Zulma Molloja es integrante de la Unión de Trabajadores/as de la Tierra y produce en el cordón hortícola de La Plata. Reivindica el rol de la mujeres del campo, valora la convocatoria al diálogo de Sergio Massa, pero también exige medidas concretas para el sector. “Al Frente de Todos se lo acompañó pero debería trabajar más en lo que exigimos”, afirma.
Zulma Molloja productora agroecológica de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT). Es migrante y trabaja en el cordón hortícola de La Plata. Es promotora de género y celebra con entusiasmo que hoy «las mujeres ya no nos callamos más». A partir de su propia experiencia explica cómo la falta de compromiso político con la Ley de Acceso a la Tierra afecta la vida cotidiana de miles de trabajadoras y trabajadores rurales. «En mi caso me tuve que ir de tres quintas y tuve que dejar todo, hasta los árboles de durazno que planté, sacar a mis hijos de la escuela y empezar de cero en otro lado», relata.
La UTT nuclea a 22.000 familias productoras de alimentos, organizadas por grupos de bases en 20 provincias. Se dedican a la producción de frutas y verduras, a la crianza de animales y a la producción de granos y lácteos. Su proyecto político apunta a la soberanía alimentaria, a la tenencia de la tierra para pequeñas y pequeños productores y al comercio justo. Desde ese marco propositivo integran la Mesa Agroalimentaria Argentina y, a lo largo de los años, a través de acciones en el espacio público contribuyeron a visibilizar la agenda del campo que, afirman, produce el 60 por ciento de lo que consumimos en el mercado interno.
En un año electoral, Molloja analiza el reciente encuentro con Sergio Massa —cuyos anuncios posteriores respondieron principalmente a demandas de la Mesa de Enlace—, evalúa los tres años de gobierno de Alberto Fernández y enfatiza la necesidad de que se apruebe el proyecto de Ley de Acceso a la Tierra, que impulsan desde 2016.
—¿Qué evaluación hace del gobierno del Frente de Todos en materia de políticas agropecuarias?
—En estos tres años lo que conseguimos como pequeños productores fueron las colonias. Hicimos acuerdos con intendentes: por ejemplo en Castelli pudimos establecer una colonia agroecológica para nueve familias. También en Gualeguaychú y en Cañuelas. Se hicieron acuerdos sobre terrenos abandonados para construir viviendas para las familias productoras y que puedan trabajar allí. No son muchos municipios hasta el momento, pero de a poco van saliendo. Más allá de esto, no hubo respuestas en relación a la Ley de Acceso a la Tierra. No es algo que decimos solo ahora sino que lo venimos peleando desde 2016. Lo que queremos son créditos blandos para tener un pedazo de tierra e implementar la agroecología.
—¿Cuál es el balance de la reciente reunión con Sergio Massa?
—Estuvo bien que el Ministro de Economía se quiera reunir con el campo, con el pequeño productor. Pensé que no iba a suceder porque no nos habían tomado en cuenta. Esperemos que esta vez nos den respuestas y que no sean dichos nada más, porque siempre nos prometen cosas pero nunca suceden. Massa nos convocó para ser parte de una mesa de trabajo y avanzar con políticas públicas. En el camino se irá viendo, le damos tiempo al tiempo pero seguiremos en la lucha mostrando que somos el verdadero campo que alimenta.
—¿Cuál es su opinión sobre las medidas que anunció el Ministro de Economía tras el encuentro?
—Me parece bien el apoyo al pequeño productor. Ojalá que se nos visibilice, como dice Massa. Creo que se va a poder trabajar, es necesario que se avance y que el pueblo pueda contar con una alimentación sana, segura y soberana a precios accesibles. En cuanto a nosotros como productores, muchas veces sufrimos temporales o situaciones de ese tipo y no tenemos respuestas. Es lamentable que recién ahora se den cuenta y decidan recibirnos. Me sorprende que Massa esté de acuerdo con nosotros. Si quiere trabajar en conjunto con los pequeños productores, debe priorizar el alimento y el campo. Esperemos que ocurra eso.
—Usted mencionaba la Ley de Acceso a la Tierra. ¿Por qué considera que no avanza este proyecto de ley?
—Sinceramente no lo entendemos. Es un proyecto de ley que, de sancionarse, establece créditos blandos para comprar un pedazo de tierra para trabajar, porque nosotros alquilamos con un contrato de arrendamiento de dos a tres años que a veces se cumple y otras no. Los productores vivimos en lugares donde no hay caminos, donde no hay transporte y donde muchas veces nuestros hijos no pueden ir a la escuela. Nuestras casas son casillas de madera con cuatro palos, que se llevan los temporales o se queman en incendios y te quedás solo con lo que tenés puesto. Es triste para nosotros vivir en esas condiciones siendo que somos el campo que cultiva la lechuga, el tomate, el morrón que se sirven en las mesas de los argentinos. Pero la gente no ve eso, ve “el gran campo” y a ese campo sí se ayuda, pero no al pequeño productor. Esperemos que el proyecto salga porque los dueños de las tierras y las inmobiliarias hacen lo que quieren. Los campos que antes se dedicaban a la producción hoy se están vendiendo para loteos. Nos capacitamos en agroecología, a veces nos visitan los técnicos del INTA para ver si realmente estamos produciendo de forma agroecológica. Nosotros siempre estamos haciendo cursos y enseñando a otros compañeros, pero necesitamos la tierra para trabajar.
—¿Qué otras situaciones les genera, como productores, la falta de tenencia de la tierra?
