POEMA
Blancas son las mañanas.
Blancas las banderas de mi corazón.
Blancas mis manos alzadas llamando sin cesar a la paloma blanca de la paz.
Blancas están las palabras en corazones que lloran por una guerra sin sentido.
Blancas son las líneas del ser humano belicista, cuyos ojos están tapados de lágrimas de sangre.
Blancas son las notas musicales cuando se escuchan explosiones de uno y otro bando, balas de unos y de otros, doblando el sentido de la humanidad.
Blancas son mis lágrimas que no comprenden el odio y la guerra entre los seres vivos.
Blancos están mis pensamientos que solo ven tanques que avanzan siniestros en la espuma blanca de la verdad.
Blanca la pluma, viendo cómo la comunicación juega también a ser guerrera del alba.
¿Por qué tanta violencia desmedida y tanta histeria insensata, haciendo sufrir a pueblos por intereses de unos y de otros?
Son blancas las palabras que escriben esta llamada, tan blancas que no llegarán a su destino y se perderán en la alfombra del olvido.
Son blancas las banderas que ondean con tristeza el polvo cósmico de un planeta malherido.
En blancas se convierte la esperanza perdida en el valle de la soledad amarga.
Blancas son las mariposas que vuelan buscando el rostro del amor y cansadas caen al suelo, al no encontrar donde posarse buscando la amistad.
Blancas son los pétalos de mis lágrimas impotentes, de esa flor marchita que perece al ver cómo el horizonte de fuego siembra muerte desesperada.
Y… blancas son las botas del odio que aplastan con firmeza la libertad engañada.