos años no ha ratificado ni uno solo sobre cuestiones que van desde el calentamiento global hasta el derecho del mar. Para los otros ocho faltan entre 20 y 40 años… y quién sabe cómo será el mundo en un futuro tan lejano.
¿Por qué, si su objetivo era la seguridad naval, Australia eligió un dudoso acuerdo sobre submarinos nucleares con los Estados Unidos en lugar de un suministro seguro de submarinos franceses? Es una pregunta que se hicieron Malcolm Turnbull y Paul Keating, ex primeros ministros del Partido Laborista australiano. Sólo tiene sentido si entendemos que Australia se ve ahora a sí misma como una pieza del engranaje estadounidense para esta región. Y es una visión de la proyección del poder naval estadounidense en la región que hoy Australia comparte. La visión es que las potencias coloniales y ex coloniales – el G7-AUKUS – deben ser las que establezcan las reglas del actual orden internacional. Y detrás del discurso sobre el orden internacional está el puño cerrado de los Estados Unidos, la OTAN y AUKUS. Esto es lo que realmente significa el acuerdo sobre el submarino nuclear de Australia.