—Nos aumentan cada seis meses el alquiler. Sobre eso no hay control, como tampoco lo hay sobre los agroquímicos que envenenan la tierra. Desde la UTT peleamos por la agroecología: hay compañeros que quieren transicionar a la agroecología pero no pueden porque tienen que pagar el alquiler del 1 al 10 de cada mes. Entonces echan un químico para que el cultivo crezca rápido y con eso pueden pagar. Porque si no, te dicen “sacá tus cuatro palos y te vas”. Es muy difícil hacer agroecología en tierras que no son propias y a algunos compañeros no les queda otra que seguir envenenando la tierra porque hay que pagar el alquiler para que no te echen con tus hijos. En mi caso me tuve que ir de tres quintas y tuve que dejar todo, hasta los árboles de durazno que planté, sacar a mis hijos de la escuela y empezar de cero en otro lado. Mis hijos me decían “mamá, ¿otra vez nos tenemos que ir?”. Esa es nuestra realidad: no respetan los contratos, nos echan, nos desarman las casas y los invernaderos. Ahí no hay nadie que nos acompañe. Y como productores somos muy importantes.
—¿En qué sentido?
—Me di cuenta en la pandemia, donde como pequeños productores seguimos trabajando para llevar el alimento a la mesa de todos. Nos solidarizamos con los comedores barriales, donde se estaba comiendo fideos con puré de tomates y nada más. Empezamos a llevar camiones de verduras y a donarlas. Hubo un desabastecimiento total y la gente venía a comprarnos. La vacuna para nosotros no estaba e incluso murieron muchos compañeros por el Covid, porque no éramos considerados esenciales. Pero si no hubiéramos producido en ese tiempo, hubiera faltado la cebolla, la zanahoria, la papa. Somos más de 16.000 compañeros en 20 provincias y no solamente producimos hortalizas, sino también frutas, carne, miel y leche. El campo que alimenta no fue visibilizado en todos estos años, no hubiera sido visibilizado si nosotros no salíamos a la calle con los verdurazos, con los tractorazos. Fue una lucha de muchos años.
—¿Cree que, en este año electoral, queda margen político para impulsar medidas para la agenda campesino-indígena?
—Hay que ver. Nosotros ya no sabemos si creer o no. Mauricio Macri nunca hizo nada por el pequeño productor pero con este Gobierno tampoco hay avances en relación a la tierra. De ningún partido político tuvimos una respuesta concreta para el acceso a la tierra. Al Frente de Todos se lo acompañó pero debería trabajar más en cuanto a lo que exigimos, porque los compañeros se cansan. Dicen que todos los políticos son iguales. Y como organización tenemos que golpear las puertas para que nos vean, porque la UTT no se hizo de un día para el otro, fueron años de verdurazos, acampes, tractorazos. De esa forma nos visibilizamos y en ese camino hay que seguir. Así como Massa nos tomó en cuenta, también lo tiene que hacer el presidente Alberto Fernández, que se sacó una foto con nosotros que decía “Yo apoyo la Ley de Acceso a la Tierra” y luego no pasó nada. No queremos que nos regalen nada, trabajamos de sol a sol, bajo la lluvia, con nuestras familias y queremos pagar, pero en lugar de un alquiler, queremos pagar un crédito por la tierra.
—Me decía que hubo un apoyo de la UTT al Frente de Todos pero que no tuvieron las respuestas esperadas. ¿Hay alguna autocrítica en ese sentido?
—Sí, porque si no golpeamos la mesa no nos escuchan. Quizás estén pensando ahora en empezar a trabajar estos temas.
—Una de las últimas medidas del Gobierno fue la creación del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, ¿Cuál es la agenda urgente de trabajo para este organismo?
—Lo principal es la Ley de Acceso a la Tierra, el impulso de la agroecología y de la soberanía alimentaria.
—¿Qué le dirías a la ciudadanía que aún no cree necesarias las políticas de acceso a la tierra y de soberanía alimentaria?
—Que tienen que ver lo que comen: la leche, la carne, los huevos, ese tomate, ese morrón, esa lechuga, esa acelga. A eso lo producimos nosotros, el verdadero campo que alimenta. Y es triste que no lo valoren, porque nosotros no somos los grandes terratenientes que plantan soja y maíz transgénico, que envenenan las tierras, que no aportan nada, que lo que producen lo exportan. Con ellos el Gobierno se sienta y con el campo que alimenta no. De eso la gente se tiene que dar cuenta, de que el verdadero campo somos nosotros. También hay que saber más sobre lo que estamos comiendo: de dónde viene esa verdura, cómo fue producida. Ahí la alternativa es la agroecología.
—¿Cómo lo hacen?
—Producimos de forma agroecológica. Nosotros curamos las plantas de forma natural, recuperando los saberes ancestrales de nuestros abuelos porque, aclaramos, la agroecología no es nueva. Y también siempre recordamos que fueron las grandes empresas multinacionales las que vinieron a imponerse, envenenando la tierra y sacándonos la poca plata que teníamos. Y eso pasa también en nuestros cuerpos con las empresas farmacéuticas que producen medicamentos, cuando nuestros abuelos se curaban con yuyos naturales. Ahora cada vez vemos más Coca Cola y más Mc Donalds y no sé adónde llegaremos. Por más que no se tenga una gran extensión de tierra, en un patio o en un balcón se puede empezar a pensar otro modelo de producción de alimentos.
—De los candidatos que asoman para Presidente, ¿a quién apoyaría?
—En la UTT cada compañero toma su decisión. Si vuelve Cristina, estaríamos todos contentos. Muchos compañeros migramos desde Bolivia y nos identificamos con Evo Morales porque es importante que un indígena-campesino haya llegado a la Presidencia. Para mí, Cristina es una luchadora como Evo.