Siempre se habla del estereotipo de belleza, pero casi nunca se menciona lo feo como estereotipo. Si nos detenemos a pensar, podríamos afirmar que todo lo que no alcanza aquello que se entiende por belleza cae en algún grado de fealdad, y por ello, resulta interesante detenerse a reflexionar la opresión que causa en las personas no lograr los estándares de belleza que nos impone la cultura imperante.
Claro está que la belleza y la fealdad son conceptos culturales. Los estereotipos son diferentes en las distintas culturas y en las diferentes épocas. Se trata de una mirada subjetiva, sin embargo, cada grupo humano va moldeando sus características y empujando a las personas a perseguir lo que nunca lograrán.
Los hermanos Grimm, en su cuento Blanca Nieves y los Siete Enanitos, abordaron este tema. Famosa es la reina malvada que preguntaba todos los días a su espejo mágico: Espejito, espejito, ¿Quién es la más bella? Hasta que un día el espejo respondió: Blancanieves, desatando la ira de la soberana. Primero envió al cazador para que la llevara al bosque y la devoraran los animales salvajes; fue acogida por los siete enanitos y después ella misma la encontró y dio de comer una manzana envenenada creyendo que dormiría por siempre.
Termina el cuento cuando un apuesto príncipe la ve dentro de una urna de cristal, le da un beso en la mejilla y rompe el hechizo. Blancanieves y el apuesto príncipe se casaron y vivieron felices para siempre.
El cuento, de manera cruda y directa, valida todo el esfuerzo de la reina por seguir siendo la más bella, mientras que el final recompensa a la más bella -Blancanieves- y al apuesto príncipe con una vida feliz y en pareja.
Este cuento, que conocemos desde niños, refuerza el estereotipo de belleza tanto femenino como masculino y sitúa la fealdad como malvada, perversa, ordinaria e indeseable.
En el Segundo Estudio Sobre Experiencias, Percepciones y Actitudes Sobre la Violencia de Género en Entre Adolescentes Escolares realizado por Fundación Semilla, encontramos que el 34,6% de las y los estudiantes declara recibir alguna forma de discriminación habitualmente. El motivo más habitual es el ser agredido verbalmente por alguna característica física o relacionada con la apariencia.
¿Cuántas personas viven sintiendo que son feos e intentando alcanzar un canon de belleza inalcanzable? ¿Cuántas otras opinan libremente sobre otros? ¿Nos damos cuenta del daño que nos provocamos a nosotros mismos y a quienes nos rodean? ¿Cuáles son o pueden ser las consecuencias?
La insatisfacción con la propia imagen proyectada en el espejo y los comentarios que recibimos de los demás generan una disminución de la autoestima, pudiendo llegar a severos problemas de salud mental tales como depresión, ansiedad, bulimia o anorexia; y en algunos casos al suicidio.
La opresión de lo feo es real y está presente a diario. Reflexionar junto a niñas, niños y jóvenes sobre esta opresión latente, pero desconocida, nos ayudará a lograr un mayor bienestar y valorarnos en lo que somos interiormente y no por nuestra apariencia física.