La última moda jovenecologista de atacar las principales obras de los principales museos del mundo, la veo como una moda gamberra, pero respetuosa, pues no las dañan. Lanzan un mensaje así como:
¿De qué sirve preservar una obra de arte en un mundo dónde no va a quedar nadie para admirarla? Y, a la vez, procuran salvarla por si alguien queda. Tampoco está tan mal…
Sin embargo, yo sé que el arte no nos quita el hambre, ni la sed, ni el dolor, ni el frio, ni el calor, ni la enfermedad, ni el sufrimiento. Pero nos embellece la vida y nos alegra el alma… y eso ya merece un respeto.