Qué bueno es poder tener un pasado al que cargarle con nuestros “males” del presente. Nuestra responsabilidad se diluye en el abismo del inconsciente colectivo si en lugar de mirar con coraje de frente a nuestros errores, buscamos a quien hacer responsable de nuestras desdichas.
Leemos en mil artículos y libros de crecimiento personal que el “presente es un regalo”, hasta Kung Fu Panda lo dice en su película: “por eso a los regalos se les dice presentes”. Se publican libros cuyos títulos incorporan las palabras “aquí y ahora” como si fuese la fórmula secreta del éxito y la felicidad. Con tanta información a nuestra disposición y seguimos “luchando por sobrevivir” a nuestros propios errores.
Podemos afirmar que la información no es necesariamente conocimiento y que el exceso de información puede provocar desconocimiento.
¿Secretos para alcanzar instantes de felicidad plena? Mi propuesta es muy sencilla. No tomarse nada de lo que nos pase como si fuese algo personal contra nosotros. Si consideramos que vivimos sobre-expuestos a la información y paramos un segundo a centrar nuestros pensamientos, nos daremos cuenta de que la información no es conocimiento si no nos damos tiempo para asimilarla. Ya, aquí y ahora, en nuestro mejor presente, en este preciso momento, justo ahora: Para de leer – Respira profundamente – Cuanta hasta cinco.
Y ahora responde: ¿Males del presente?, ¿Luchando? ¿Por sobrevivir? ¿Errores? ¿Es necesario el uso de esas palabras?
He dejado la vereda de la culpa para seguir el camino de la excelencia, voy haciendo mis deberes lo mejor que sé, intento aprender día tras día a ser mejor persona poniendo en equilibrio el eje del pensamiento, la palabra y la acción con coherencia. No es fácil pero con los estímulos oportunos, y una compañía adecuada que te ayuda a tomar conciencia de lo que uno es, resulta muy gratificante observar los beneficios que se van obteniendo.
Ni la enfermedad, ni el fracaso, ni la muerte son castigos personalizados contra nosotros por habernos portado mal.
Si miramos al pasado sin miedos, podremos aprender mucho, tanto de lo bueno como de lo malo, sobre el poder del pensamiento, las palabras y la gratitud. Lo importante es hacerlo con un corazón lo suficientemente humilde como para aceptar los hechos que nos han formado y si al recordar algo nuestras vísceras segregan la bilis de la ira o del odio, pedirnos perdón por sentirnos así. Os aseguro que aquel al que se odia no sabe de nuestras emociones. Cuando liberamos a nuestros órganos de las emociones que desequilibran el orden natural de sus funciones sanamos algo más que una enfermedad y liberamos el mundo de esa intensa capa fecal de desechos de energías que no nos corresponden.
Vivir aquí y ahora es dejar ir toda emoción que no nos permite ser todo lo felices que nos merecemos. Yo agradezco haber podido mirar a mi pasado, trascender todo mal que he realizado, haber podido perdonarme los errores cometidos y aceptar que todo eso que he vivido ha servido para que cada una de las personas que han pasado, que pasan, por mi vida la hayan dado, la dan, sentido. Gracias por dar sentido a mi vida.
Y aunque espero que me queden muchos años por delante puedo decir aquí y ahora muy tranquilamente que hoy puedo morir en paz porque en paz me encuentro.
Gracias.