El 10 de Febrero de 1990, Nelson Mandela salía de la prisión, luego de 27 años de encarcelamiento a manos del régimen de apartheid.
La medida, celebrada mundialmente, había sido precedida por la reunión que sostuvieron el entonces presidente sudafricano Frederik De Klerk con Mandela en diciembre para discutir sobre la situación política, encuentro que fue el preludio de la excarcelación sin condición alguna, junto a la legalización de los partidos políticos clandestinos, firmada el 2 de febrero de 1990.
Una multitud frenética vitoreó la liberación del líder, quien se dirigió a sus seguidores instándolos a continuar la lucha por el fin del sistema racista. Finalizó aquella arenga recordando sus propias palabras en el transcurso del juicio que lo condenó en 1964 y dijo «Son tan ciertas hoy como lo eran entonces.»
«He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas convivan en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir».
Cuatro años después, Mandela llegaría a la presidencia del país con una mayoría contundente. Sería el primer presidente de piel negra de Sudáfrica.
Si bien a su retiro político no lograría la reconciliación nacional que había sido el principal objetivo en su presidencia, su importancia histórica es mayúscula como gestor de la transición de un país gobernado por una minoría bajo las políticas del apartheid, a una nación democrática y multicultural.