Bolivia celebró este miércoles el Día Nacional del Acullico con la revalorización del masticado de la coca como una tradición milenaria que tiene reconocimiento internacional.

El acullico consiste en el masticado de la hoja de coca en su estado natural y es expresión de una tradición ancestral.

La despenalización del masticado de la hoja, considerada sagrada en la cosmovisión andina, fue aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 2013 como reconocimiento internacional a la cultura e identidad.

El viceministro de Descolonización, Pelagio Condori, dijo que la fecha es también una oportunidad para reivindicar y resaltar las bondades de la coca y “desestigmatizar” a la hoja milenaria.

Tradición

La Erythroxylum coca, como se la conoce por su nombre científico, es desde hace siglos parte de la vida de los pueblos indígenas de Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, el norte de Argentina y Venezuela.

En el país, kallawayas, yatiris y amautas, o brujos andinos, la utilizan para consultar el porvenir.

“Pero leer el futuro en las hojas de coca es un asunto secreto, oculto y reservado a unos pocos, no cualquiera lo puede hacer”, sostiene Pablo Mamani, oriundo de Santiago de Huata, región altiplánica de la provincia Omasuyos del departamento de La Paz, de cuyo pueblo se cuenta en la tradición oral historias temibles y fantásticas.

Mamani –que tiene como instrumentos de trabajo sus hierbas, sus tierras de colores y sus mesas para el sahumerio– llega cada día al cerro de Munaypata, en las faldas de la ciudad de El Alto, donde, en una callejuela de tierra, se asientan pequeñas casetas de color azul que cobijan a expertos en leer el futuro.

En ellas, los brujos andinos ofrecen a sus clientes remedios que curan los fríos del alma, que brindan salud y prosperidad en los negocios y el amor, y que garantizan la buena fortuna.

La lectura de la suerte o del futuro en las hojas de coca puede generar alegrías o tristezas entre las personas que diariamente acuden a esa suerte de ‘oficinas de atención al cliente’.

“Las hojas de coca no se equivocan”, asegura Pablo Mamani.

Desde la cima del cerro, donde se ubican las ‘oficinas’ kallawayas para las ofrendas a la Pachamama, la Madre Tierra, se puede ver en su plenitud el cielo paceño, la gran vitalidad urbana, las cúpulas de los templos católicos y el imponente nevado Illimani.

Herencia

El nacimiento de la hoja de coca en el mundo andino tiene una herencia de cientos de años. Históricamente se debe a que los nativos indígenas adoraban la hoja de coca por sus propiedades curativas y estimulantes.

En los Andes, a miles de metros de altura sobre el nivel del mar, los campesinos mastican esta hoja, que les da fortaleza para realizar el arduo trabajo de campo y soportar en inclemente clima.

Protección

El arbusto tiene un amplio paraguas legal de protección.

La Constitución Política del Estado en su artículo 384 establece que el Estado protege la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia y como factor de cohesión social.

La Ley General de la Coca (Ley Nº 906), promulgada el año 2017, ratifica en su artículo 1, el reconocimiento a la coca como patrimonio cultural, originario y ancestral del pueblo boliviano.

Esta norma, define al acullicu, pijcheo, coqueo o boleo, como la masticación de la hoja de coca en su estado natural como un modo de consumo ancestral y tradicional como símbolo de diálogo, reciprocidad y equilibrio con la naturaleza, trascendiendo esta práctica los diferentes estratos sociales de los bolivianos.

La Ley 286 declaró el 11 de enero de cada año como el Día Nacional del Acullico para rememorar que en 2013 Bolivia se adhirió nuevamente a Convención Única de las Naciones Unidas sobre estupefacientes de 1961, con una reserva para permitir el masticado dentro del territorio nacional.

 

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