Por Raúl Allain (*)
Tal como refiere el Dr. César Garcés Carraza –experto peruano en trabajo social clínico–, hablar de salud mental es frecuentemente considerado como un tabú, de manera que en los hogares e instituciones educativas se habla muy poco sobre el tema. Esto puede representar un verdadero problema al momento de abordar problemas que afectan la salud mental y emocional, como por ejemplo ansiedad, obsesión compulsiva, depresión, trastornos de la alimentación y casos como la psicosis, la debilidad mental, el fenómeno psicosomático, que requieren tratamiento psiquiátrico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2008) ha expresado su preocupación respecto a la escasa inversión de los estados en el mundo para atender la salud mental (https://tinyurl.com/5yv53evc).
Sin embargo, revisando la historia del Perú, podemos observar que somos un país donde desde el siglo pasado hubo una preocupación por atender los problemas de salud mental, como es el caso del Hospital Víctor Larco Herrera (HVLH), del Ministerio de Salud, que el año pasado cumplió cien años de fundación.
Precisamente en el Museo Histórico del HVLH (https://tinyurl.com/mr4yjk8h) “es posible admirar más de tres mil cuadros pintados por treinta pacientes que destacaron en estas artes plásticas, y que con el paso de los años se han convertido en colecciones de un valor pictórico incalculable”.
En la pinacoteca “Honorio Delgado” –bautizada así en honor al gran psiquiatra peruano que innovó con terapias de arte para tratar la salud mental–, se encuentra las colecciones “El pintor esquizofrénico”, “El maestro de las calaveras” y “El grabador arequipeño Arturo Madueño”, pacientes que pasaron por los consultorios y pabellones de este nosocomio, según se consigna en el documento “¿Quieres conocer los 100 años de historia del Hospital Víctor Larco Herrera vía web?”.
“Estas obras son parte de la terapia clínica que desde los años 30 -del siglo pasado- se puso en marcha el Centro de Estudios de Psicopatología de la Expresión y Tecnoterapia del Larco Herrera”, señala Diana Bustamante, curadora del museo.
Definitivamente, podemos señalar que es una labor pionera, de avanzada en el campo de los nuevos enfoques de salud mental. El Perú, entonces, siempre estuvo a la vanguardia con estos nuevos enfoques.
Según ha señalado el Dr. Grover Mori esto constituye “el principal legado como muestra del avance en la intervención terapéutica, muy desarrollada en el pabellón del Dr. Honorio Delgado, constituyéndose una importante pinacoteca”. A todas luces esto demuestra y evidencia los importantes logros de la intervención terapéutica en pacientes afectados por problemas de salud mental, extraordinario legado que debería ser valorado. Propongo que se continúen con las terapias de arte a todo nivel (https://tinyurl.com/ycytbtp5).
Importante es también destacar el trabajo de vanguardia del poeta surrealista peruano César Moro (1903-1956), quien en 1935 tuvo a su cargo el “Museo Artístico del Hospital psiquiátrico Víctor Larco Herrera” en Magdalena. A propósito de este insigne escritor La Mg. Nuria Andrea Cano Erazo (2017), realizó su tesis para optar el grado de Magíster en la Pontificia Universidad Católica del Perú, bajo el título “El proyecto de vanguardia surrealista de César Moro en la exposición de 1935”, donde señala: “En esta investigación, se describe y explica el contexto artístico de la época en el que la pintura indigenista se había constituido como arte hegemónico frente al cual Moro irrumpe con su nueva propuesta Surrealista a partir de la exposición mencionada. Esta aproximación implicará reconocer su base intelectual y artística, es decir, el interés manifiesto por el psicoanálisis que pudo cultivar por su cercanía al Hospital psiquiátrico ‘Víctor Larco Herrera’”.
Lo expuesto me lleva a señalar que es urgente replantear el concepto de “enfermedad mental” y criticar razonablemente a la psiquiatría convencional, rescatando a médicos pioneros como el Dr. Honorio Delgado. Uno de esos ensayos es “Salud mental e inclusión social” (https://tinyurl.com/578fs2zn) donde expuse que en el Perú actual el tema de la salud mental es preocupante y requiere de un nuevo enfoque, pues los prejuicios existentes en la sociedad impiden abordar adecuadamente la situación, más aún si se tiene en cuenta que las familias de pacientes que padecen de alguna enfermedad mental se sienten obstaculizados para hablar de un tema que debe ser abiertamente debatido.
El movimiento denominado antipsiquiatría cuestiona a la psiquiatría tradicional el haberse entrampado en el llamado “Estado terapéutico” producto de un concepto en proceso de caducidad en el campo de la medicina.
En otro artículo denominado “La antipsiquiatría y su evolución contracultural”, publicado en junio de 2018, se refiere que el movimiento antipsiquiátrico se rebela ante una psiquiatría limitada o sojuzgada por una sociedad excesivamente medicalizada y una cultura que le rinde pleitesía a la industria farmacéutica y sus descomunales ganancias. Y además propone armonizar al paciente, sacándolo de la oscuridad del enclaustramiento.
En el caso de Perú se confirma esta idea: grandes monopolios manejando a su antojo el comercio de medicina. En diálogo con César Espinoza Claudio, director del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de mi alma máter, San Marcos –quien fue mi profesor en pregrado– coincidimos en analizar la oscura relación que existe entre manicomios, oligarquía e internamiento psiquiátrico: todos ellos funcionan bajo una conspiración de silencio.
Estos claustros se destinan sólo para aquellos que perturban al statu quo con comportamientos anormales, siendo esta condición falaz porque se manipulan mentes y se controlan voluntades usando el efecto electromagnético de las personas, tal como concluye el fallecido historiador, poeta y periodista Humberto Pinedo.
Los pacientes que según la psiquiatría convencional padecen de trastornos psiquiátricos tienen derecho a su plena recuperación, al desarrollo normal de su vida y la inclusión social. Y este objetivo debe ser plasmado en un plan estratégico.
Las causas de estos males se están discutiendo en la actualidad. Una variable es la rebelión personal en relación a la libertad íntegra del hombre humanista, pero entre sus fines se encuentra asumir su experiencia vital, por ejemplo, decodificación del pensamiento en establecimiento de la esclavitud digital.
Se debe comprender que la esencia de la enajenación corresponde a ser el disturbio social, lo que –en un alcance científico– podemos denominar doblegación de un cuerpo por intermedio de una estratagema eléctrica. La “enfermedad mental” se transforma así en el mecanismo social, regulado y determinado por la psiquiatría, para patologizar mediante la doblegación humana.
(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.